«En el metaverso se va a derrochar mucho dinero. Y no está el mundo para pamplinas»

ENTREVISTA A ISABEL FERNÁNDEZ PEÑUELAS EXPERTA EN DESCUBRIR EL FUTURO

Con motivo de nuestro 35 aniversario y en colaboración con la Fundación BBVA, hablamos esta semana con esta filósofa especializada en detectar qué tendencias  –tecnológicas, sociales, demográficas– van a triunfar en el futuro. Nada mejor que charlar con ella para prepararse para los distintos escenarios que pueden venir.

Filósofa de formación, Isabel Fernández Peñuelas (Talavera de la Reina, 62 años) es socia fundadora y dirige The Futures Factory, una escuela on-line que detecta tendencias y analiza los factores invisibles que infl uyen en las decisiones, una disciplina de larga tradición en el mundo anglosajón, pero no tanto en el hispano. También es colaboradora de la comunidad de conocimiento OpenMind de BBVA y profesora del curso de Estudios de Futuros de la UNED. Antes dirigió al Área de Innovación de la multinacional Oracle y trabajó en el Departamento de Tecnología de la Corte Penal Internacional de La Haya. Tras treinta años de imaginar el futuro como profesión, dio el salto a la creación literaria. Por supuesto, en la ciencia ficción… Mentes colmena es su primer libro de relatos.

XLSemanal. ¿Qué ve en la bola de cristal?

Isabel Fernández Peñuelas. Los que trabajamos en escenarios de futuro no somos Rappel. Nos hacemos preguntas con el objetivo de guiar a empresas, organizaciones y gobiernos a la hora de tomar decisiones.

XL. Pues vaya chasco…

I.F.P. Eso no quiere decir que no nos mojemos. No hay bola de cristal, pero sí buscamos canicas, pequeñas señales en la periferia que pueden indicar un cambio y convertirse en tendencias. Pero no solo señales tecnológicas, también sociales, ecológicas, demográficas… Si no, corremos el riesgo de que nos pase como a los bancos, que hace años vieron que las aplicaciones móviles estaban maduras y cerraron oficinas a diestro y siniestro sin tener en cuenta el envejecimiento y las necesidades de muchos de sus clientes.

XL. ¿Para qué imaginar el futuro si lo habitual es equivocarse?

I.F.P. No se trata de adivinar el gordo de Navidad, sino de prepararse para lo que pueda venir. Por eso no se crea solo un escenario, sino varios, que van desde el mejor al peor. Esta disciplina comienza en los años sesenta y ha tenido éxitos notables. A la petrolera Shell le sirvió para salir reforzada de la crisis del petróleo. El futuro es un trabajo colectivo. Se analiza cómo el sistema nos hace pensar de una determinada manera y cómo podríamos cambiarlo. Hoy, muchos recurren al análisis automático de datos.

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POR QUÉ PASARÁ A LA HISTORIA


Por ser una pionera en explorar la intersección entre filosofía, futuro y ficción. Fernández Peñuelas ha asesorado a grandes empresas y organizaciones trasnacionales sobre nuevas tendencias tecnológicas, incorporando métodos de la economía conductual y el aprendizaje automático.


XL. ¿Y de dónde salen esos datos?

I.F.P. Se miran las patentes, las publicaciones científicas, los informes de los institutos especializados, los mercados predictivos donde se hacen apuestas… Pero tenemos demasiada tecnología y nos falta imaginación. ¡Por eso hay que mirar también la ciencia ficción!

XL. ¿Qué puede aportar?

I.F.P. La escritora Ursula K. Le Guin decía que es el mejor laboratorio de ideas. Y el más barato, añadiría yo. Pero tiene que ser una ciencia ficción consistente con el estado de la ciencia y la tecnología en cada momento.

