Otra polémica educativa con carga explosiva, otro problema escolar cogido por las rabanescas hojas mediáticas, de barra o de puerta del cole (¡peligrooooo!), otra oportunidad perdida de afrontar la escalofriante realidad de nuestra Educación. Otra vez la defensa de (y el ataque a) lo que no está en la controversia.

Los padres de alumnos de la escuela pública se movilizan. Buena noticia. ¿Por fin se dan cuenta de la pavorosa realidad de que sus hijos no aprenden (ni conocimientos, ni procedimientos, ni actitudes ni competencias…)? ¿De una vez se rebelan contra la irresponsabilidad e infantilismo que han inculcado en sus criaturas? ¿Finalmente critican el maquillaje de los resultados que oculta la pavorosa ignorancia de sus retoños? ¿Exigen terapias urgentes contra la adicción docente al nefasto trotecito cochinero de los libros de texto, deberes (de los libros de texto), exámenes (copiados del libro del profesor del libro de texto)? Va a ser que no. Otra vez. Hace un par de semanas bramaban contra algo tan sensato como la evaluación objetiva de los progresos de los alumnos. Ahora, con notable apoyo mediático, se levantan contra “los deberes”. Atacando una supuesta desproporción o ineficacia (esto no lo cuestionan, ni los padres ni el anuncio de IKEA) de la carga de deberes podemos acabar bendiciendo la eliminación del esfuerzo y la superación como elementos esenciales de la ecuación del aprendizaje. ¡Cuidadín, cuidadín!

La oposición a los deberes, así, sin matices, se enfrenta a un problema real (la inadecuación, desproporción o inutilidad de muchas tareas asignadas como “deberes”) con herramientas equivocadas (la habitual desautorización y descrédito de la decisión docente). Creo que los docentes debemos evaluar y mejorar continuamente nuestro trabajo, nuestras herramientas, nuestras estrategias. Ya he escrito en estas ventanas sobre la inutilidad de los exámenes como herramientas de aprendizaje. Otra de las estrategias que debemos reconsiderar es qué, cómo y cuánto asignamos como trabajo del alumno fuera del aula. La realidad en muchos casos es que sobrecargamos a los alumnos con tareas innecesarias, inapropiadas y, lo peor, ineficaces. El trabajo fuera del aula no sólo es necesario, es imprescindible. En términos médicos, prescribimos medicinas potentes para paliar enfermedades educativas, pero la realidad es que los alumnos más necesitados de asistencia médica se dividen entre los que ni se plantean tomar las medicinas (sobre un 30%) y los que querrían tomarlas pero no entienden las instrucciones y las toman sin criterio, y sin curarse (sobre un 40%). Nos queda un 30% que no necesita esas medicinas (necesita otras) pero se las toma disciplinadamente con un doble efecto pernicioso: por una parte el desaprovechamiento del esfuerzo y de la posibilidad de aprendizaje, por otra el descrédito del trabajo como herramienta de progreso.

Uno de los argumentos que se esgrime en la polémica es que el trabajo en casa no debe/puede sustituir lo que debería ocurrir en las aulas: el aprendizaje. Estoy de acuerdo. Pero otra vez corremos el riesgo de quedarnos con las hojas (del rábano) en la mano. Puede que haya docentes que malgastemos el tiempo en clase y enseñemos a los alumnos a malgastarlo; maestros y profesores que usemos estrategias y metodologías ineficaces, enseñantes que no consigamos que ocurra el necesario milagro del aprendizaje. Censúrense (¿dónde están los inspectores, tan prestos a pedir programaciones que saben falsas y a exigir maquillajes evaluativos?). No podemos obviar, no obstante, que en muchos casos el docente se ve superado por una catarata de impedimentos que obstaculizan –o impiden- que dedique el tiempo en clase a lo único que importa: el aprendizaje. Atención a la diversidad entre los alumnos, control disciplinario de la clase, conductas disruptivas, falta de hábito de trabajo entre los alumnos, rechazo del (o desprecio por) aprendizaje, presiones o falta de colaboración de las familias…son realidades que hace tiempo dejaron de ser anecdóticas en nuestro trabajo. Se cambiaron las tornas entre los términos marcado/no marcado entre el aprendizaje y su boicot en el trabajo docente.

Concluyendo… ¿Trabajo en casa? ¡Por supuesto! Racional, proporcionado, adaptado, realista, coordinado…EFICAZ. El trabajo, el esfuerzo, el APRENDIZAJE empiezan a ser excepciones en la relación de los alumnos con su formación, es necesario cuidarlos. Todo lo que no sirva para aprender, elimínese. Defendamos, apoyemos, incorporemos todo lo que lo propicie.

Volviendo al símil médico, recetar antibióticos “a manta” provoca problemas médicos graves a medio y largo plazo. Prescindir de ellos por sistema puede matar a un enfermo que no está para muchos zamarreos.

http://www.elmundo.es/sociedad/2016/11/05/581d038a46163fb46d8b45f8.html

http://politica.elpais.com/politica/2016/11/02/actualidad/1478080167_187631.html

http://elpais.com/elpais/2016/11/02/mamas_papas/1478086459_908122.html

http://www.abc.es/sociedad/abci-primera-huelga-deberes-empieza-este-semana-espana-201611042027_noticia.html

Juan A. Muñoz Andrade

A %d blogueros les gusta esto: