¿Sabéis por qué tenemos tantos espacios protegidos? Como respuesta a la concienciación y preocupación medioambiental que, lógicamente, crece año a año.

Hace unos días os hablé sobre los beneficios de dar paseos por naturaleza: no solamente hacemos ejercicio físico, que es importantísimo (“Mens sana in corpore sano” que decían los romanos), sino que nos paramos a contemplar la belleza que tenemos tan cerca de casa y en la que nunca reparamos.

Y es que no hay nada como levantarse y, con los primeros atisbos del amanecer, calzarse las botas para ponerse rumbo a una preciosa cumbre. Porque vivimos en un sitio que lo merece, ya que España alberga la mayor biodiversidad de Europa, por lo que cuenta con muchísimos espacios protegidos.

Las rutas más sostenibles de España

Estos espacios, ya sean terrestres o marinos, pueden clasificarse, dependiendo de los bienes y valores que se quieran proteger, en: Parques Naturales, Reservas Naturales, Áreas Marinas Protegidas, Monumentos Naturales o Paisajes Protegidos.

El 90% del territorio español es rural, pero solo el 20% de la población habita en él. ¿Qué medidas se toman para paliar esta paulatina pérdida de habitante? Pues poniendo el foco en esas zonas: creando senderos sostenibles, un producto turístico clave para desplegar la industria local. Pero no cualquier sendero sirve, sino que para ganarse el calificativo de «sostenible», debe cumplir con una serie de requisitos:

  • En primer lugar, debe tener un trazado adecuado, bien señalizado, accesible para todos los públicos, con infraestructuras para disfrutar del recorrido (miradores, descansos…) y paneles informativos que den cuenta de los recursos que se encuentran en el trayecto y sobre la seguridad y el mantenimiento.
  • Adicionalmente, las infraestructuras que se construyan (alojamientos, redes de interpretación, museos, etc.) deben respetar el ecosistema y adscribirse al compromiso por la sostenibilidad y el desarrollo local de alguna manera.
  • También debe estimarse la carga turística, para lo cual debe haber un registro de visitantes que gestione sus consultas, reclamos y sugerencias.

El objetivo de todo ello: hacer más disfrutable y seguro el recorrido para crear experiencias memorables y recomendables.

Si queréis saber cuestiones más técnicas sobre senderos sostenibles, la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada  (FEDME) tiene un estudio sobre «Senderos señalizados y desarrollo rural sostenible».

Así que, volviendo al asunto, si aún estáis pensando qué pico conquistar, acompañadme en esta travesía donde veremos cuatro rutas sostenibles, algunas en Espacios Naturales Protegidos, para disfrutar y cuidar del planeta. Seguro que al terminar empezáis a buscar un destino. ¡Vamos a ello!

1. La Ruta de los Volcanes en el Parque del Timanfaya (Lanzarote)

De nuestro particular Caribe, las islas Canarias, Lanzarote ocupa un lugar especial. Además de tener un plan de sostenibilidad, fue la primera provincia en recibir el reconocimiento Biosphere Responsible Tourism que otorga el Instituto de Turismo Responsable (ITR), miembro de la Global Sustainable Council (GSTC).

 

Y os preguntaréis “¿De qué estás hablando, Luzía?” Pues veréis, se trata de un certificado internacional que avala la sostenibilidad de los destinos más turísticos, teniendo en cuenta el desarrollo económico, el respeto al medio ambiente y la protección cultural. Sin duda, una muy buena noticia.

En esta isla se encuentra el Parque del Timanfaya, declarado Parque Nacional en 1974, y cuya superficie abarca los 51 kilómetros. Es considerado un fiel exponente del vulcanismo, ya que en su inhóspita superficie se encuentran multitud de manifestaciones y fenómenos geológicos de destacado valor científico y estético.

Veréis, en este increíble sitio se puede hacer la Ruta de los Volcanes, la cual debe realizarse con cuidado si se va por cuenta propia, ya que, como bien dice la web del Ministerio para la Transición Ecológica, es un recorrido de gran dificultad tanto por el terreno como por los 9 kilómetros de longitud. Por eso, lo mejor es que se haga con guía.

Para quienes quieran conocer un poco más a fondo el mundo volcánico, el Cabildo Insular de Lanzarote presta instalaciones y servicios de uso público para ello, como por ejemplo el Centro de Visitantes e Interpretación de Mancha Blanca o el Laboratorio Geodinámico, que se encuentra en la Casa de los Camelleros.

Además, aunque ya sabéis que estoy en contra de la explotación animal, existe la posibilidad de hacer un corto recorrido a lomos de un dromedario.

Si ya estáis pensando en visitar este increíble lugar y conocer más sobre la formación de los volcanes, recordad siempre que es fundamental respetar y conservar estos parajes, y, como bien dicen en la página del Gobierno de Canarias, está prohibido llevarse souvenirs del parque a casa.

2. Ascenso al pico del Mulhacén en Sierra Nevada

¿Canarias os pilla un poco a desmano? No pasa nada, ahora volvemos a rutas por la península.

