15 noviembre 2024

El debate dibuja un panorama difícil para después de las elecciones

Rajoy y Rivera, posibles socios, chocaron sobre temas claves. Sánchez descalificó a Iglesias

 El debate a cuatro, el único de la campaña electoral de las generales del 26 de junio, dibuja un panorama político muy difícil de gestionar por la materialización de desencuentro y diferencias entre partidos llamados a pactar.

El caso más claro es el de Mariano Rajoy y Albert Rivera, que protagonizaron uno de los momentos más tensos del debate, cuando el líder de Ciudadanos le reprochó la corrupción y sugirió que debe abandonar. Ese desencuentro es fundamental porque la condición imprescindible para que gobierne el PP es que haya un acuerdo con el partido de Rivera.

«Le pido a usted que reflexione, señor Rajoy. El populismo va a seguir creciendo si no regeneramos España», le dijo Rivera a Rajoy, en el capítulo de corrupción, recordándole el caso Gürtel y los mensajes de ánimo a Luis Bárcenas. El líder del PP se mostró en ese capítulo molesto y descolocado y respondió dando a entender que no lo hará en ningún caso, que no se echará a un lado porque habrá ganado las elecciones por tercera vez.

«Usted tiene una mentalidad inquisitorial», le respondió Rajoy a Rivera, precisamente para rechazar la supresión de los aforamientos, una de las banderas de Ciudadanos y seguro que una de las condiciones para pactar con el PP.

Es decir, del debate salió un encontronazo entre Rajoy y Rivera que afecta a un posible acuerdo entre ambos. Según todos los sondeos, ellos no sumarán solos y necesitarían al PSOE. Se constató que Rajoy no tiene aliados.

Pedro Sánchez fue especialmente duro con Rajoy en el fondo de las propuestas, en el tono, en la crítica de la gestión del PP y dando a entender que la gran coalición de que habló el presidente del Gobierno en funciones es imposible.

El tono entre ambos aleja la posibilidad de ese acuerdo, proscrito además por el Comité Federal del PSOE. «Los españoles no se merecen que usted sea presidente del Gobierno, porque lidera un partido en b».

Rajoy le volvió a despreciar asegurando que lo mejor para España es que Sánchez no sea presidente. Es decir, no parece viable un acuerdo entre ambos que, además, estaría condicionado al pacto Rajoy-Rivera, que sería problemático según se vio en el debate.

«Al Gobierno se viene aprendido, no a hacer prácticas», aseguró Rajoy para dar a entender su profunda molestia con la actitud de sus tres oponentes.

La otra opción de pacto viable, según las encuestas, es el de la izquierda, es decir, entre PSOE y Podemos o viceversa. En este punto lo único que salió es el compromiso de Iglesias de que se produzca ese pacto con el que tenga más votos como presidente. Iglesias, en este caso, jugó con la previsión de que se produzca el sorpasso y con un tono conciliador hacia su posible compañero de acuerdo. Solo hizo alguna crítica, casi con disculpa incluida, sobre las puertas giratorias de socialistas.

Por ejemplo, Iglesias alabó en varias ocasiones propuestas concretas de los socialistas y le dijo expresamente: «Se equivoca de adversario, después del 26 tendrá que elegir entre el PP o nosotros. Y, si usted tiene más votos, volveré a proponerle un Gobierno». Su línea argumental era, precisamente, la de situar al PSOE en la perspectiva de tener que elegir entre pactar con Podemos o permitir que siga gobernando el PP.

Es decir, la trampa de Iglesias a Sánchez es la de tener que elegir entre su izquierda y su derecha y así dar impresión al electorado de que la única forma de desalojar al PP es votar a Podemos.

En este caso, Sánchez no se pronunció en esa alternativa, pero lo que sí hizo fue atacar con dureza a Iglesias, sobre todo por lo que ocurrió en los meses de legislatura frustrada: la falta de conexión entre PSOE y Podemos y las dificultades para ese pacto. El socialista no atisbó la posibilidad de abstenerse para que gobierne el PP, porque eso, además, exigiría un acuerdo de los populares con Ciudadanos y quizás la retirada de Rajoy, condiciones imposibles hoy según se vio en el debate.

Además, fue llamativa la falta de críticas o reproches entre Sánchez y Rivera. Fueron los únicos que ni se tocaron, lo que da a entender que, aunque no esté formalmente en vigor el pacto entre ambos, sí hay una inclinación por mantenerlo y ya se ha demostrado que el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos es incompatible con los otros dos partidos y es casi imposible que aritméticamente sumen para una investidura.

Los tres rechazaron las terceras elecciones con el mismo entusiasmo con el que rechazaban en enero la repetición que se producirá ahora. Pero o uno de ellos sale de su carril y se desdice de lo expresado en el debate o volverá a ser imposible formar Gobierno.

http://politica.elpais.com/politica/2016/06/14/actualidad/1465890755_977431.html