Así debes actuar si te pica una de las carabelas portuguesas que han llegado a nuestras playas
Disparan sus células urticantes cuando tienen a la víctima cerca, son carnívoras, hermafroditas y conocieron a los dinosaurios
Son parientes de las medusas, pero no son como ellas. Poco se sabe de este organismo que no sobrevive más de un par de semanas en un acuario por mucho que se reproduzcan las mismas condiciones del océano. Necesita su hábitat. La fragata o carabela portuguesa ha tocado nuestras costas empujadas por los temporales de los últimos meses. No es habitual y se espera que se vayan retirando, pero este año han llegado tantas que el gobierno balear ha establecido por primera vez un protocolo de actuación. Su hábitat natural no es el mar Mediterráneo, si no el océano Atlántico, por eso la sorpresa de los especialistas es mayor y la mayoría de los bañistas son incapaces de identificar a la especie.
Pero, ¿por qué se han acercado tanto? Hay que fijarse en la sucesión de temporales. La carabela portuguesa se mueve a merced del viento que en ocasiones la arrastra a la costa, un lugar que no les gusta en absoluto porque corren el riesgo de embarrar lo que les supone una muerte segura. Viven flotando y alejadas de la costa donde pueden comer. Se alimentan de peces de hasta diez centímetros y sus depredadores son las tortugas para quienes la carabela es un manjar exquisito.
Disparan sus células urticantes cuando tienen a la víctima cerca
La carabela portuguesa debe el nombre al parecido con unos barcos del país vecino que tenían sus velas de esta forma. Nadie sabe qué les da ese color azulado y violeta que les sirve para mimetizarse con el mar y pasar más desapercibidas ante sus presas. La carabela flota, no se mueve en columnas como las medusas.
No tiene ojos y es capaz de percibir las ondas que se forman en agua. Entonces se dirige hacia ellas. Sus tentáculos suelen medir dos metros y, en ocasiones, llegan hasta los cinco. En cuanto tiene a su víctima cerca disparan sus células urticantes que contiene un veneno capaz de paralizar a los peces que consume. Al toparse con un ser humano, su forma de actuar es similar. La mayor masa corporal marca la diferencia. Al pez, el veneno lo mata. A las personas, les provoca un intenso dolor similar a una quemadura de primer o segundo grado, como explica el investigador del Centro Oceanográfico de Murcia y del Instituto Español de Oceanografía (IEO), Ignacio Franco.
Lo primero: despegar los tentáculos que se quedan adheridos a la piel
La fragata es carnívora. Solo ataca si tiene al lado su alimento. “Notan si es carne u otra cosa. Si le acercas plástico, madera u otro material no dispara las células urticantes. No les interesa”, explica May Gómez, bióloga marina, doctora en Oceanografía y catedrática de Zoología que investiga las carabelas, entre otros organismos.
“Disparan esas células cuyo veneno entra rápidamente en los tejidos. Son millones al unísono y el efecto es inmediato. El dolor es horroroso y el tentáculo se queda pegado en la piel. Pasa con alguna medusa, pero en el caso de la carabela las marcas son dramáticas y ves todos los tentáculos pegados a las piernas. El efecto del veneno es paralizante, la carabela no piensa ‘ay, a este humano no me lo voy a poder comer”, explica la científica.
“Hay que salir lo antes posible del agua, coger la carabela por la parte de arriba del flotador que no pica y quitarla de la piel. Luego despegar con guantes, pinzas o como se pueda los restos de los tentáculos adheridos. Nunca tocarlo directamente”, cuenta. Todo es cuestión de masa y afectará más a un niño que a un adulto.
El falso mito de orinar sobre la picadura
Aitana Pérez, médica de Urgencias de la Fundación Hospital de Calahorra, explica que no hay que frotar fuerte porque puede provocar una liberación mayor del veneno. Una vez retirados los tentáculos, sumergir la zona de la picadura en agua salada tan caliente como se pueda aguantar durante veinte minutos. Los antihistamínicos y analgésicos serán de gran ayuda para reducir el dolor.
No hay que rascarse, ni usar toallas, ni arena para retirar los tentáculos. Ni utilizar agua dulce ya que los cambios en la presión osmótica del agua pueden liberar más veneno. Tampoco hay que orinar sobre la picadura, un falso mito arrastrado durante décadas, que lejos de aliviar propaga la sustancia urticante.
¿Hay riesgo de muerte?
El dolor provocado por la carabela es más intenso que la picadura de una medusa. Uno de los mayores riesgos es que haya alergia a la toxina. Como cualquier alergia severa puede provocar un shock anafiláctico que acabe en fallo respiratorio o ahogamiento, según explica la médica Pérez.
En EEUU, se han descrito casos de muerte por picadura de la carabela portuguesa, provocados por efectos secundarios como parada cardíaca o respiratoria; así como por la parálisis del miembro afectado que impide seguir nadando en una zona en la que no se haga pie.
“En el shock se produce una respuesta inflamatoria exagerada al entrar en contacto con la toxina. El organismo pierde su capacidad de defensa y pasa a la autoagresión provocando alteración de la microcirculación y la perfusión tisular, hasta llegar a la disfunción orgánica”, explica.
UNA FORMA PRIMITIVA de vida QUE CONOCIÓ A LOS DINOSAURIOS
M.A.
No es un individuo solo sino una colonia. La bolsa y los tentáculos forman una organización perfecta. Tienen un flotador común. Es lo que sobresale del agua que se llama neumatóforo. Cada uno de los tentáculos es un individuo de la colonia y hay tres tipos. Los dactilozoides, dedicados a la defensa y los más urticantes; los gonozoides, destinados a la reproducción y los gastrozoides, encargados de la alimentación. Son tres tipos de individuos diferentes. Por separado, ninguno de ellos puede vivir, solo como una colonia conjunta.
Cada uno de los individuos de la colonia trabaja por el bien común de la comunidad. Una forma de vida muy primaria que ha evolucionado de forma tan eficaz que ha sido capaz de sobrevivir los diferentes cambio que ha tenido la Tierra, están desde el Cámbrico, desde antes de los dinosaurios e incluso de los vertebrados. Sobrevivirán también en condiciones de cambio climático.
Los organismos de reproducción se dividen en machos y hembras. La colonia es hermafrodita, pero no se reproducen entre ellas, no se autofecundan una a otra. Viven en enjambres. En otoño empiezan a liberar gametos al agua que fecundan a la colonia de al lado y viceversa. Para generar colonias nuevas se utiliza la reproducción sexual y para aumentar el número de individuos de una misma colonia se utiliza la reproducción asexual. Son imbatibles, por eso están ahí desde el Cámbrico. Y lo que queda.