MIGRANTES, ASILADOS, DESPLAZADOS, EXPULSADOS, ETC. por Juan Alfredo Bellón

MIGRANTES, ASILADOS, DESPLAZADOS, EXPULSADOS, ETC. Juan Alfredo Bellón para EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 20-03-2016

Ni que decir tiene que, en cuanto se acerca la primavera y la Semana Santa, la ciudadanía se remueve haciendo valer su condición animal y los enamorados van a servir al amor con sus cinco sentidos, teniendo en cuenta que el amor es el que se sirve de ellos, de su embeleso, y les pasa factura.

Y esas, las grandes traslaciones de las masas despavoridas se convierten en migraciones, ahora que se celebra un nuevo Congreso Internacional del Español y a los desplazados de sus casas y de sus tierras se les llama migrantes, como a las aves migratorias, para distinguirlos de los emigrantes e inmigrantes, ‘los que se van’ o ‘los que vienen’, clasificación esta que tiene especialmente que ver con los gallegos, sean o no presidentes del Gobierno. De modo que casi todo se orienta desde la perspectiva léxico-semántica y con la terminología jurídico-política que se ha deshecho recientemente del término imputados y lo ha sustituido por investigados, teniendo por tales a los encausados por los tribunales de Justicia, sobre todo cuando la causa es penal y la condena firme.

Como se verá, con esto de las palabras y sus consecuencias , estamos enzarzados las venticuatro horas del día, y no lo estamos más, porque el día solo tiene venticuatro. Ahora el asunto consiste en si el Parlamento debe controlar al Gobierno o este debe campar por sus respetos como si fuera autónomo de las Cortes Generales por que estas no eligieron al ahora en funciones y por eso no le deben sometimiento. Total que, por poco que nos encorajinemos, habrá que dirimirlo en el Constitucional, que tampoco trabaja tanto para que se queje, que en Brasil también está teniendo tajo y no dicen ni mú.

Y ahora va el protofascista de Pedrerol y descubre la relación entre los hooligans de todo tipo y la cruz gamada y las agresiones a los mendigos y los disturbios ciudadanos. Porque una cosa es el pan y circo y otra bien distinta el circo y pasar a hierro a los autóctonos, sobre todo cuando yo pierdo y ellos han ganado. Hay que ver lo mal que les sienta a los muchachotes centroeuropeos la cerveza y lo bien que aguantamos aquí el vino y los cubatas. Y es que no hay color, hasta en eso somos mejores. Nosotros y nuestros hígados: no hay color.

Ni vergüenza, ahora que la tenaz realidad se empeña en ponernos a todos ante nuestro espejo y casi nadie pasa, pasamos, la prueba del algodón: Podemos con su precaria unidad y la condena de Rita Maestre (¡Señor, qué torso!); Ciudadanos con la nº 3 de Madrid; el PSOE Gallego con el Secretario General; el niño de Pujol con su intento de pacto con la Justicia; el PP y Rita… Con ella basta, porque es inconmensurable… Hoy he estado viendo un reportaje de Chimo Puig y Pedro Sánchez en una falla recién plantá y, no estando Rita, aquello parecía una obra desierta.

Aunque lo que de verdad me tiene inquieto es lo de las fuerzas telúricas y los temblores que vienen sucediéndose en los aledaños del Mar de Alborán y que reprecuten hasta en nuestros hogares granadinos. Desde hace varias semanas, entre las cuatro y las seis de la madrugada, no percibo el movimiento propiamente dicho, porque vivo apoyado en la ladera del Albayzín, frente a la Alhambra, pero sí que me despierto como atosigado e intranquilo, entre las cuatro y las siete de la mañana, y me rebullo como los animales cuando reaccionan a los terremotos y hay quien dice que hasta los presienten y anticipan. Me vuelvo a la cama y pongo las noticias de las siete (en la SER siempre, prorque soy ser-adicto) y paso la oreja por los titulares para ver si ha habido otro terremoto en Melilla o en la costa malagueña o granadina y raro es el día que no acaba con temblores más o menos significativos. Y yo como esperando que algo gordo ocurra y tiemble el misterio y esto rompa por cualquier parte, que ya va siendo hora de que reviente la cosa.

A ver si para la próxima semana se nos abren las madres del cante y, aunque sea después de una saeta bien entoná, se le empieza a ver la salida a este empestillamiento tan horroroso. Jesús, qué tapón. ¿Por qué será que estos dirigentes de la derechona troglodítica tienen tan desarrollado su instinto sádico, que no entieden jamás, ni les importan, los sufrimietos agudísimos que con su desgobierno provocan en la ciudadanía. Un poner, al alcalde de Graná y a su anterior concejala de Movilidad Ciudadana, no por casualidad apodada la Telesférica, se les metió entre ceja y ceja maltratar a la gente albaycinera, y en especial a las personas mayores, invirtiendo contra natura el sentido de la circulación rodada de la calle de San Juan de los Reyes y han tenido que dar su brazo a torcer cuatro años después de imponer impasiblemente la medida, sin una mala disculpa ni el menor arrepentimiento por lo mucho sufrir que hicieron a la gente sencilla que siguió viviendo en una zona cada vez más aislada de esta triste ciudad, tan orgullosa como inútilmente defendida por sus habitantes a quienes les sale cada vez más caro seguir guardando una fidelidad numantina a la tierra y al barrio de sus amores. Emigrantes de su Albaycin, expulsados y desplazados a las zonas bajas periféricas de la ciudad, exiliados y asilados por la fuerza de los engaños. A ver cuándo la gente puede recuperar el gusto y el orgullo de restaurar sus antiguas viviendas y regresa a su viejo paraíso pacífico, como en Damasco, en Alepo, el el Kurdistán, en Bagdag, en Afganistán, en los Altos del Golán, en las cuevas del Sacromonte, en las de San Miguel Alto y Bajo, en la plaza de los Carvajales, en la cuesta de Santa Inés, etc. donde Juan Ramón Jiménez contó las peripecias de su Ladrón de Agua, esa acequia que trascurría al hilo de la muralla cirí para desembocar en el río Darro un poquito antes de su embotellamiento en Plaza Nueva, antes de bajar soterrado por Reyes Católicos, Puerta Real, Puente de Castañeda, Acera del Darro y desembocar en el Genil por Mercadona, para que no se diga que no tengo el mapa puesto al día.

Días de tanto (ir y venir) vísperas de nada. O quién sabe si de todo, definitivamente todo, cuanto llevamos esperando y luchando para que ocurra. Amén.

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