En mi casa familiar, mi niñez transcurrió marcada por la rutina. Los días no eran aburridos, pero se sucedían iguales a los anteriores y, previsiblemente, a los venideros, a un ritmo poco amigo de las novedades, las improvisaciones, las sorpresas o de lo aleatorio. Sin embargo, la llegada del verano trastocaba todo ese orden inamovible, como si mis padres, austeros ... Leer Más »
