Siete datos por los que es necesario seguir luchando contra el racismo
La primera denuncia que hace Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia, no tiene que ver con los datos sobre racismo, sino precisamente con la falta de ellos. «Somos un país ignorante; en España no se hacen estudios específicos sobre ello, sólo encuestas y estimaciones, que además son antiguas».
EL lunes 21 de marzo fue el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial y no queda muy claro si hay más que celebrar o más que lamentar. En cambio, en lo que no duda Ibarra es en afirmar que «las instituciones no tienen sus deberes hechos». ¿Por falta de financiación? «Y de voluntad política principalmente», responde.
A continuación repasamos siete datos que demuestran por qué se debe seguir luchando contra el racismo:
1. No hay visibilización ni «políticas preventivas»
«Ni los ayuntamientos, ni las comunidades autónomas ni el Gobierno realizan un seguimiento de los delitos de odio», cuenta Ibarra, y los organismos encargados de ello tienen «una vida débil, si es que la tienen». Como muestra, un dato que le toca de cerca: él mismo es miembro del Observatorio del Racismo y la Violencia en el Deporte y lleva «cinco años sin ser convocado». Los incidentes con ultras (como el reciente caso de los aficionados del PSV, cita) causan conmoción a corto plazo, pero luego el seguimiento es nulo —»no hay diagnosis ni reacción»—, y eso se traduce en una «falta de visibilización, de políticas preventivas y de asistencia a las víctimas». «Ni están ni se las espera», zanja.
Alba Cuevas, portavoz de SOS Racisme, coincide totalmente con Ibarra a la hora de enfocar las críticas hacia la Administración. El informe anual que publica su organización constata que «cuatro de cada diez personas que acuden al servicio de atención a víctimas no denuncian, ya sea por miedo, porque no conocen sus derechos o por propia desconfianza hacia el sistema», lo cual se debe a la «invisibilización» por parte de la sociedad y a la «falta de acción y de políticas públicas», explica.
2. Faltan datos oficiales fiables
En cuanto a la ausencia de datos oficiales que apuntaba Ibarra, Cuevas añade: «El informe del Ministerio del Interior [sobre delitos de odio] sólo recoge los casos que llegan a la Policía«. Basta con comparar las cifras: en dicho informe se citan 505 casos de racismo y xenofobia en España en 2015, mientras que SOS Racisme registró sólo en Cataluña 450 incidentes durante el mismo período de tiempo. «Esa información no permite hacer análisis», argumenta la portavoz.
3. Más islamofobia
Tanto desde Movimiento contra la Intolerancia como desde SOS Racisme han notado un aumento de la islamofobia en la sociedad en general, especialmente «desde los atentados en [la revista francesa] Charlie Hebdo«, apunta Ibarra. Un 40% de los delitos de odio son «contra inmigrantes o, mejor dicho, contra negros y musulmanes que perfectamente pueden tener la nacionalidad española», especifica. «Vemos que entre las víctimas cada vez hay más personas que encajan con el perfil musulmán, independientemente de si lo son o no», coincide Cuevas.
Manifestación convocada el pasado 19 de marzo en Barcelona por las plataformas Stop Mare Mortum y Red Unitaria contra el Fascismo y el Racismo para protestar contra el acuerdo de la UE de deportar a los refugiados. En la pancarta se puede leer «Nadie es ilegal» en catalán.
4. Las fuerzas de seguridad, culpables del 35% de los casos
Los datos que maneja SOS Racisme resultan bastante sorprendentes (e indignantes). Según su informe, la tipología de racismo más frecuente —el 35% de los casos— ocurre dentro de las instituciones, concretamente, entre los cuerpos de seguridad del Estado. En ellos se incluyen, por ejemplo, «las detenciones por perfil étnico de vendedores ambulantes», una escena que se repite a diario, cuenta la portavoz.
Casos nuevos de racismo en Cataluña, por tipologías. Fuente: SAID a través del informe de SOS Racisme.
5. Más discriminación «de igual a igual»
La segunda tipología más recurrente es el «racismo entre particulares, normalmente insultos o agresiones de igual a igual, entre vecinos». «Esta categoría nos preocupa cada vez más», reconoce Cuevas, sobre todo teniendo en cuenta que ha pasado de representar «un 14% de los incidentes registrados en 2013 a un 30% durante el año 2015», como indica el gráfico superior. Esto denota «la cronificación y la cotidianeidad» de las actitudes racistas, la inconsciencia sobre lo que ahora comúnmente se conoce como «microrracismos», es decir, los clásicos «yo no soy racista, pero…».
La tercera categoría no resulta menos preocupante, y es que «por primer año se ha colado en la clasificación —con un 20%— el acceso a los derechos sociales», como consecuencia directa del decretazo de 2012 que excluye a los inmigrantes en situación irregular de la asistencia médica normalizada, recuerda Cuevas.
Tipos de discriminación relacionada con el acceso a los servicios sociales (sanidad, prestación de servicios, centros escolares, acceso a la vivienda). Fuente: SAID a través del informe de SOS Racisme.
6. Hay más de mil webs xenófobas
La agresividad también se hace muy patente en la red, donde Esteban Ibarra observa asustado la proliferación de mensajes antisemitas: «Se tienen localizados más de 1.000 sitios web xenófobos llevados por grupos muy ideologizados», casi siempre «neonazis». También son frecuentes los «conciertos neofascistas clandestinos», pero la intolerancia ideológica es tan grande como «la indolencia institucional», se lamenta.
Medios empleados para el discurso del odio. Fuente: Informe Delitos de Odio 2015 del Ministerio del Interior.
7. Los casos de racismo se han agravado
Por otro lado, SOS Racisme advierte que las situaciones de racismo que ocupan «los espacios cotidianos» se han recrudecido en los últimos tiempos. Este año «el 52% de los casos» gestionados por la organización han pasado «por la vía penal», señala Cuevas, y de ellos «el 70% han sido tratados como delitos [graves], no como faltas [leves], cuando el año anterior sólo el 40% fueron delitos». Aunque de ahí también se puede sacar una lectura positiva, sostiene, ya que en parte estos porcentajes indican que «se empieza a dimensionar el racismo como problema».
No obstante, hay algo que preocupa más a la ONG, y es el papel de las Administraciones. «Al final, son agentes discriminatorios, tanto por inacción como por acción, cuando no cumplen los tratados internacionales o directamente llevan a cabo prácticas poco éticas, incluso ilegales», denuncia la portavoz, que recuerda con rabia el reciente acuerdo de la UE por el se deportará a Turquía a todos los refugiados que lleguen a las costas griegas. «Se está vulnerando el derecho de protección», denuncia, a la vez que pide a los Estados que no caigan en el «cinismo y la involución».