EL  28 DE DICIEMBRE  DE 2003 CON LA PRESENCIA DEL SEÑOR ARZOBISPO Y LA CORPORACIÓN MUNICIPAL SE ABRIÓ A LOS ATARFEÑOS LA NUEVA IGLESIA DE LA ENCARNACIÓN. PARA CONOCIMIENTO DE NUESTROS LECTORES OFRECEMOS ESTE ARTICULO DONDE SE PUEDE DETECTAR LA IMPORTANCIA DE NUESTRO PRINCIPAL MONUMENTO HISTÓRICO

Por Mª Victoria Correa Aguilar.

Responsable de la Comisión Litúrgica de la Parroquia de Atarfe

INSTITUCIÓN PARROQUIAL

En 1.501, Diego Hurtado de Mendoza, arzobispo de Sevilla, instituyó en la Iglesia Parroquial Santa María de la Encarnación de Atarfe con sus anejos: Elvira, Hotaya, Abulelvir y Diarcale, un beneficio simple servidero y una sacristía.

En el censo eclesiástico de 1587 sólo aparece Atarfe con pila bautismal y 73 vecinos.

En 1787 el arzobispo Antonio Jorge erigió en propio, perpetuo, colativo y sujeto a aposición, el curato de Atarfe y lo declaró suficientemente dotado y congruo según su clase.

A mediados del siglo XIX su Iglesia (La encarnación) estaba servida por un cura, un teniente, un beneficiado, dos sacerdotes particulares y un sacristán presbítero.

En el arreglo parroquial de 1906 se mantuvo la parroquia con categoría de ascenso; dejándole la jurisdicción que tenía, que llegaba por la parte de Granada hasta los linderos de los pueblos limítrofes y de San Ildefonso de la capital.

LA IGLESIA PARROQUIAL

Hubo una Iglesia, después de que durante algunos años se hiciera uso de la mezquita, adaptándola para uso cristiano.

La construcción de la iglesia actual está unida a uno de los grandes arquitectos de los siglos XVI y XVII Ambrosio de Vico. La construye entre 1617 y 1623, interviniendo como maestro carpintero Cristóbal Calvo y como maestro albañil Antonio Bermúdez.

Originariamente tenía planta de cruz latina, con nave, crucero y Capilla Mayor, con el añadido de dos capillas laterales, adosadas al crucero. En la restauración actual, se ha descubierto el artesonado original de una de estas capillas, que estaba oculto por la techumbre de yesería que se le hizo al ampliar las dos naves laterales a principios de siglo XIX.

En el alzado los muros son de ladrillo y cajones de mampostería (tierra, arena y cal). La torre está dividida en cuatro pisos mediante cornisas. Al exterior es donde destacan los juegos de volúmenes al gusto de Vico siendo bastante pobre incluso en las portadas: la principal, a los pies de la Iglesia, sólo dibuja un arco de medio punto y una hornacina que aloja una imagen de la Virgen. Esta imagen estaba muy deteriorada y ha sido tallada de nuevo sacándole un molde a la original, por los señores Barranco y Solís. Las portadas laterales enmarcan el hueco con pilastras y entablamiento.

El interior se divide en tres naves. La techumbre de la nave central, del crucero y de los brazos del crucero es un artesonado mudéjar del siglo XVII con policromía en rojo, azul y oro.

La techumbre de la Capilla Mayor es una bóveda de medio cañón, que posiblemente fue realizada en la reforma de principios del siglo XIX. Entre esta falsa bóveda y el tejado se ha descubierto el antiguo artesonado mudéjar de la Capilla Mayor, que ha sido saneado, pues se encontraba muy deteriorado.

Originariamente la Capilla Mayor tenía un retablote madera dorada denominado en la documentación local de “cascarón dorado”, que fue trasladado a la ermita de Santa Ana en el año 1.808.

De las obras de arte que conserva la Iglesia de la Encarnación haremos mención de las siguientes:

Un retablo de estilo Barroco de la escuela andaluza, fechado en el siglo XVII. Es el único que se conserva íntegro en la parroquia.

Dos retablos del siglo XVIII, de estilo Barroco de la escuela granadina.

Otros tres de estilo Neoclásico de la escuela granadina, fechados en la primera mitad del siglo XIX y otros tres más recientes fechados a principios des siglo XX.

En cuanto a los lienzos, la mayoría son de estilo Barroco de la escuela granadina, destacando un “Descendimiento” del siglo XVII (1600 – 1649). La serie denominada “Apostolado” (12 cuadros) que durante la limpieza actual, con motivo de la restauración de la Iglesia se ha averiguado su autor. Se trata de Jerónimo de Rueda y Navarrete, pintor granadino del siglo XVIII. El lienzo de “La Encarnación “que preside el muro testero de la Capilla Mayor y otro de “La coronación de la Virgen de la Inmaculada” en el cual se aprecian rasgos de la escuela de Alonso Cano. Estos dos últimos cuadros han sido restaurados por Dª Inés Osuna Cerdá, doctora en Bellas Artes (restauración).

Las esculturas son de estilo Barroco realizadas durante el siglo XVIII de autor anónimo granadino, perteneciente a la escuela granadina. Destacan por su calidad artística un San Antonio de Papua, San Cayetano, La Virgen del Rosario, un Resucitado, San Sebastián, una imagen pequeña de San José y otra de la Inmaculada Concepción de la escuela de Alonso Cano.

INTERVENCIÓN EN LAS OBRAS DE ARTE

La intervención en las obras de arte de la parroquia se ha llevado a cabo durante siete meses por un grupo de personas voluntarias dirigidas por doña Inés Alejandra Osuna Cerdá, doctora en Bellas Artes en la modalidad de restauración.

En los retablos se ha procedido a la eliminación del polvo y de la suciedad superficial, así como de todas aquellas sustancias que perjudicaban a las obras o que afectaban a su imagen ocultándola o alterándola, como es el caso de las gotas de cera o repintes realizados con purpurina. Se han vuelto a adherir las capas de oro a la madera en las zonas donde se encontraba desprendido.

Las esculturas se han limpiado con la máxima precaución utilizando técnicas y materiales adecuados, iniciándose con sistemas y disolventes muy suaves. Se han recuperado las faltas de policromía, dándoles a todas una capa de protección.

La pintura mural que se encuentra en la zona superior del ábside, con ángeles entre nubes se ha podido respetar íntegra, sin embargo ha sido necesario restaurar las grietas y las zonas dañadas por la humedad. La restauración de esta pintura ha sido realizada por técnicos especializados en restauración de pintura mural.

Los lienzos de “La Encarnación” y “La Coronación de la Virgen” son los únicos que han sido restaurados en su totalidad por doña Inés Osuna Cerdá, aplicándose en ellos los tratamientos más adecuados a sus daños: fijación de la pintura al lienzo, limpieza con disolventes, recuperación de la falta de pintura y capa de protección. En el lienzo de “La Coronación de la Virgen” se procedió a un reentelado, ya que su tela original presentaba roturas y grietas en sus bordes.

El resto de los lienzos se han limpiado más superficialmente, dándoles a todos una capa de protección.

Los marcos, peanas y cornucopias se han limpiado en su totalidad, limpiándose sus pinturas y dorados, eliminando de ellos todos los repintes de purpurina, encolando los fragmentos sueltos, fijando los dorados a la madera y colocándole además las piezas de madera o los listones que les faltaban.

Todos estos trabajos se han realizado con el máximo respeto hacia las obras de arte.

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