24 noviembre 2024

Historia del reloj adelantado en Europa occidental

Hace dos años di una explicación geográfica de por qué el huso de Berlín triunfó en la Europa occidental. Allí dije que creía que las interpretaciones históricas de por qué sucedieron ciertos hechos —que España o Francia tuvieran un reloj adelantado— eran en sí mismos menos importantes que el hecho en sí, en mi opinión.

Ahora, en cambio, voy a desarrollar el contexto histórico de los hechos. Que también es una muestra de por qué nuestro huso no es tan loco como nos lo han querido hacer ver. Aquí he dejado unas transparencias con mapas que ayudan a entender este artículo.

La primera cuestión es por qué adelantamos los relojes y su respuesta no está relacionada estrictamente con el huso sino con las costumbres. Durante toda la historia la actividad humana en latitudes extratropicales (las de Europa o el norte de América) ha sido probablemente diferente según las estaciones. No sé en qué medida diferían pero es razonable que lo hicieran: el ritmo de vida en invierno era diferente al del verano.

En el siglo XX estas diferencias empiezan a disminuir no por que los relojes se hicieran más homogéneos sino porque los relojes empezaron a dictar ciertos comportamientos humanos como a qué hora levantarse o a qué hora empezar a trabajar. El cambio estacional (adelanto de la hora en primavera y retraso de la hora en otoño) permite mantener estas rígidas costumbres horarias y a la vez variar el ritmo de actividad a lo largo del año. Originalmente el cambio estacional pretendía que las personas madrugaran más en verano para poder terminar sus tareas antes. Los gobiernos rápidamente relacionaron esto con el ahorro energético: al trasladar horas de luz de la mañana a la tarde parte de la actividad económica que se haría de noche en verano se seguía haciendo de día. No por casualidad el cambio estacional ha estado ligado a épocas de crisis y de guerra. Y, finalmente, mi interpretación favorita (incluso personal) es que el cambio estacional aumenta en (in)cierta medida el producto interior bruto al alargar la luz solar durante las horas de ocio de los trabajadores, que hoy también son económicamente productivas. Un paradigma sería la explotación de una piscina que tiene más horas de luz vespertinas y más atractivo para que los trabajadores se apunte a él gracias al cambio estacional. La cuestión fundamental en este problema es que la actividad solar es simétrica: se dispone igual antes y después del mediodía, las horas de luz crecen (y decrecen) simétricamente por la mañana y por la tarde cuando nos movemos por las estaciones. Sin embargo la actividad humana no es simétrica: no hacemos lo mismo por la mañana que por la tarde. Por ejemplo, no hay ocio matinal.

La segunda cuestión es cómo y cuándo se implantó el cambio estacional y fue durante una guerra: la Primera Guerra Mundial. La Gran Guerra. Durante ese conflicto los gobiernos trataron de paliar la factura energética implementando estas medidas. Recurrieron a este cambio los beligerantes principales del conflicto, tanto en Europa como en América. También España, aunque no fuera partícipe del conflicto. Todos estos cambios estacionales fueron completos y, por tanto, globalmente neutros: se adelantaba el reloj en primavera, se atrasaba en otoño. Se alteraba el verano pero no el invierno.

El periodo de entreguerras vivió una aplicación diversa del cambio estacional. En Estados Unidos, Reino Unido y Francia siguieron empleándolo pero en Alemania, no.

En España se aplicó irregularmente: desde 1924 pero no en 1925 ni en 1930. En el año 1931 estaba previsto el cambio primaveral para finales de abril pero la proclamación de la República lo abortó. Sí, uno de los primeros decretos del Gobierno provisional de la República, el 15 de abril de 1931, fue anular el cambio de hora estacional.

Durante la Guerra Civil se retoma el cambio estacional en España pero se hace de forma diferente en según qué zonas del conflicto. El año 1937 es un año regular con su adelanto primaveral y retraso otoñal. Pero el año 1938 vivirá dos novedades en el manejo de los relojes. El Gobierno de la República, presidido por Juan Negrín, adelantó los relojes en el mes de abril dos veces, una hora cada vez, para un total de dos horas. Durante el verano de 1938 en la España republicana regía exactamente el mismo horario que rige en nuestros veranos desde 1974: UTC+02, la hora de Kiev. Casi con toda seguridad fue la primera vez que una región del mundo observó un desfase de dos horas respecto de su hora estándar.