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El segundo sistema montañoso de mayor altitud de Europa occidental se encuentra en Andalucía: el Parque Natural de Sierra Nevada. De verdad os digo que acercarse a este macizo es asistir a un espectáculo único, ya que se pueden observar más de 2000 especies vegetales vistosas y coloridas, además de una rica entomofauna (sí, bichillos), anfibios, reptiles, mamíferos, aves, sin contar, por supuesto, la cabra montesa. El Pico Mulhacén corona este precioso sistema montañoso con sus 3478 metros de altura, convirtiéndose en el techo de la península.

¿Cómo se puede llegar conquistar la cima? Pues existen diversas formas de llegar hasta ahí arriba, dependiendo de gustos y capacidades físicas.

La más bonita (y sencilla) es la que sale de Capileira y pasa por el refugio Poqueira, ya que comienza transcurriendo junto a un canal de agua. Siguiendo este trayecto, al refugio se llega tras 7 kilómetros, situado a 2500 metros de altitud; se puede pasar la noche o simplemente hacer un breve descanso. A partir de ahí, hasta la cima son 17 kilómetros.

La ruta en sí no presenta mucha dificultad, pero el desnivel es de 4000 metros acumulados, por lo que son necesarias dos cosas: primero, buena forma física; y segundo, aclimatar el cuerpo al menos un día antes para no sufrir el «mal de altura».

Pese al esfuerzo que supone el ascenso, desde el punto más alto de la península hay unas vistas privilegiadas.

3. La Senda del Oso (Asturias)

Al lema «Asturias, paraíso natural» no le falta razón: montaña y playa se encuentran a un paso en esta comunidad. Entre la multitud de rutas que se pueden hacer, una de las más reseñables es la Senda del Oso, además de por su belleza, por su origen.

¿Sabéis cómo se ideó? ¿No? Pues os cuento. En 1987, en los albores del cese de la actividad minera, los ayuntamientos de la comarca decidieron poner en marcha un plan para desarrollar el turismo rural con el fin de crear un nuevo valor económico y social para la población de la zona.

Así que se recuperó el trayecto del ferrocarril minero, espina dorsal del territorio, y se empleó como medio para exponer los valores ambientales y etnográficos diferentes en cada territorio; es decir, lo que ahora conocemos como «turismo rural»; de ahí que sea una Vía Verde.

Sus 22 kilómetros de recorrido, que van desde Tuñón hasta Entrago, discurren por los cuatro concejos que conforman la comarca del Valle del Oso (Quirós, Santo Adriano, Proaza y Teverga), por lo que está parcialmente inmerso en el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa.

Es una senda peatonal protegida con vallas de madera, con poco desnivel (o sea, dificultad poquísima), y que además está bien señalizada. A lo largo del itinerario hay varias áreas de descanso y multitud de paneles informativos sobre la fauna y flora del entorno, los monumentos, y también sobre rutas alternativas o consejos para cuidar el medio.

Por su sencillez esta ruta se puede hacer tanto andando como en bicicleta. Además, es un trayecto muy ameno y entretenido, ya que atraviesa tres desfiladeros, siete puentes y más de treinta túneles. ¡Y durante el recorrido se pueden ver a las osas Paca y Molinera!

4. El Desfiladero de Montrebei (o Mont-Rebei)

La última ruta que os traigo no es apta para todos los públicos, ya que solo los más valientes se atreven a realizarla: el congosto de Mont-Rebei, uno de los desfiladeros más profundos de España, y que pertenece a la Red Natura 2000.

Se encuentra en el límite entre Aragón y Cataluña. En la parte catalana se abrió hace muchos años un camino que desde hace poco conecta con Aragón mediante pasarelas y un puente colgante. Se puede comenzar desde cualquiera de sus dos partes: desde La Masieta en Cataluña o desde Montfalcó en Aragón.

Este trayecto no presenta demasiadas dificultades técnicas, pero es un camino excavado en la roca, por eso insisto en que no todo el mundo se atreve a hacerla.

A la estrechez del camino (entre 1 y 1,5 metros), hay que sumarle que en el lado de la roca hay un pasamanos de cuerda, pero nada al otro, solo una caída de 40 o 60 metros.

Las vistas desde este desfiladero son increíbles, pero es que además se pueden observar multitud de aves si se llevan prismáticos.

Posiblemente esta sea la excursión más emocionante de todas, con puentes colgantes, pasarelas en el aire, caminos excavados en roca… ¡Una aventura! Y si no me creéis, podéis acceder a esta página para comprobar que todo lo que digo es cierto.

¡Ah! Se me olvidaba. Si os parece demasiado arriesgado, también se puede realizar en kayak, que será igualmente espectacular.

Si os he convencido, no os olvidéis de algo súper importante: el decálogo del viajero responsable. ¿En qué consiste? En dejarlo todo tal y como está, y, si está en tu mano, mejor.

Por eso, os insisto (lo sé, soy una pesada): cuidad el entorno y sed respetuosos, si hay algo con lo que habéis subido a una cumbre, seguro que podéis bajarlo en la vuelta, e incluso habrá sitio para un poquito más.

¡Hasta la próxima amigos de la aventura!

Fuente: La Energia de Luzia

https://www.ecoticias.com/sostenibilidad/199993/rutas-mas-sostenibles-Espana

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