Del libro titulado “El siglo XI en primera persona, las memorias de ABD ALLAH, último rey ziri de Granada, destronado por los almorávides (1090)”, traducido por E. Levi-Provençal y Emilio García Gómez, extractamos los siguientes párrafos.

Capítulo II. Establecimiento de los Ziries en Elvira a petición de sus habitantes.

“Cuando vieron los señores de Sinhaya y de los Banu Ziri que cada emir había creado un feudo personal en el país, y que ellos no gozaban ya del prestigio e influencia de antaño, se resolvieron a emigrar de Al-Ándalus y pasar a Berbería, de regreso a sus antiguas moradas. Pusiéndose de acuerdo sobre ello, después de muchos sucesos, que sería prolijo referir, y de ocurrir no pocos desórdenes, que tampoco citaremos por completo, dado que nuestro propósito es hablar particularmente de nuestra dinastía, si bien por fuerza habrá que hacer algunas indicaciones sobre las restantes, cuando parezca necesario.

La ciudad de Elvira, situada en una llanura, se hallaba poblada por sus gentes que no podían sufrirse unas a otras, hasta el punto que había persona que se hacía construir delante de su casa un oratorio y unos baños para no tropezarse con su vecino. Por un lado, no querían someterse a nadie ni aceptar las decisiones de un gobernador; pero, de otra parte, eran las gentes más cobardes del mundo, y temían por la suerte de su ciudad, ya que eran incapaces de hacer la guerra a nadie, aunque fuese a las moscas, de no ser asistidos por milicias (extranjeras) que los protegieran y defendieran. Viendo los conflictos que habían surgido entre los principados de Al-Ándalus, así como el fuego que los devoraba, y temiendo ser víctimas de algún golpe de mano, enviaron al mencionado Zawi mensajeros que le expusiesen la crítica situación en que se hallaban con estos términos: “si antes de hoy vinisteis para hacer la guerra santa, nunca tendréis mejor ocasión que ésta de ahora, pues no os faltan almas que devolver a la vida, casa que defender y honra que ganar. Dispuestos estamos a asociarnos a vosotros con nuestras personas y bienes, de tal suerte, que nosotros podremos el dinero y la residencia, a cambio de que nos protejáis y defendáis”.

Los beréberes Sinhaya aceptaron la proposición, satisfechos de tal deferencia y contentos de apoderarse de esta ciudad mejor que de ninguna otra, viendo además que la oferta no podía encerrar engaño, ya que los habitantes de Elvira estaban sumamente desunidos, y que les ofrecían el poder sin tener ellos grupos étnicos o familiares de quienes fuese de temer coalición hostil. En consecuencia, una vez reunidos, y tras de habérseles incorporado todos los que tenían ascendencia bereber, se encaminaron a Elvira y acamparon en su llanura. Los habitantes les hicieron regalos y donativos en dinero, que les devolvieron un cierto desahogo de vida, y les ofrecieron su más sincero concurso, del mejor grado y sin asomo de mala voluntad. Por otro lado, a su llamada respondieron también no poca parte de los castillos de la región, como Jaén y sus distritos, e Iznájar, por el Oeste.

Una vez que se les sometió el territorio, los Ziríes se pusieron de acuerdo en repartírselo, echándolo a la suerte, como los beréberes tenían por costumbre, para que ninguno sintiese envidia de la parte que había tocado a su hermano. En este reparto Elvira correspondió a Zawi, e Iznájar y Jaén entraron en el lote de su sobrino y bisabuelo mío Habus (¡Dios tenga misericordia de ellos!). Quedaron concertados para que, en caso de que el enemigo atacase el territorio de uno de ellos, todos los demás le asistieran personalmente y con sus hombres”.

Reconstrucción de Medina Elvira efectuada por Saúl Meral, a la que llama “la madre de Granada”. Sencillamente, espectacular.

Curiosidades elvirenses.

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