En el otoño de ese año el gobierno de Negrín sólo atrasó el reloj una vez, y sólo por una hora. El cambio estacional no fue por tanto completo ni neutro. Por eso el invierno de 1938-39 en la España republicana el reloj estaba una hora adelantado respecto de la hora estándar. La España republicana vivió ese invierno en UTC+01, la hora de Berlín. Era una de las primeras veces en que se alteraba el horario de invierno de una región; esto es lo que modernamente se conoce como «cambiar el huso».

Así adelantamos el huso por primera vez y así se adelanta aún hoy: eliminando el retraso estacional de otoño. La propuesta que este año evacuaron los parlamentos de Baleares y Valencia implicaban eso: un adelanto del huso. Turquía, este mismo año, ha adelantado el huso de esta misma forma.

En ese invierno de 1938-39 terminó la guerra. Paradójicamente para nuestros oídos actuales, las tropas de Franco quitaron la hora adelantada (que era la «hora de Berlín») y pusieron la hora estándar (es decir la «hora de Londres») conforme entraban en Barcelona, Madrid o Valencia. En esta última ciudad sólo durante quince días: el 15 de abril se produjo el tradicional cambio estacional de primavera y los relojes volvieron a adelantarse, para retrasarse en otoño.

El penúltimo elemento de análisis es la Segunda Guerra Mundial, que ocurre casi consecutivamente a la Guerra Civil española ya que empieza en otoño del año 1939. Ese año el retraso de la hora en los países (Reino Unido, Francia, Bélgica, Irlanda y Portugal) con horario de verano se hará un mes más tarde de lo habitual: a mediados de noviembre.

A principios del año 1940, el 25 de febrero, estos países avanzaron sus relojes una hora un mes antes de lo habitual. Los gobiernos ya se preparan para un conflicto económicamente sangrante y explotan al máximo el reloj adelantado.

Doce días después, un lapso de tiempo considerablemente pequeño, el Gobierno de Franco también decreta un adelanto de la hora para el 16 de marzo (también en una fecha adelantada, sólo en 1938 se había adelantado la hora en una fecha tan temprana, lo normal era medidos de abril). El redactado del decreto es bastante claro y habla de la «la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con otros países europeos y las ventajas de diversos órdenes que el adelanto temporal de la hora trae consigo». Por «otros países europeos» debe entenderse la lista de cinco países que habían adelantado la hora sólo doce días antes del decreto. Cualquier otra interpretación (la connivencia con Alemania) parece simplemente ridícula, al menos de la lectura directa del boletín.

Por temporal debe entenderse que el adelanto de marzo de 1940 era lo que era: el cambio estacional de primavera, que debía anularse con un retraso en otoño. Ese retraso estacional no llegó. Como no había llegado en 1938 en la zona republicana y como no llegó en ninguno de los países antes mencionados con la excepción de Portugal.

Los relojes de Irlanda y Portugal, ambos países no beligerantes y situados en la región más occidental de Europa y más alejados del frente de guerra, vivirán la Segunda Guerra Mundial de forma muy tranquila: en Portugal se harán cambios estacionales regulares con adelantos en primavera y retrasos en otoño; algún año Portugal hará un doble adelanto en primavera y un doble atraso en otoño. Irlanda, por contra, no volverá a cambiar sus relojes hasta el año 1946: pasará toda la guerra, inviernos incluidos, con el reloj adelantado y estable.

Más al este y más cerca del frente de guerra, los relojes de Reino Unido y España vivirán historias parecidas: en el otoño del año 1940 los relojes no se retrasarán y pasarán el invierno con el reloj adelantado. A partir de 1941 (Reino Unido) o 1942 (España) harán cambios estacionales completos: adelanto de la hora en primavera (a UTC+02), retraso en otoño (a UTC+01). Exactamente lo mismo que hacemos desde 1974.

Más al este, en Francia, Bélgica y Holanda entramos en el frente de guerra y es necesario hablar también de lo que ocurrió aún más al este: en Alemania e Italia, que se encuentran en el siguiente huso geográfico y eran aliados en la guerra. Ninguno de ellos usó el cambio estacional durante la época de entreguerras y sólo en 1940 volvieron a aplicarlo. Lo hicieron más tarde que los países antes mencionados. Alemania adelantó sus relojes el 1 de abril, Italia lo hará tan tarde como el 15 de junio. En ambos países los relojes marcan entonces UTC+02.

