Argentina está de fiesta, los futboleros hemos visto la mejor final del mundial de toda la historia, a partir del minuto ochenta más o menos, añado.

Francia, con su presidente, da saltos mitigados por haber estado ahí. Fantástico pantallazo que nos deslumbra mientras nos aproximamos a la Navidad que llegará mañana. No miremos a la guerra que Rusia estalló contra todos, aunque contra unos más que contra otros; ignoremos que hace unas semanas un hombre dejó a su mujer con esclerosis agonizar durante cinco días tirada en el suelo de su casa hasta morir; desviemos la mirada de la recién asesinada a puñaladas por su pareja en Sevilla…, o ante Amir, futbolista iraní, condenado a muerte por defender los derechos de las mujeres, el mismo país cuya selección se negó a cantar el himno en su primer partido del mundial y acabó haciéndolo después porque la FIFA amenazó a la selección.

El dinero lo puede todo. Acabamos de verlo, y Eva Kaili, la ya exvicepresidenta de la eurocámara, lo ratifica con su encarcelamiento por dejarse sobornar por los hombres de Catar. Ahora que el mundial ha terminado van a depurar responsabilidades.

La pasta, querido lector, esa que acaba con las más altas figuras, representantes de todos nosotros, aunque no las hayamos votado y hayan sido designadas a dedo por dictaduras. Y ahí estamos, fíjese, en tan poco espacio, desde Putin, desgracia la humanidad; los asesinos de mujeres, campando día a día a sus anchas; los asesinos de quienes defienden a las mujeres, que siguen siendo respaldados por las instituciones más poderosas…, todos bajo el paraguas de miradas perdidas hacia asuntos más perecederos. Suerte mañana con el bombo.

Felicidades, Messi.

A %d blogueros les gusta esto: