YA ES NOCHEBUENA por JUAN ALFREDO BELLÓN para EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 22-12-2019

Antes de entrar en harina, debo comentar que, desde que murió Manuel Alcántara este año que ahora termina, ya no es problema para nadie titular un artículo periodístico porque él, tan prolífico, los acaparaba todos y nadie osaba clamar ni actuar contra su magisterio indiscutible.

Ahora, muerto el maestro, todos podemos titular a nuestro antojo un nombre navideño o cualquier otro aunque luego hablemos (o escribamos) de fútbol o de política, como es el caso.

Pues el caso es que ayer miércoles 18, los madridistas fachas estaban muy procupados por el clásico; tanto que nos paraban por la calle a los culés (aunque la calle fuera la Plaza Nueva granadina) y nos echaban a voces la
culpa avisándonos de que seríamos responsables de lo que pasara con el clásico, antes de que eso tan gordo hubiera realmente sucedido.

La cosa llegó a tanto, por lo demudados que estaban nuestros conocidos y a veces hasta amigos merenguetis (tengo que recordar que casi todos los fachas sociológicos son madridistas aunque no todos los madridistas, como Rubalcaba por ejemplo, lo sean) cuando llegó la hora del partido me desvestí del equipo natatorio y dando marcha atrás, me puse el de jugar al sillón-bol y me encontré sentado en mi localidad televisiva para ver en directo el clásico y sus prolegómenos y si eran tantas las nueces como el ruido y el evanescente Sunami, en efecto, se desvanecía o no y, en ese caso, el Barça daba la nota mundial y el universo lo descalificaba a perpetuo y muerto el perro, se acabó la rabia, o no.

Pero nada fue lo que perecía y todo, en cambio, lo que suele ser y parecer en un auténtico partido de fútbol, donde hay de todo (incuída la política) porque el fútbol es reflejo de la vida y la vida tiene de todo dentro, nos guste más o menos, como el partido del jueves, que a todos nos gustó y nos disgustó, pichí-pichí, como su resultado de empate a cero, incluido; Torra e Isabel Ayuso que, por cierto, ambos estaban en el palco presidencial del Camp Nou, junto a cien mil espectadores presenciales y aficionados, curiosos, representantes insti/constitucionales y dicen que hasta ¡seiscientos millones! de espectadores televisivos y televidentes no presenciales, teleadictos que no dejaron de disfrutar del espectáculo y de aprender sobre el terreno que (y por qué) el Barça es muchísimo más que un club y España (por qué es) más que una simple nación inarticulada) solo democrática y nada «res», como dicen los catalanes en esa importantísima región (o nación -qué más da-) española con la que tendremos que aprender a usar el lenguaje inclusivo según el cual España y sus 17 partes (nacionalidades y regiones que la forman) son como naciones en sentido amplio (Rubalcaba, que era madridista y merengón, dixit) y no hay más que hablar.

Total que acabó el partido y todos concluyeron la fiesta sin más Tsunamis ni historias y fueron a sus casas más o menos afectados, como suele ocurrir cuando un clásico te quita el sueño y acaba, como siempre, con tus pies
fríos y tu cabeza caliente y con tus ganas de ver morder el polvo al adversario en el ludus, en la cancha del stadium que representa la la vida donde se da el comienzo del juego del ganar y perder, como en la vida misma y luego viene el alimento del espíritu, como cuando ahora gana tu equipo y ya no tienes apetito tras haber besado por primera vez a tu novia…, o que ella te haya besado a ti, y luego ya no comes, y te dice tu padre que estás lelo, que parece que el fútbol (o la novia) te han sorbido la sesera o te dan de comer… Las cosas de la vida.

Por eso los emperadores romanos decían que su programa de gobierno consistía en facilitar al pueblo panem et circecnsis, pan y fútbol (y toros) que diríamos entre nosotros.

Y hablando de espectáculos, ayer conocí por la prensa la dolorsa y desgraciada muerte de Pachi Andión en un accidente automovilistico, uno de los primeros actores que se desnudó ante las cámaras cinematográficas en las que luchó desde los Setenta por la libertad.

Hoy se lo he comentado, miestras comíamos, a mi amigo Miguel, el
Curica, que era cocinero del restaurante La Candelaria en Barrio Latino de París durante el Tardofranquismo donde alimentaba gratis de las sobras a la numerosa chiquillada antidictatorial exiliada española.

Miguel se ha conmovido recordando a su buen amigo Pachi y me ha pedido que dé el pésame en su nombre por medio de estas líneas a sus allegados y familiares, ya que ahora no tiene la dirección del difunto para hacerlo personalmente, y que les trasmita en su nombre la más sentida condolenlencia y amistad fraguada en los tiempos heroicos de la resistencia.

Descanse en paz Pachi Andión y nosotros por lo del descanso, a partir del próximo fin de año, para cuando se anuncia la confluencia de fuerzas políticas en favor de un próximo Programa de Gobierno Democrático y
Progresista que nos permita avanzar en el camino de la Concordia y la Paz hacia una España más justa, más libre y más feliz a partir de enero de 2020.
Ah, y que el Barça gane la Liga, la Copa y la Champion, con el permiso de Florentino Pérez y del Real Madrid.

foto: Patxi Andión, el pasado noviembre. CLAUDIO ÁLVAREZ / epv

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