Una granja escuela, pionera mundial en la educación ambiental

Con motivo del cuarenta aniversario de Huerto Alegre (1983-2023), el pasado domingo se organizó un acto de homenaje, con la concurrencia de profesores, alumnos y familias que habían pasado por sus aulas, y los representantes institucionales (Junta de Andalucía, Diputación, y Ayuntamiento de Granada), que en aquel tiempo colaboraron en la creación y desarrollo del centro.

Esta granja surgió en plena transición política, donde cada persona inquieta, tras la noche negra de la dictadura, puso en juego lo mejor que tenía. Gracias a ese esfuerzo colectivo de las personas comprometidas, hoy gozamos de un nivel de vida muy superior al de entonces. Sin medios ningunos, un grupo de jóvenes, de entre 18 y 23 años, bajo la dirección de Ernesto Páramo, y con la colaboración de Mary Luz, Roser, Lucrecia y los dos Javieres, haciendo de albañiles, carpinteros, labradores, cocineros y pedagogos, pusieron en marcha una obra maravillosa, que tanto bien ha hecho a los jóvenes; reconocida, después, por el Premio de Andalucía de Medio Ambiente y la Medalla de Andalucía a la Innovación Educativa.

Más de 200.000 niños y niñas, de 4 a 17 años, han pasado por el centro, que hoy goza de gran prestigio internacional. Su objetivo ha sido siempre abrir la escuela al entorno, compartiendo con los profesores el diseño y la realización de actividades en el centro, así como la elaboración del material didáctico. El famoso psicopedagogo Francesco Tonucci, autor de múltiples libros sobre la escuela, quien defiende que ésta debe ser «un lugar donde cada uno de los niños pueda conocerse a sí mismo y desarrollarse, pues la escuela debe escucharlos, comprenderlos y respetarlos», se sintió tan atraído por esta experiencia que hoy la defiende como propia, y la ha incorporado a su teoría educativa.

La granja escuela Huerto Alegre, ubicada en el Parque Natural de las Sierras de la Almijara, Tejeda y Alhama, dispone de biblioteca, sala de juegos, sala de proyección, múltiples talleres (naturaleza, recursos del medio, energías renovables, alimentación y consumo, astronomía, teatro, prensa, fotografía…); y huerta, invernadero y establos, donde se mantiene el contacto directo con la generación del proceso de la vida de animales y plantas, así como con la trasformación en alimento de sus productos.

En estancias de un día, fin de semana, o de cinco a diez días, se desarrollan actividades cuyo objetivo básico es profundizar en la convivencia, en el disfrute del medio natural, y en la necesidad de respetarlo. Un elemento fundamental en la granja es el tratamiento de la alimentación. Los niños participan en la elaboración de las comidas, y se les enseña las bondades de una dieta mediterránea, basada en legumbres, frutas, verduras, carne y pescado. Además, se les insiste en el respeto a nuestro entorno, usando el agua de forma responsable, consumiendo productos sanos y de procedencia local, y protegiendo a nuestra madre tierra, que nos ampara y alimenta, reutilizando, reparando y reciclando…

La ingente labor de Huerto Alegre se desbordó hacia un proyecto más universal, el Parque de las Ciencias, dirigido por Ernesto Páramo. En una de mis columnas, me refería a Ernesto como «el gallego que ensanchó Granada»; y hoy creo que Mary Luz, Roser y Lucrecia, mujeres maravillosas, han dado una nueva dimensión a la escuela, al hacerla más humana, más participativa, más natural y más ecológica.

JUAN SANTAELLA EN OPINIÓN DE IDEAL

FOTOS: M. CODINA

 

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