La importancia de este hecho es que cuando Alemania invade con éxito Holanda, Bélgica y Francia exporta la hora UTC+02 a esos países. En Holanda aún regía la hora de Amsterdam (no habían adoptado ningún huso moderno) y aún no había adelantado sus relojes por primavera (iban a hacerlo en mayo). Manu militari los relojes se adelantaron una hora y cuarenta minutos en Holanda con la invasión alemana. En Francia y Bélgica los relojes sufrieron un adelanto adicional al que se hubo implementado el 25 de febrero. Fue lo que se conoció en Francia como «hora alemana».

En el otoño de 1940 la hora sólo se retrasó en Portugal y no en ninguno de los otros países mencionados (Irlanda, España, Reino Unido, Francia, Bélgica, Holanda, Italia y Alemania). Así todos vivieron un invierno (el primero de varios) con los relojes adelantados: todos lo hacían por primera vez, sólo en la España republicana se había vivido algo igual.

Además, Francia, Bélgica y Holanda vivieron dos inviernos con los relojes adelantados dos horas ya que a la hora de adelanto que hicieron en febrero (excepto Holanda) sumaron la hora «exportada» por Alemania. Ninguna de ellas se revirtió en otoño. En esos invierno Francia, Bélgica y Holanda tenían el mismo huso horario que el que habrían surgido de atender las las peticiones recientes del Parlamento de las Islas Baleares y de las Cortes Valencianas. En París llegaba a amanecer a las diez de la mañana y no anochecía hasta las 6 de la tarde. Obviamente ha sido una ocurrencia singular en la historia.

Tras dos inviernos sin cambios en los relojes Alemania retrasa la hora en otoño de 1942 y anula el adelanto de primavera de 1940. El resto de la guerra experimentará los típicos cambios estacionales y los inviernos se pasan en su hora estándar y sí, estarán más coordinados con la hora española… y también con la británica.

Francia, Bélgica y Holanda siguen esos pasos y ahora supone que pasen los inviernos con los relojes adelantados sólo una hora, en las mismas circunstancias que viven hoy.

El último punto es qué ocurre cuando termina la guerra y podemos empezar incluso un poco antes. En verano de 1944 los aliados realizan el desembarco de Normandía y para finales de agosto de ese año Francia está «liberada». Al contrario que en la invasión alemana la liberación de Francia no supone ningún paso atrás en los relojes. Siguen exactamente en UTC+2 hasta el otoño de 1944 en que retrasan a UTC+1, el cambio estacional propio. En parte esto es debido a que los relojes de Reino Unido marcan también esa hora. Pero es evidente que para los aliados la hora en ese momento no es una cuestión «nacional o identitaria» sino económica o pragmática, ligada al esfuerzo de guerra. En este artículo he procurado hablar de adelanto y retraso de relojes: adelantar el reloj en España, Reino Unido, Francia, Bélgica, Holanda, Portugal o Irlanda implica adoptar la hora estándar del huso de Berlín y Nápoles. Esto es un mera casualidad geográfica sin ningún tipo de relevancia a la hora de tomar esas decisiones. Ni en Reino Unido, ni en España, ni en Francia.

Al finalizar la guerra mundial en el verano de 1945 ocurren varias situaciones complementarias:

  1. Portugal, Alemania e Italia no tienen nada especial que hacer, siguen en su hora estándar con cambios estacionales. Portugal seguirá haciendo cambios estacionales en el futuro mientras que en Alemania e Italia cesarán en 1950 hasta la crisis del petróleo de los setenta.
  2. Reino Unido acaba la guerra con la hora UTC+02. En dos pasos (el 15 de julio (antes de que haya acabado la guerra en el Pacífico) y el 7 de octubre) volverá a su hora estándar UTC+00. Seguirá haciendo cambios estacionales indefinidamente.
  3. Irlanda pasa toda la guerra en UTC+01 sin cambios estacionales. El invierno de 1945-46 sigue en ese huso a pesar de que Reino Unido (que está más al este) está ya en UTC+00. Aprovechará el retraso estacional de otoño de 1946 para volver a UTC+00. A cambio realizará cambios estacionales como lo de Reino Unido o Portugal.
  4. Francia, es decir, el gobierno provisional de Charles de Gaulle, diseña un plan similar al británico para pasar de UTC+02 a UTC+00 en dos fases: el 16 de septiembre y el 18 de noviembre. Sin embargo el 5 de noviembre se deroga el último cambio y Francia permanecerá en UTC+01 desde entonces. A cambio no hará más cambios estacionales hasta 1974. Lo mismo ocurrirá en Bélgica, Holanda y España.

