DICIEMBRE DE 2015   Juan Alfredo Bellón   para el domingo13-XII-2015

            Un año más, por lo menos, si no es que reventamos, de tanto convite prenavideño, navideño y postnavideño, antes del 31 de los corrientes, día de san Juan Evangelista, en un Apocalipsis generalizado y glotón, como en La grande bouffe, inolvidable film (1972) de Marco Ferreti donde un grupo de amigos franceses come hasta la aniquilación, como lo manda su cultura culinaria y la alegre y confiada sociedad del bienestar en que Francia estaba inscrita en aquella época. Nosotros, en aquel primer lustro de los Setenta, nos debatíamos aún en el postrer tardofranquismo y empezábamos a descubrir el placer gastronómico con Manuel Vázquez Montalbán leyendo las novelas de Pepe Carvalho y las suculentas recetas populares de Biscúter, su deforme y fiel ayudante, convenientemente regadas con los vinos de Alella, Rivero y Alvariño, con el mítico Blanc de Blancs y los tradicionales caldos del Priorato, el clarete de Cigales y los tintos de Rivera del Duero que ya por entonces se presentaban como una nueva alternativa (Protos) a los antiguos Riojas.

            Claro que este año diciembre viene con el valor añadido, el IVA del 20-D, como si fuera un premio gordo más las aproximaciones, la pedrea y el reintegro, todos juntos, porque ese domingo día 20 acabaremos de echar los bofes después de un año de procesos electorales internos e externos seguidos, como esas ahogadillas de castigo en que las amistades. pesadísimas, nos aprietan la cabeza hacia abajo, con dos manos y echándonos encima toda la fuerza de su cuerpo, sin apenas dejarnos respirar después de habernos hecho lo mismo en la ahogadilla anterior, y otra, y otra, siendo lo más parecido a lo que hacían en Abú Graib en las bañeras. Y otra comida de empresa. Y otra cena de amigos visibles e invisibles. Y otra, con la candidatura de turno. Y luego un desayuno matancero de campaña para reponer fuerzas. Y luego, esas pascuillas recién hechas. Para acabar (con nosotros y nosotras) con una merienda-cena regada con caldos locales y anís de La Asturiana, que el del Mono es catalán y la gente dice que de allí arriba, ni agua, que para hijos de puta, ya tenemos bastantes con los nuestros.

            Total, que yo calculo que, para antes del domingo veinte, estaremos tan en el mismísimo borde del abismo (en lo referente a las indigestiones) como los hermanos Carvajales, aquellos nobles de Martos que fueron despeñados dentro de unas jaula con pinchos de hierro, como los que sentiremos en nuestro estómago y demás vísceras digestivas cuando nos estén dando los resultados electorales, como si todos los demonios del infierno nos fustigaran con sus látigos de siete colas saurias, que son aproximadamente siete por siete cuarenta y nueve, por cuarenta y nueve,,, y así, elevándose hasta la enésima potencia.

            ¡Dios, qué campaña! Y redundaré: no hay Dios que sepa o pueda distinguir las voces de los ecos en este guirigay de propuestas, en esta selva mediática donde casi nadie dice ser lo que aparenta ni viceversa, Y aún redundaré más: ¡Rediós! Ya no hay quién sepa si el medio sigue siendo el mensaje o viceversa, si el mensaje sustituye al medio, de nuevo, en un regreso al futuro del universo macluhaniano. Y apenas si distingo entre las voces una… Anoche, miércoles nueve, José Luis Rodríguez Zapatero felicitaba a más de un millar de seguidores entregados, por su alegría, por las caras de satisfacción diferencial que ostentaban al saberse participes y protagonistas de un proceso electoral donde Andalucía tiene mucho que decir para que nos reconstituyamos antes de que la historia nos pase factura de caducidad. Además, la gente intuye de manera fehaciente que ya ha llegado la hora de ser capaces de demostrar que hay que inventar una nueva forma de hacer política, frase que nos suena (yo se la oí proponer a Nicolás Sartorius, en 1979, en el Club Larra granadino) pero que ha permanecido hasta ahora como simple propuesta sin concreción desde aquellas lejanas calendas.

            Pues eso, que queda casi todo por hacer y casi nada por olvidar. Solo una cosa. Esa facundia fachendosa de don Tancredo con que el PP arrostra la corrupción absoluta de su Gobierno y de su sistema. Como la compañía Volkswagen enfrenta a sus posibles compradores en la publicidad actual, después de sus muchísimos despueses fraudulentos y contaminantes: aquí no ha pasado nada, el Polo y el Passat son los mejores coches del mundo, los más perfectos y los más eficaces y su lema das auto, el coche por antonomasia, el más verdadero… Y yo tengo que decirles con Quevedo (Pues amarga la verdad, quiero echarla de la boca) que ni el PP es el partido, ni el Volkswagen es el coche, ni Cristo que los fundó; que no por mucho machacarnos las entendederas con una publicidad dolosa y embustera, van a quedar impunes de sus responsabilidades políticas ni penales; que basta ya de embaucar a la ciudadanía con métodos usados por Hermann Göring y la propaganda nazi de hace siete décadas cuando se decía que, se puede convertir una mentira en verdad con mucho repetirla y más si es por los altavoces.

            De ellos será el poder mediático y la gloria de los periódicos y las emisoras, pero a nosotros nos asiste la fuerza de la verdad y de la razón democrática, la fuerza popular que acabará por desfenestrarlos, pacíficamente si se puede, cuando estén maduros para ello. Y ese proceso de limpieza política comenzará, ya ha comenzado en diciembre de 2015.

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