Ya sé, hoy 28 es el día de los inocentes. Inocentada podría parecer la noticia que saltó la semana pasada sobre la prohibición por parte de los gobernantes afganos de que las mujeres acudan a las universidades.

Podría parecer una broma a estas alturas, cuando todo es globalizado estos individuos se permiten desde su analfabetismo y desajuste neuronal tal vejación a la especie. Ya nos vienen anunciando medidas contra la mitad de su población, donde no están ellos, y ellas ya lo venían anunciando como podían. Pero aquí estamos en otras cosas mucho más importantes que esta aberración, por supuesto, faltaría más. Ignoramos que el avance no será real, que siempre quedará la enorme opción de retroceso en todos los campos si la igualdad no es real a nivel mundial, porque ya no hay fronteras, por mucho que algunos testarudos se empeñen en mantenerlas e incluso crear otras nuevas.

Las tecnologías han roto las distancias de siempre, y es el momento de abrir y limpiar. Surgirán nuevas torpezas humanas, porque el ser humano es torpe de nacimiento, pero las anteriores hay que erradicarlas, sobre todo las
que van destinadas a mantener desigualdades y tropelías contra una parte de la humanidad, sea la que sea, sea del tamaño que sea, porque su significatividad es la misma. Cuando una persona es golpeada, cuando se le cierran las puertas del conocimiento, cuando es obligada a hacer algo que no quiere hacer, entonces todas las personas, sean del sexo que sean, caen en la misma trampa, en la misma agresión, en el mismo desajuste socio-mundial. Mientras,
podemos mirar hacia donde queramos, como los niños cuando tapan sus ojos al no querer ver algo que saben que existe.

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