XL. O sea, que no se trata de desvariar sin más…

I.F.P. Se trata de explorar a dónde nos pueden llevar los avances. Utopía y distopía son dos caras de la misma moneda. Una propone: por ejemplo, Verne anticipa el submarino. Y la otra muestra los riesgos. Es una lástima que no sea un género popular en nuestro país. Porque existe una relación profunda entre la ciencia ficción y la ciencia, y tal vez en España el poco desarrollo de la primera impacta en la segunda, y viceversa.

«La palabra que define nuestra era es ‘neuroterrorismo’: el bombardeo de datos para aturdirnos y hacernos perder la perspectiva y la dimensión ética»

XL. Será por eso por lo que los magnates de Silicon Valley son tan aficionados…

I.F.P. Lo que leyeron en su juventud Elon Musk, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg ha servido de hoja de ruta para una manera de entender el progreso. Pero la ciencia ficción también es peligrosa. Los planes estratégicos y las hojas de cálculo de muchas grandes empresas están llenos de fantasías que tienen muy poco que ver con lo que importa de veras. Se lo digo porque he trabajado en una de ellas.

XL. ¿Quiere decir que nos están vendiendo la moto?

I.F.P. Lo que nos venden es una narrativa. El metaverso, por ejemplo, surge de una novela de ciencia fi cción de los años noventa, Snow crash, de Neil Stephenson. Es la historia de un vendedor de pizzas que se transforma en samurái en el universo virtual. Pero esa narrativa termina calando en la sociedad. Y los efectos pueden ser perversos, porque corrompen las expectativas de empresas y gobiernos. En el metaverso se va a derrochar mucho dinero. Y no está el mundo para que se gaste en pamplinas.

XL. La inteligencia artificial también empezó como una narrativa. Hay quien dice que no existe porque las máquinas no son inteligentes. ¡Pero la que están liando!

I.F.P. Ya, pero en los próximos años habrá una bajada de las expectativas. Los progresos que vemos son de escala, porque la inteligencia artifi cial tiene muchos más datos a su disposición, pero el gran salto no va a ser ahí.

XL. ¿Dónde, entonces?

I.F.P. En la neurociencia. Ya fabricamos organoides cerebrales. Son minicerebros del tamaño de un guisante en los que se hace crecer neuronas a partir de células madre… ¡Neuronas de laboratorio! Es un cambio de paradigma y abre unas posibilidades increíbles, y no solo para la cura de enfermedades.

XL. Pues a mí me inquieta…

I.F.P. Plantea muchos problemas éticos, pero es fascinante. Nos permite asomarnos a la mente. Ahí tenemos a Rafael Yuste, impulsor del Proyecto Brain para mapear el cerebro y sus conexiones, que es de las mejores cosas que ha hecho la humanidad. Es ahí donde hay que invertir.

XL. Yuste también habla de los neuroderechos. Y nos alerta de que las diademas cerebrales que inundarán el mercado accederán a nuestros pensamientos… y se comerciará con ellos.

I.F.P. ¡Por eso hace falta más gente como Yuste y menos como Musk! Aunque debo reconocer que Musk va sacando sus proyectos…

XL. ¿Cómo ve el lío de Twitter?

I.F.P. Es otro ejemplo del poder de la narrativa. Musk, que es un maestro, lo cuenta como un problema de libertad de expresión. Y organiza esas encuestas entre los usuarios que hace pasar como si fueran votaciones democráticas. Pero la democracia hay que verificarla. Existen unos mecanismos de control. Ha costado mucho tiempo crear esas instituciones como para dejar que se deterioren. Y la red no es democrática.

XL. ¿Le preocupa que se dediquen tantos recursos de inteligencia artificial a suplantar la realidad y a difuminar los límites entre la verdad y la mentira?

I.F.P. Siento mucha impotencia. Si no puedes confiar en las fuentes, estás perdido. Y nos llega tanta información que no podemos procesarla. Ya no sabes lo que pensar. Hay autores que lo llaman ‘neuroterrorismo’: el bombardeo de datos para aturdirnos y hacernos perder la perspectiva y la dimensión ética. Para mí, es la palabra que define nuestra era.

 
FOTO: XLSEMANAL
 

 

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