23 noviembre 2024

Cuando se podía protestar cantando: nueve canciones del pasado que hoy pasarían por la Audiencia Nacional

La Ley Mordaza ha llevado ante los tribunales a un elevado numero de artistas contestatarios, siendo algunos de ellos condenados con penas de cárcel. Unas condenas impensables años atrás, pese a las características musicales de grupos como Eskorbuto, Cicatriz o Kortatu.

La Ley de Seguridad Ciudadana –eufemismo de la popular Ley Mordaza– ha llevado en los últimos años a suficientes artistas a la Audiencia Nacional como para pensar que la represión política en España es desmesurada, así lo ha señalado esta semana el Tribunal de Estrasburgo y así lo ha denunciado el New York Times en sus páginas. Valtonyc, Pablo Hasel, Saúl Zeitsev, Elgio o el veterano César Strawberry son algunos nombres propios que ejemplifican la persecución que sufren los que se atreven a cantar de una forma crítica.

La música en España siempre ha sido un instrumento de oposición política importante y eficaz. Fueron, de hecho, los cantautores españoles quienes pusieron sus voces y guitarras al servicio de la lucha contra el franquismo, tal y como relata el historiador Roberto Torres Blanco en su obra La oposición musical al franquismo: canción protesta y censura discográfica en España (2010).

Tras la dictadura, el movimiento punk y los sonidos del rock experimentaron una suerte de apogeo que duraría hasta finales de los años noventa. Los grupos del momento, muchos de ellos relegados al ostracismo, plasmaron en sus letras la rabia política de una juventud enredada en las drogas y los excesos. Si ponemos atención a las líricas de las bandas del Rock Radical Vasco, nos daremos cuenta de que hoy no podrían ser cantadas sin una visita, casi segura, a los banquillos de la Audiencia Nacional.

Mirar al pasado puede ser una buena forma de constatar la regresión de derechos que se ha producido en España desde la aprobación de la Ley Mordaza. En Público, hemos seleccionado nueve canciones combativas que pudieron ser cantadas en su día sin tener que rendir cuentas a fiscales y jueces.

«Mucha Policía, poca diversión»

A principios de los años ochenta, la banda de Punk vizcaína Eskorbuto daba a conocer una de sus canciones más emblemáticas. Con un par de quintas rápidas y una letra simple y directa, los de Santurce, cantaron contra los Cuerpos de Seguridad del Estado, sin temor alguno a ser multados o detenidos. «Mucha Policía, poca diversión ¡Represión! ¡Represión!», entonaba un joven Juanma Suárez, vocalista del grupo vasco. Un verso que, con el tiempo, se convirtió en una especie de himno, cantado por un sin fin de artistas, profesionales y amateur, en todo tipo de salas. Tanto es así, que la canción fue coreada por el diputado de Amaiur Xabier Mikel Errekondo en el mismo Congreso de los Diputados, como protesta contra la Ley Mordaza.

Aunque la letra entra en la normalidad del movimiento punk, en el presente podría ser objeto de sanción. Buena prueba de ello es la multa de 375 euros con la que el grupo Rocavieja fue sancionado por corear la consigna antipolicial en un concierto de Yecla (Murcia), al ver que la Policía Local detenía a un joven que se encontraba entre el público.

«Asesinos a sueldo, buena recompensa por un etarra muerto»

Corrían, también, los años ochenta cuando Kortatu se erigió como una de las bandas más rompedoras del panorama musical. No sólo a nivel estatal, también tuvieron ciertos reconocimientos en el exterior, quizá por sus rasgos afines con los míticos The Clash. Sea como fuere, el contexto histórico y la procedencia social de los componentes del grupo influyó notablemente en la composición de un sin fin de letras que clamaban contra la violencia de los GAL y ridiculizaban con sorna las actuaciones policiales y las medidas antiterroristas del PSOE –«Sarri, Sarri»-.

Una lista de canciones bastante larga que, de haberse compuesto hoy, podrían haber sido denunciadas por enaltecimiento. En su canción ‘Hotel Monbar’, los de Irún recordaban con rabia la matanza que dos supuestos pistoleros de los GAL cometieron en una pequeña estancia de Bayona, llevándose por delante a cuatro miembros de ETA. No es la única composición crítica con el terrorismo de Estado del PSOE, en Hernani 15/6/84, Muguruza canta: “Ahora lo recuerdo; asesinos a sueldo, buena recompensa por un etarra muerto”. Por entonces, se entendía que todo quedaba en una mera canción compuesta para que los punkis de turno se calentaran los codos entre pogos y calimotxos.