Una cuestión a analizar es por qué de Gaulle permanece en la hora UTC+01. Esto excede de un mero análisis de las disposiciones aprobadas. Supongo que los historiadores dispondrán de herramientas para entender por qué se adoptó tal decisión (tanto en Francia como en España) y es posible que ya se haya analizado. Unos apuntes propios que podrían explicarlo:

  1. Mantener el reloj adelantado en 1945 después de dos inviernos con el reloj adelantado dos horas y tres con el reloj adelantado no era tan traumático como lo habría sido hacerlo por primera vez. En España eran cinco los inviernos con la hora adelantada en España (seis si contamos el invierno del 1938-39). Lo mismo podía decirse en Reino Unido o Irlanda pero:
  2. El factor geográfico. El continente europeo está curvado en dirección NE-SW, justamente la que sigue el amanecer invernal. Para Francia era más «fácil» permanecer con el reloj adelantado que para Reino Unido. En París amanece a las 08:50 (UTC+01) pero es de los los lugares más tardíos en Francia. En Londres amanece sólo unos veinte minutos después (a las 09:10 para el mismo reloj, 08:10 para la hora oficial) pero es uno de los lugares de Reino Unido donde más temprano amanece. La misma «facilidad» tiene España y aún más «dificultad» tenía Irlanda. El entrecomillado en «fácil» y «difícil» quiere señalar que son conceptos subjetivos más que racionales.
  3. El factor económico: seguía siendo una situación económicamente calamitosa y tal vez el gobierno francés pensó que mantener la hora adelantada tendría algún tipo de beneficio económico frente a la alternativa de retornar a UTC+00 y, probablemente, seguir aplicando el cambio estacional, como se hizo en Reino Unido, Irlanda y Portugal. Es decir, la alternativa sólo se diferenciaría durante los seis importantes meses del horario de invierno. Esto también es aplicable a España. En este contexto histórico llevamos unos años discutiendo sobre cosas que no dependen del huso. Las penurias de las postguerra habrían seguido estando presentes aún habiendo retrasado los relojes en otoño del 1945. Y su combate mediante el pluriempleo o el trabajar de sol a sol habría seguido siendo una solución y una necesidad para una sociedad económicamente destrozada. La vida no habría sido especialmente más fácil con la hora de Londres cuando de aspectos básicos de supervivencia se trata.Tal vez el gobierno francés, y el español, pensaron en algún momento futuro en revertir la situación; quizá cuando la situación económica se normalizara. El problema es que, tal vez, la actividad económica de la post-guerra renaciera ya adaptada al nuevo huso horario (un efecto que es más evidente en España que Francia y, probablemente, Bélgica y Holanda) e hiciera innecesario su reversión. Dicho de otra forma: el pueblo anula la medida normativa del adelanto del huso retrasando los horarios, algo que es muy evidente en España. Por eso, permítanme el salto en el vacío, en 1977 en España se pide lo que se echa en falta: libertad, amnistía y estatuto de autonomía; y no se añade «y que volvamos a Greenwich». Es que no nos habíamos ido.
  4. Simplemente lo prefirió a la alternativa británcia que era retrasar la hora y seguir aplicando cambios estacionales en los años venideros. Francia no retrasó la hora y, a la vez, dejó de hacer cambios estacionales. La diferencia, de nuevo, es el invierno.
  5. No es una razón en sí misma pero en este punto merece la pena señalar que Francia, junto con Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo impulsaron en 1950 (sólo cinco años después del final de la guerra) la creación de la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, el germen de la actual Unión Europea y el germen del que probablemente sea el periodo de estabilidad mayor en esos países. Cuando nació la CECA los seis países fundadores ya compartían huso horario. Es inevitable, hagan lo que hagan con el huso, sólo pase una hora (un medida estándar de huso) desde que amanece en invierno en el norte de Italia a hasta que amanece en toda Francia. Comparten ese hito astronómico aunque no compartan la hora del mediodía. No es irracional privilegiar el primero frente al segundo cuando eliges huso.

