Voting box and election image

El miércoles se celebraron la segunda vuelta de las elecciones en la Complutense y con ese motivo he decidido dedicar esta newsletter a la escasa participación de los estudiantes en la elección de su rector o su decano.

No echan mano del poder que les da las urnas. Suele votar en torno a un 10% de los universitarios y sus papeletas —en un recuento ponderado— valen en torno al 25% del resultado final (depende de los estatutos de cada institución). Pero, ¿de quién es la culpa de esta baja participación?

La semana pasada llegaba a la redacción de EL PAÍS un correo electrónico de David, un alumno de la Complutense que reclamaba un mayor poder de los alumnos: “De las 75.000 personas que ayer [por el 21 de marzo] tenían derecho a voto, 65.000 eran estudiantes. Y, sin embargo, su voto solo contribuye en un 25%; mientras que el voto de los apenas 3.156 profesores doctores con vinculación permanente pondera un 53%, lo cual deja claro quién tiene el poder”. El resto del profesorado sin plaza fija, en la UCM, tiene un 10% de los votos ponderados y el personal de administración y servicios un 12%. Lo que David no cuenta es que solo una décima parte de los alumnos hizo uso de su derecho al voto, lo que quita fuerza a su reivindicación.

Los detractores de dar a los universitarios más poder en los órganos de participación (claustro o consejo de gobierno) son muchos, pues razonan que si no muestran interés no tiene sentido que aumente su influencia. Muchos alumnos sólo cursan el grado (cuatro o cinco años) o máster (uno o dos años) y abandonan el campus, por lo que su compromiso con la universidad es pequeño; mientras los mandatos de los rectores duran desde este mes seis años (antes de la reforma universitaria duraban cuarto años, y podían renovar en el cargo al menos una vez).

David prosigue en su crítica: “No hemos recibido ningún tipo de información oficial acerca del proceso electoral (muchos no saben que había elecciones y lo pocos que lo saben desconocen cómo ni dónde votar), tan solo correos de propaganda por parte de los candidatos, lo cual no contribuye, sino a generar aún más confusión entre los estudiantes”. El bombardeo masivo a los alumnos lo reconocen en los equipos de campaña; por lo que es poco discutible que el método debe mejorar. Como tampoco tiene sentido que en el siglo XXI no se pueda votar de forma telemática. Mañana a última hora, veremos cuántos universitarios han votado.

EL PAIS

 

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