CARNAVAL 2017 por Juan Alfredo Bellón para  EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 05/03/17

 

Como es bien sabido, en Carnaval, nada es lo que parece. Eso se sabe bien en el flamenco por lo que se entiende en letras como esta (Ni Santa Cruz es santa cruz, / ni Santo Domingo es santo. / ni Puerto Rico es tan rico / pa que lo veneren tanto) donde se vuelve a plantear el eterno dilema entre la verdad de la mentira y el de la mentira de la verdad, el juego de espejos y apariencias que tanto gustaron siempre a los andaluces y a los barrocos. Quizá por eso, ayer, 28 de febrero, el Carnaval estuvo tan presente sin nombrarlo en las celebraciones institucionales del día de Andalucía donde, como siempre, se resaltó la vigencia de la paradoja de la verdad y la mentira, de las luces y las sombras, que explicaron desde el teatro de la Maestranza nuestro modo de ser y de padecer que se proyectaron sobre nosotros (anda-luces) y sobre nuestra historia desde el vecino Hospital de la Caridad en cuyos muros cuelgan los archifamosos cuadros de Valdés Leal inspirados en Miguel de Mañara y considerados una alegoría barroca del desengaño donde la cara de toda verdad afirmativa tiene la negación correspondiente en su cruz, como el sueño se corresponde con la vigilia, las luces con las sombras, el día con la noche, la carne con el hueso y la vida con la muerte.

Y así resulta que el día en que se celebra la fiesta de la Patria Andaluza se ha institucionalzado y ahora nos sirve anualmete para desvestirnos y observarnos cómo somos, aprendiendo así a autocriticarnos y permitiéndonos luego saber cuáles son las vestimentas que más nos convienen para transitar adecuadamente ataviados por nuestra historia: en la ceremonia de ayer martes 28-F, pudimos ver una primera fila del Maestranza disfrazada del staff andaluz, presidencia del ejectivo y legislativo, consejeros y cargos afines de primer rango, ahora triunfantes y no sabemos cuando -vanidad de vanidades- pasto de jueces y tribunales, enfrentada a los premios honorificos de andaluces y andaluzas ejemplares y predilectos, ataviados con los méritos contraidos durante el desempeño de sus actividades profesionales y artísticas. Y todo bajo la atenta mirada del ojo omnipresente de la televisión, la radio y los demás medios de comunicación que levantaron acta del acontecimiento y amplificaron su retumbo.

Hubo diversos protagonistas de diferente entidad y tamaño que fueron desde la modalidad individual de romances, pasando por los de tamaño menor de los cuartetos, que en Cádiz son de tres, cuatro, cinco o más personas, hasta los medianos de entre una docena y veinte individuos, que son las chirigotas y comparsas y por fin los coros (de 30 a 50 componentes) y demás murgas y agrupaciones carnavalescas que interpretan las letras con acompañamiento musical y diseccionan la realidad local, provincial, regional etc. hasta el infinito y más allá, aplicándole la receta infalible del humor: así, dicen que en las dinastías reinantes se usa el plural mayestático y en vez de decir YO, se dice NOS, se firma como el duque empalmado y se bautiza al yate real con el nombre nada misterioso de Bribón … ¿lo cogen? y que aquello es Cádiz y allí hay que mamar… Además, el Carnaval se va adecuando poco a poco a lo signos de los tiempos y la igualdad de géneros avanza con no pocas difcultades habiendo en el concurso oficial una participación creciente de las mujeres en todas las modalidades y ya no solo son figurantes sino también protagonistas en igualdad y paridad con los hombres.

En tal sentido, la actuación en la gala andaluza promovida hace unos años en Sevilla cuando se nombró hijo predilecto a mi paisano y también amigo Joaquín Sabina, fue bastante más carnavalesca que la de mi colega y sin embargo amigo Luis García Montero quien -ripios a parte por parte del cantautor- se dedicó a una disgresión propia de la gaditana Plaza de San Antonio, donde se pronuncian los pregones oficiales del Carnaval. En cambio, mi otro amigo, Luis, hizo valer su condición de catedrático de Literatura Española y construyó algo parecido a una lección magistral sobre la poesía y Andalucía, teniendo en cuenta que se esgrimía desde su condición doble de profesor y poeta y se componía hablando de la Andalucía de Lorca, Cernuda y Alberti, referentes post-románticos de su visión andaluza que concordaban siempre con su visión de la cultura popular como raíz progresista de lo andaluz: tierras del Sur, luminosas, mesiánicas, creativas y solidarias con el resto de la nación española, sea por Andalucía libre, España y la Humanidad. Hizo también una referencia a su tierra natal granadina y al maltrato especial que sufre de parte de las autoridades nacionales en punto a las comunicaciones y a los más diversos niguneos de nuestros derechos y agravios comparativos que hieren a uno de los mayores referentes de lo andaluz y núcleo histórico del polo oriental. Tanto Sabina como Luis coincidieron con los poetas andaluces de ahora y con Rafaela Carrà en que para hacer bien el amor hay que venir al Sur y en esta idea fundaron su defensa de lo meridional como un concepto superador de aduanas y fronteras que coincide con lo mediterráneo y ayuda a superar los muros y las alambradas que tanto dañan la convivencia en el mundo contemporáneo.

Y así es como Andalucía sirve para fundar un papel protagonista en el mundo de la modernidad donde humor y amor, solidaridad, humanismo, igualdad y compasión se convierten en conceptos operativos para la defensa de la libertad y de la vida (Viva Andalucía Libre) que desde aquí se propugnan todos los años en una conmemoración tan cercana al Carnaval y tan lejana aunque aledaña al 23-F. Caprichos del calendario, ahora que se quiere completar la ley de la Memoria Histórica y sacar a Franco y a José Antonio del valle de Cuelgamuros para que no duerman el sueño eterno junto a sus víctimas.

No somos nadie. Parece que fue ayer. Hasta siempre.

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