HILARIA & CÍA Y EL MONSTRUO QUE VINO A VERNOS por Juan Alfredo Bellón

HILARIA & CÍA Y EL MONSTRUO QUE VINO A VERNOS  por Juan Alfredo Bellón para  EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 13-11-2016

La que se ha formado en el mundo mundial con el resultado de las Elecciones Presidenciales USA y el chasco que se han llevado los del Partido Demócrata, Obama, Will Clinton y, sobre todo, Hilaria, su actual esposa, que ya se relamía las mieles del triunfo viéndose convertida en la primera mujer Presidenta de esa gran nación y que le ganaba la partida de calle a un adversario fantoche que los republicanos se habían visto forzados a presentar muy a pesar suyo, cuando emergió con fuerza formidable de entre una quicena de aspirantes, siendo acaso el más ajeno al propio partido conservador y el menos preparado y políticamente correcto de todos.

Pues bien, contra todo pronóstico, el huracán Trump salió vencedor de todos sus compañeros y se convirtió en el aspirante sorpresa de los Republicanos para enfrentarse a la poderosa Hilaria Clinton, esposa de un presidente anteriormente elegido en dos ocasiones consecutivas y elegida asi mismo ella senadora y nombrada luego Secretaria de Estado por el propio Obama, tras haberle disputado con poco éxito la nominación Demócrata al que luego fué el primer Presidente afroamericano en dos ocasiones.

Y el martes pasado ya parecía llegada la hora de que los Estados Unidos tuvieran también por vez primera una Presidenta mujer y no primera dama consorte sino motu meritoque proprio. Todo parecía confabularse a tal fin, cuando saltó la sorpresa y, contra todo pronóstico, el candidato-clown al despacho oval se alzó con una victoria sin paliativos, dejando a la pobre Hilaria compuesta y sin Casa Blanca y a millones de personas en su país y en todo el mundo más frustrados que un novio abandonado por su prometida al pie del altar ante la prensa, las autoridades asistentes y el resto de los invitados a la ceremonia en general.

Como sería el fiasco, que la propia Hilaria se negó a comparecer en público para reconocer el resultado de su fracaso durante la noche electoral y echó por delante a su jefe de campaña para que fuera buscando nuevo trabajo y disculpara su inasistencia y se encerró en casa para tragarse en soledad el sabor amargo de la derrota tras haber dejado descolocados al Presidente saliente y a su esposa, que habían hecho de su elección una cuestión personal junto con toda clase de personalidades y líderes de opinión americanos y mundiales de entre quienes destacaba muy especialmente nuestro por fin flamante Presidente español Mariano Rajoy que se atrevió a abandonar su natural cazurro y reservado para mostrar en público su predelección hilariana y su rechazo a la candidatura del magnate emergente.

Pues la cagaste, Mariano, con semejante bastinazo y nos dejaste a tus compatriotas en muy mal lugar ante tamaño energúmeno que, además poca ayuda necesitaba para confundir españoles con hispanos y ordenar la invasión de Granada, desconociendo que hay una americana y otra europea y acarreando automáticamente el levantamiento de otro gran muro separador en plena Vega granadina y que esta Granada nuestra pierda con su independencia (América es para los americanos) el derecho a la sanidad gratuita decretado por Obama y se quede sin la Sanidad Pública de Susana Díaz y sin esos dos grandes hospitales a los que aspira en las recientes y sonadas movilizaciones.

Incluso corren grave peligro de extinción conquistas tan duramente casi ya plenamente alcanzadas como el ferrocarril Meropolitano, la autovía de La Costa, la presa de Rules con sus riegos correpondientes y la desfenestración definitiva de Torres Hurtado y su Equipo de Gobierno más íntimo, con doña Isabel Nieto y doña Telesférica Ruiz a la cabeza, para no decir nada de don Sebastián Pérez que, de ser rescatado otra vez para las tareas municipales, tendría que abandonar de nuevo la suya favorita, cual es la cría de burros alpujarreños, y añadiría a la vida diaria de nuestra municipalidad capitalina una tirantez innecesaria con su correligionario y exprimer edil.