Después de 1945 Reino Unido, Irlanda y Portugal (que tenían un reloj estándar) siguieron haciendo los cambios estacionales mientras que el resto de a Europa occidental (Francia, España, Benelux, con reloj adelantado y también Alemania, Italia, con reloj estándar) dejo de hacerlos hasta la crisis de los años setenta. En verano coincidían sus horarios en UTC+01, en invierno no.

Reino Unido, Irlanda y Portugal intentaron cambiar al otro esquema en los años sesenta pero sus sociedades no se adaptaron al cambio. Portugal volvió a intentarlo en los años noventa con el mismo resultado. La rigidez de las sociedades ya era demasiado grande como para admitir estos cambios que afectaban esencialmente al invierno.

El hecho de que con la crisis del petróleo volvieran los cambios estacionales a España, Francia o Benelux muestra hasta qué punto el adelanto del huso ocurrido en la Segunda Guerra Mundial había sido absorbido por las sociedades de estos países: después de admitir un reloj adelantado en invierno admitieron un reloj con doble adelanto en verano. Es un caso singular entre los países que viven con un reloj adelantado.

El último cambio digno de mencionar ocurrió en 1996 cuando una directiva europea (los cambios estacionales a finales del siglo XX se hacen de forma coordinada, estable y anunciada con mucha antelación y no cuando al gobierno de turno se le ocurre) obligó a que el retraso otoñal se hiciera a final del octubre (como se hacía en Reino Unido) y no a finales de septiembre (como se hacía en el resto de Europa). Esta pequeña modificación, inadvertidamente, ha fomentado la sensación de que es el cambio de hora quien produce los anocheceres tempranos.

Esta sensación se debe a que la fecha astronómica del anochecer más temprano es, ahora mismo, principios de diciembre, poco más de un mes después del cambio de hora. Cuando cambiamos la hora a finales de octubre la puesta del Sol ocurre sólo media hora más tarde de lo que lo hará en diciembre, que es cuando más temprano anochece. Por eso asociamos el cambio con una hora temprana de anochecer.

Por contra, la fecha del amanecer más tardío es un mes más tarde (principios de enero) y, por tanto, hay un mes más de margen respecto del cambio de hora. Así hay casi una hora de diferencia entre la hora del amanecer a final de octubre tras el cambio de hora y la hora del amanecer más tardío del año. Notamos como progresivamente los amaneceres son más tardíos después del cambio de hora de otoño pero no notamos que los atardeceres sean cada vez más tempranos; ya desde el inicio «nos parecen» demasiado temprano.

Relacionado con esto está la última vuelta de tuerca la hemos visto este año cuando desde diversos sectores (y creo que no sólo españoles) se ha pedido no retrasar la hora en otoño alentados por ese efecto del anochecer temprano. Esto sería volver a aplicar la misma medida que tomó Juan Negrín en 1938 o Charles de Gaulle en 1945. Recorriendo este camino paso a paso (primero no retrasar la hora en otoño, más tarde hacer cambios estacionales completos y más tarde aún no retrasar la hora en otoño) podríamos llegar a tener la hora de Nueva Zelanda en unos siglos y posteriormente regresar a Greenwich después de circumnavegar los husos, y sin movernos de casa.

Inopinadamente estas peticiones muestran lo asentado que está el huso horario en Europa y, particularmente, en España: hay personas que piden adelantarlo aún más y otros que piden retrasarlo. Indirectamente, es un recordatorio de que la estabilidad del sistema horario en Europa (70 años sin cambios en la hora de invierno salvo las excursiones, fracasadas, de Reino Unido y Portugal a la hora de Berlín), las reglas del juego sobre las que hemos tomado decisiones tan simples como a qué hora levantarnos o a qué hora deben empezar los colegios de primaria, y sobre las que podemos construir cualesquiera otras, es un bien común que algunos han dejado de apreciar irracionalmente.

Referencias

Como buen cuñado de mi cuñada buena parte de este trabajo proviene de analizar sistemáticamente los datos que aparecen en timeanddate.com, que espero que sean correctos aunque no siempre lo son. Por ejemplo sólo aparecen los datos de la zona franquista durante la Guerra Civil.

También he consultado el artículo de Pere Planesas titulado La hora oficial en España y sus cambios publicado en el Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid del año 2013. Y el artículo de Yvonne Poulle La France à l’heure allemande en la Bibliotèque de l’ècole des chartes, 1999, aunque con el importante hándicap de que no sé mucho francés: sólo lo que dieron de sí tres cursos de la E.G.B.