Albert Pla: «Mi novia es una terrorista»

El dilema moral que plantea Albert Pla en su tema ¿La dejo o no la dejo? es tan osado como complejo. Amor o justicia. El cantautor catalán cuenta en esta canción como su pareja sentimental, afín a un grupo terrorista, atenta contra los pilares que sustentan y ordenan el sistema español. Policías, militares y políticos se convierten en el blanco de esta violenta novia. Algo que perturbaba la ética de Pla: “Que problema de conciencia ¿a quien piensas serle infiel a tu novia o a tu patria?”, se preguntaba el artista para, de súbito, responderse al son de una orquesta: “Un político muerto, un político menos”.

“Salve”

En España, seguramente, no haya habido una voz más crítica y más mordaz que la de Evaristo Páramos, vocalista y líder de La Polla Records, The Kagas, The Meas y, ahora, de Gatillazo. En el 84′ la banda sacó su primer disco, Salve, apoyándose en un tema que recibía el mismo nombre. La portada, un fraile enrabietado que portaba de forma violenta una cruz en llamas. Una imagen que daría que hablar entre los devotos de hoy. La letra de la canción, seguramente también. Pero por entonces, la democracia acababa de nacer y que un gobierno ejerciera la censura como arma política podría recordar demasiado al franquismo precedente.

“Hay que estar ‘majareto’ para hablar de amor de dios / y al mismo tiempo en sus escuelas / preparar los cuadros de mando de la represión fascista / ¿Cómo se puede ser tan fariseo?”, cantaba.

“Fraga, muérete”

Un año después, 1985, La Polla Records, sacó un nuevo LP que recogía parte de los sentimientos de la izquierda antimilitar y antipatriótica de España. Entre las canciones del disco, Sin país, todo un himno anarquista, o Moriréis como imbéciles, un tema que cargaba contra la mili, podrían ser interpretadas como un “ultraje a España y a sus símbolos y emblemas”. Sin embargo, Cara de culo sería, quizá, la letra que más controversia podría causar, pues en ella se le deseaba la muerte al fundador de Alianza Popular y ex ministro franquista Manuel Fraga.

«Jesucristo García»

El Robe, tampoco se salvaría si le diera por cantar como lo hacía antes. Cuando en el 85 compuso Jesucristo García, no sabía que treinta años después, esa canción podría herir sensibilidades religiosas. No sabemos si la denuncia la presentaría una asociación de abogados cristianos o una hermandad católica, pero al cantante de Plasencia le podría salir caro cantar como un Jesús que vende droga: “A mi no vienen a verme los enfermos / a mí me viene a ver la gente sana / y yo les pongo a todos ciegos (…) Hago milagros, convierto el agua en vino, / me resucito si me hago un canutito”.

«Yo prefiero a Baco»

Si existe un grupo que abrace la sátira y el humor como forma de protesta, este es Mama Ladilla. La banda liderada por Juan Abarca se hizo famosa por canciones en las que llamaba a sus seguidores a imaginarse al Papa «en chándal, con una gorra de hélice y chanclas” y por rimas tan escatológicas como surreales. Subidos siempre al tren del humor, los madrileños publicaron en su álbum Directamente a la basura (1994), un tema que describía a Cristo como “la imagen de un yonki en pelota picada, sangrando como un cerdo y clavado en una estaca”. La canción terminaba riéndose de la idolatría cristiana por “adorar un cadáver en descomposición”.

«Desobediencia»

Si por algo se les podría condenar a los vitorianos de Cicatriz es por apología del Nihilismo. La autodestrucción como ideología que promulgaban en sus canciones les llevo a convertirse en una banda maldita: todos sus miembros fallecieron por sobredosis o por enfermedades derivadas de los excesos. Sin embargo, como buen grupo de punk, sus letras no sólo hablaban de drogas, alcohol y atracos. La crisis económica e industrial de Euskal Herria, la violencia estatal impulsada por el ministerio de Interior de Barrionuevo en el denominado Plan Especial Norte y la marginación social que sufrían por entonces muchos de los jóvenes de la zona, influyeron en las composiciones líricas de la banda.

Un buen ejemplo de la confrontación social del momento es su canción Desobediencia donde se habla de “machacar al clero” y “matar al policía”. Una letra que, pese a la tensión del momento, pudo ampararse en el derecho a la libertad de expresión.

«Puta España ¿OK? Me cago en el rey»

A finales de los años ochenta y principios del nuevo milenio, la tendencia musical comenzó a cambiar. El Hip-Hop fue desplazando el monopolio de la protesta que el punk y el rock habían ejercido durante cerca de veinte años. Un cambio abanderado por formaciones que, como Violadores del Verso, entremezclaban la altanería del rap americano con la irreverencia política que definía a algunas de las bandas anteriores. En 2001, la formación maña sacó un tema con un par de frases que cargaban contra la corona, por entonces, del Borbón Juan Carlos y contra España. Sobre una base de R de Rumba, el rapero Kase’O se arrancaba a cantar: “Vengo del mejor grupo que parió una puta llamada España / ¡Puta España!¿ok? me cago en el rey”.