«EL MORO TARFE Y GARCILASO» por José Enrique Granados

Los libros han cambiado el mundo en más ocasiones de las que imaginamos. Sin los libros, cada generación estaría condenada a repetir los mismos errores que sus antepasados, solo los libros nos separan de la barbarie. El día que no haya libros, tampoco habrá hombres. Luis Zueco (El mercader de libros)

 
Hace unas semanas José Enrique Cabrero se hacía eco en IDEAL, del posible origen granadino de la leyenda de ‘Sleepy Hollow‘ relato de terror del escritor Washington Irving, el mismo autor de “Los cuentos de la Alhambra”.
 
El cuento sucede en 1874, en el valle de Sleepy Hollow, un paraje en el que habitan todo tipo de criaturas espectrales, como El Jinete sin Cabeza, de quien se dice que es el fantasma de un antiguo soldado que perdió la cabeza durante una batalla de la Guerra de la Independencia. Un soldado que, cada noche, «cabalga hacia la escena de la batalla en una nocturna búsqueda de su cabeza».
 
El periodista tras entrevistar al profesor de la UGR Antonio Sánchez Trigueros, dice que en uno de los textos firmados por el propio Irving, explica Sánchez, el escritor yanqui cita el libro ‘Las Guerras Civiles de Granada’, del novelista, soldado y zapatero Ginés Pérez de Hita (Murcia, 1544-1619). «Irving era un gran lector y como todos los grandes románticos que querían viajar y conocer ese país exótico que era España, había leído muy joven, junto al río Hudson, los capítulos del Pérez de Hita, un libro que se leyó muchísimo y que es una recopilación maravillosa de romances fronterizos y moriscos, entre los que estaba, claro, la leyenda del moro Tarfe». Este es un fragmento de aquella poesía del autor murciano:
 
«Cuando a las nueve del día / un moro se ha demostrado / Encima un caballo negro / de blancas manchas manchado (…) Garcilaso, aunque era mozo, / mostraba valor sobrado; / Dióle al moro una lanzada / por debajo del sobaco; / El moro cayera muerto, / tendido le había en el campo / Garcilaso con presteza, / del caballo se ha apeado; / Cortárale la cabeza / y en el arzón la ha colgado».
 
Así que, ¿se inspiró Washington Irving, enamorado de las leyendas de Granada desde su juventud, en el moro Tarfe para crear al Jinete sin Cabeza de Sleepy Hollow? «Nunca lo sabremos, claro –zanja Sánchez Trigueros, como el verdugo que sabe exactamente por donde cortar–. Pero pudo ser, sin duda.
 
Como bien hemos escrito anteriormente en nuestra gacetilla, Tarfe se infiltró en el campamento de los católicos, en Santa Fe.
 
El valiente soldado musulmán consiguió adentrarse hasta la mismísima tienda de la Reina Isabel para clavar en su puerta una prenda de su amada Zaida. Luego escapó sin ser visto, como un fantasma capaz de atravesar los muros y las almas.
 
El gesto venía cargado de venganza, pues no había nadie en ninguno de los dos bandos que no hubiera escuchado la leyenda de Hernán Pérez del Pulgar en la mezquita de Granada. A la mañana siguiente, el moro Tarfe regresó a Santa Fe para retar al Rey Fernando: «¡Que vuestro mejor caballero se bata en duelo conmigo!», exigió, en un alarde de orgullo y audacia que le impedía sospechar que 1492 sería recordado como el año de la reconquista.
 
Garcilaso de la Vega, un guerrero que nada tenía de poeta, se ofreció voluntario. Fernando le dijo que no, que no bajara a luchar con Tarfe, el gigante Tarfe, el mortal Tarfe, el terrible Tarfe. Pero Garcilaso no escuchó la orden, se presentó delante del moro y lo venció en combate singular. El cristiano cercenó la cabeza del guerrero musulmán y la levantó en alto, para que todos contemplaran su éxito. Luego se la colgó del caballo y marchó cabalgando.
 
Dibujo de D. José Osuna del moro Tarfe con la leyenda del Ave María.
 
Curiosidades elvirenses.
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