No quiero que mis hijos aprendan la Historia sin mujeres

Planeta DeAgostini encendió las redes con su colección de figuras históricas de Playmobil, todas masculinas. Pero no es el único caso

“Hace relativamente poco que nos planteamos estas cuestiones y que conseguimos que se conviertan en polémica. Creo que probablemente tienen algo que ver las redes sociales, donde se consigue correr la voz y la indignación rápidamente”, sostiene la historiadora Cira Crespo. Opinión que corrobora Paula Martos, doctora en Historia Contemporánea y cofundadora de la web Historia Feminista, que, aunque reconoce que es “esperanzador” que cada vez sea “más fácil hacer saltar las alarmas”, recuerda que seguimos viviendo en una sociedad “profundamente machista” y que no podemos “caer en la trampa” de pensar que el feminismo “está de moda”.

La polémica colección no deja de ser un reflejo de lo que se estudia cada día en miles de colegios

La Historia, como tantas otras cosas, según Crespo, “tampoco es neutral”, así que dependerá de para quién o hacia dónde quieran mirar el que las mujeres sean incluidas o no: “Si quieres hablar de los ejércitos y las batallas encontrarás pocas mujeres, pero si miras en los hogares, solo las verás a ellas. Desde mi punto de vista, el trabajo de las mujeres ha sostenido y sostiene el mundo. Sin los cuidados que ellas dispensaban no se conseguía todo lo demás”, afirma. Martos, por su parte, explica que «en la búsqueda de consenso entre los historiadores, han comprendido que uno selecciona, interpreta, construye y relata guiado por sus propios prejuicios”. Algo a lo que no hay forma de escapar y que, según la experta, «no es un problema en sí mismo»: “Lo que sí es un problema es que un grupo social, cultural, racial o sexual monopolice el discurso histórico. Cuando esto ocurre, los prejuicios propios de dicho grupo tienden a naturalizarse y resulta mucho más complicado explicitarlos».

Motivos comerciales”

Antes de rectificar ante la presión ejercida desde las redes sociales y de incluir mujeres en la colección, Planeta DeAgostini y Playmobil se escudaron en “los motivos comerciales” para explicar el porqué de la ausencia de figuras femeninas en las entregas. Para Cira Crespo, los personajes masculinos “son el estándar”, algo similar a lo que sucede con el lenguaje, donde “el masculino nos incluye a todos mientras que el femenino solo se destina para las mujeres”. Opinión que refuerza la coautora de Historia Feminista: “Seguimos creyéndonos la idea del sujeto universal. Ese sujeto es hombre, es blanco, es guapo y bien plantado. Supongo que desde un punto de vista comercial, es muy cómodo tener un personaje así, que sirva idealmente como referente para cualquier grupo. Entenderán que las niñas pueden identificarse con los grandes héroes masculinos, así que ellas comprarán igualmente su colección; pero en cambio es un riesgo introducir mujeres, porque es absolutamente imposible que un niño se identifique con una mujer”, explica.

«Es importante que en las clases de Historia se hable de mujeres, para que las niñas se atrevan a imaginar», dice la historiadora Cira Crespo

Más allá de motivos comerciales, Martos observa que la colección plasma con sus figuras “la historia de los vencedores”. En ese sentido, recuerda que los hombres han controlado siempre la Historia por varios motivos. En primer lugar, porque son los que han controlado la escritura: “Las historiadoras feministas tenemos muchos problemas para localizar documentos escritos en primera persona por mujeres. Hasta el siglo XIX son terriblemente escasos. Hay que esperar hasta el XX para que terminen de popularizarse los escritos femeninos”. «A eso habría que añadir», según la historiadora, «que desde que la Historia surgió como disciplina, en el siglo XIX, todas las instituciones que intervienen en el proceso de su construcción (los archivos, las bibliotecas y, fundamentalmente, las universidades y los centros de investigación) están controladas por hombres”. Y, por último, que los hombres son lo que se han interesado históricamente por las guerras, las alianzas, los tratados de paz o las relaciones diplomáticas: “En otras palabras: todas las cosas de las que se han ocupado otros hombres”, reflexiona.

Llegó un momento, sin embargo, con la introducción del pensamiento feminista en la academia y en la Historia, en el que algunas investigadoras empiezan a cuestionar este modelo: «¿Y la Historia por qué tiene que ir solo de guerras? ¿Por qué no hablamos mejor de cómo se cocinaba el pan, de los rituales de cortejo, de cómo se paría, de cómo se amamantaba?”. Y ahí, explica Martos, es cuando empiezan a aparecer las mujeres, “aunque siempre en menor medida porque ellas no sabían escribir”.

En ese sentido, viendo el tipo de personajes que se han incluido en la colección, Cira Crespo cree “que no solo se trata de mujeres, sino que la mayoría son soldados o emperadores”. La autora del libro Maternalias: de la historia de la maternidad asegura que más que personajes femeninos ilustres, echa de menos que hubiera “mujeres corrientes, con los trajes típicos, que ayudaran a recrear el mundo anterior al nuestro, porque con las figuritas que hay ahora mismo en la colección prácticamente solo se puede jugar a guerras”.

Necesidad de referentes femeninos

La colección de Planeta DeAgostini no deja de ser un reflejo de lo que se estudia cada día en miles de colegios repartidos por toda España. Abundan los hombres. Es innegable la ausencia de mujeres. Para Cira Crespo esta realidad “es bastante trágica”, ya que deja a las mujeres sin referentes “para ser algo más, para ir más allá a la hora de imaginar» qué pueden «hacer o ser en el futuro”. “Como no nos compensa crear referentes femeninos, no los creamos; y como no los creamos, las niñas y los niños nunca tendrán referentes femeninos”, añade Paula Martos, que explica que en ese círculo vicioso a las empresas les seguirá rentando más crear personajes masculinos que ya funcionan como referentes “en un sentido neutro”.

Crespo recuerda como ejemplo un reportaje sobre la llegada a la presidencia de Evo Morales en Bolivia, tras convertirse en el primer indígena que lograba alcanzar el poder en el país andino: “Salía una niña que decía que ella de mayor quería ser ‘presidenta del país’. El primer paso es atreverse a imaginar. Por eso es tan importante que en las clases de Historia se hable de mujeres, para que las niñas lo hagan”, afirma.

Ambas historiadoras mencionan a múltiples mujeres que podrían haber formado parte de la colección incluso, según Paula Martos, “siguiendo criterios tan rancios como los elegidos” por los creadores de la misma. Ahí están para la autora de Historia Feminista los nombres de Mary Wollstonecraft, Isabel la Católica, Marie Curie, la reina Victoria de Inglaterra, Emmeline Pankhurst, Alice Paul, Juana de Arco, Isabel I de Inglaterra, Sor María de Ágreda, Cleopatra o la emperatriz bizantina Teodora. Y para Cira Crespo los de Safo, Boudica, Cristina de Pizán, Clara Campoamor o Rosa Parks, “por poner algunas menos conocidas”.

No obstante, Crespo insiste en que no se trataría tanto de mencionar nombres de mujeres en las clases de Historia como de hablar de ésta “dando valor a todos los trabajos que tradicionalmente han sido realizados por mujeres, a aquello que han hecho las mujeres en el seno de las civilizaciones históricas, de su contribución”. Algo en lo que coincide con Martos: reivindicar el papel de las mujeres “significa cambiar completamente el discurso histórico: significa interesarnos por el pan más que ps de Playmobil, todas masculinas. Pero no es el único caso

http://elpais.com/elpais/2016/09/08/mamas_papas/1473332298_737039.html

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