En el terreno cultural, tampoco hemos salido ganando mucho que digamos con la nueva coyuntura porque la peluca que le armaron a doña Hilaria para la campaña aportaba goces estéticos propios de La Tarasca y poco más intensos que el famoso tupé de don Donaldo, tanto por el diseño y por su planteamiento, nudo, desenlace y extrambote como por, sobre todo, su brillo y color rubio racial intenso, que hace daño a la vista e invita a preferir, por natural y matizado, el sombreado étnico y canoso de Barak Obama y el negro intenso de su bella esposa. Para no dejar atrás el envaramiento atildado de la comitiva de la familia Trump que seguía a su jefe de filas con la obediencia debida de una procesión de perdigones solo superada en los mejores fotogramas de Bambi.

Y mientras por aquí nos lamemos las heridas con los bálsamos del humor, Isabel Pantoja se prepara para su reaparición post praesidium en un concierto memorable que contará con muestras inequívocas del legado de Juan Gabriel para que la tonadillera se consuele de la reciente emancipación sentimental de Paquirrín y -lo que es mucho más fuerte- la noticia de que Cristiano Ronaldo acaba de confesar en una entrevista para diferenciarse de las estrellas del Barça a quienes Bertomeu no permite hacer declaraciones a medios no oficiales del club, que él es un amante del botox y que tiene el cuello y la frente llenos de operaciones de cirugía estética, como fue patente en la última entrega de los premios de la bota de oro, donde se vio que no podía ni cerrar ni guiñar los ojitos de tanta tirantez y brillo postoperatorios como le inundaban la faz. Loores sean dadas al Real Madrid, a su famosa estética ronaldiana y a su presidente, también portador de un generoso flequillo aunque este no brillante ni rubio como el de Trump y toda su puñetera casta.

Gracias a estas cuestiones autóctonas será como iremos tirando por aquí y como lograremos sobrevivir tras lo que podríamos considerar como las repercusiones negativas de una derrota electoral sin paliativos. Y solo así, nuestra moral de derrota dejará de ser una moral derrotista y lograremos sobrevivir en el concierto de las naciones que apañadas estamos con semejante estafermo, quiero decir monstruo que ha venido a vernos como ocurre con la película esa de J. A. Bayona que se ha convertido en éxito sensiblero internacional y que ahora resulta que no es el Pato Donald sino Donald Trump.

Y luego otra cosa con la que termino por hoy pero que no me resisto a comentar porque, de reprimírmela, me hubiera acabado envenenando: la esposa, ahora sí, la ya nueva primera dama. ¿Cómo va a poder ese gran país impedir y castigar el aluvión de chistes groseros a propósito de la antigua inmigrante eslovena que empezó de modelo y rodando películas subidas de tono y ha acabado vestida de blanco, como la novia de Armando Manzanero, y alegrando las pajarillas del personal subalterno de servicio en la Casa Blanca? Ustedes comprenderán que, después de este tipo de desahogos, se me destape la mala conciencia y vaya yo por la calle mirando para atrás a ver si me sigue algún agente de la CIA por aberme expresado tan cruel como sarcásticamente aunque siempre en virtud de la sacrosanta libertad de expesión que hasta ahora siempre ha tenido origen y amparo en los Estados Unidos del Norte de América. ¡Dios salve a la Reina… Leticia que, según se comenta en la prensa canalla, cambia tres veces de peinado por semana, ejercitando tanto la libertad como la ejemplaridad y la parquedad de gasto! Y que viva España y nuestra sacrosanta Constitución de 1978, todavía pese a Iceta y a quien pese sin enmendar gracias a la entereza del PP y a la sujección de nuestras costumbres. Y, para que vean que no nos duelen prendas formales, acabaré con un rotundo y euskaldúnico ¡¡¡Abur!!! ahora que vengo de regresar de una breve pero agradabilísima gira por aquellas lluviosas tierras de promisión que son las Provincias Vascongadas.

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