Escribir sobre Atarfe, sobre lo que es Atarfe, lo creo altamente pueril, pues es pueblo sobradamente conocido.

¿Quién no conoce su espléndida situación geográfica: recostado en la falda meridional de Sierra Elvira; coronado por la Ermita de los Tres Juanes, ilusión de un atarfeño de feliz recuerdo, estupendo mirador cara a Sierra Nevada y Granada y teniendo a sus plantas, como alfombra, su verde, ubérrima y exuberante vega? ¿Quién no conoce sus apreciados mármoles, su floreciente industria, sus establecimientos educativos, la seriedad, actividad y hombría de bien de sus vecinos y la espléndida belleza de sus mujeres? ¿Quién no sabe que es pueblo con historia de milenios, que en sus inmediaciones estuvo asentada la célebre ciudad ibera de Ilíberis, después romana, árabe y cristiana? En el Museo Arqueológico de Granada y en el Arqueológico y Paleontológico de Madrid, encontrareis piezas notables procedentes de Atarfe.

¿Quién, que haya visitado este pueblo, no ha observado la limpieza de sus calles y viviendas y la hospitalidad de sus habitantes? No en balde fue galardonado en 1967 con el primer premio de embellecimiento de pueblos.

Pero no solo son importantes sus canteras de mármoles, que se exportan a toda la geografía española, sino que también es Atarfe exuberante cantera de hombres notables en todas las ramas del saber, y exporta porque produce más que necesita, virtuosos sacerdotes, excelentes médicos, ingenieros, arquitectos, artistas, militares y educadores.

Es de justicia hacer constar que esta pujanza ha sido debida a la inquietud y honrada administración de todos los alcaldes, que en más de medio siglo de mi vivencia en Atarfe, han regido los destinos de este pueblo; y que el actual sr. Bailón, ha conseguido, importantísimas mejoras: viviendas, alumbrado ampliación del mercado de abastos, matadero, grupo escolar, aguas potables, colegio libre adoptado, etc.

Aún queda mucho por hacer en Atarfe; pero se hará ¡vive Dios!, y que este viejo lo vea. Que vea terminada la red de alcantarillado, que ya está en marcha; la pavimentación de todas sus calles, la construcción de las casas de correos, asistencia sanitaria y cuartel de la Guardia Civil; la creación de una biblioteca popular y por último, que vea levantado en algún lugar céntrico, un monumento al hombre más preclaro del pueblo, a don Cecilio Jiménez Rueda, indiscutible honra de esta bella y culta ciudad. Así sea.”

Texto sobre Atarfe escrito por Manuel Barranco, no sabemos si padre o hijo ya que en la fecha que se publicó 1971, ambos estaban vivos. En la fotografía, cortesía de Antonio Sánchez, vista desde el Castillejo del casco urbano de Atarfe, a finales de la década de los sesenta del siglo pasado. Hay muchas cosas que reseñar en esta magnífica instantánea, aunque a mí particularmente me llama la atención la “inmensidad” de las Eras y el cortijo del Pirrángano.

Curiosidades elvirenses

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