22 noviembre 2024

Gana fuerza el debate sobre la renta básica universal en Bruselas

Ante los cambios irreversibles que se prevén en las relaciones laborales y económicas, la Comisión Europea sigue «con interés» los experimentos que se realizarán en Finlandia y Holanda en 2017

La tarea pendiente de la industria europea con la digitalización se ha convertido en un tema recurrente en Bruselas. Poco a poco, también se va abriendo camino un debate relacionado que hasta ahora se había evitado: la necesidad de adaptar nuestros estados del bienestar a unas relaciones laborales y económicas que quedarán profundamente alteradas en el contexto de la economía colaborativa, la robotización avanzada, la inteligencia artificial o el llamado internet de las cosas.

En este replanteamiento de los sistemas de protección social, el debate sobre la renta básica universal se ha convertido en algo así como la última frontera de las propuestas más ambiciosas. Aunque tiene diferentes variantes, la renta básica universal genuina se otorga a todos los individuos sin necesidad de cumplir ningún requisito o realizar trabajo a cambio. Además, se paga sin importar si existen otras fuentes de ingresos o la voluntad a aceptar un empleo si es ofrecido.

En el contexto de la «transformación fundamental del mundo del trabajo», la comisaria de Empleo de la UE, Marianne Thyssen, opina que es una propuesta que merece atención: «Resulta crucial atender atentamente a estos cambios [en el mundo del trabajo] y preguntarnos cómo podemos reforzar las leyes laborales, la protección social y las instituciones del mercado laboral para aguantar el test de la economía digital y apoyar a la gente para que aproveche las mejores oportunidades que ofrece», comentó a elEconomista.es.

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Aunque la Comisión no tiene competencias en esta materia, Thyssen explicó que está siguiendo «con gran interés» el proyecto piloto sobre la renta básica universal que se desarrollará en Finlandia el próximo año. Se espera que en esta prueba participen entre 5.000 y 10.000 ciudadanos, a los que se les entregará entre 500 y 700 euros al mes, alrededor de un cuarto del salario medio del país. Holanda también realizarán un test similar en 2017.

Estas pruebas en el mundo real llegarán tras el acalorado debate teórico que mantuvieron la pasada primavera defensores y detractores de la propuesta en Suiza. El país centroeuropeo celebró un referéndum para ver si se otorgaba a todo ciudadano del país un «ingreso mensual incondicional» de 2.500 francos suizos. Sin embargo, una mayoría de la clase política no apoyó la idea y esta renta básica fue rechazada.

En España, Podemos ha sido uno de los defensores de este plan, mientras que otros partidos han propuesto ideas menos ambiciosas como complementos salariales.

Pero no sólo las autoridades públicas están coqueteando con la propuesta. En EEUU, la startup Y Combinator ha puesto en marcha su propio programa piloto de renta básica. Dará entre 1.000 dólares y 2.000 dólares al mes, durante un año, sin condiciones en qué gastar el dinero.

Revisar políticas sociales

Estos experimentos llegan justo cuando la Comisión está en proceso de revisión de las políticas sociales europeas. «Tenemos que aprender a entender el nuevo mundo del trabajo para diseñar sistemas sociales que funcionen bien», explicó Thyssen.

Como parte de este esfuerzo, el Ejecutivo comunitario ha puesto en marcha un proceso de consulta para ver si los derechos sociales de la UE se deberían mejorar o actualizar a la luz del impacto del desarrollo tecnológico, u otras tendencias sociales como el envejecimiento de la población. Una vez se analicen las respuestas de esta consulta, Bruselas mantendrá una discusión con los gobiernos el próximo año para adecuar las políticas sociales a los desafíos de este siglo.

Una de las cuestiones clave para las autoridades y los expertos es cómo ofrecer una renta básica universal que sea lo suficientemente robusta para permitir tener una vida digna a las personas, pero que al mismo tiempo no desincentive totalmente a quien quiera trabajar.

«El truco con la renta básica universal es establecer un ingreso lo suficientemente alto para llevar a todo el mundo hasta cierto nivel de renta, pero que sea lo suficientemente bajo para que no afecte a las decisiones sobre trabajar o invertir. Y no está claro si es posible», explicó a este diario Jennifer Blanke, economista jefe del World Economic Forum.

«Aunque no la apoyamos necesariamente, creemos que es una idea interesante que necesita ser explorada más», añadió, aunque recordó que es una propuesta «extremadamente cara».

Estándar global

Algunos de los mayores defensores están al otro lado del Atlántico. Shervin Pishevar, co-fundador de Sherpa Capital y una de las voces a las que se presta atención en Silicon Valley, defendió durante el foro económico de San Petersburgo que la renta básica universal «se tiene que convertir en el estándar global en paralelo a la velocidad de desarrollo del proceso de automatización».

A pesar de que el debate se está abriendo en Europa, a las empresas y algunos Gobiernos les está costando elegir en que lado están. Sin embargo, desde Berlín rechazan que la digitalización y el aumento de la automatización vaya a provocar una perdida masiva de empleos, uno de los argumentos que se suele citar para apoyar la iniciativa. Usando como referencia un estudio del Centro para la Investigación Económica Europea (ZEW), señalaron que «es más probable que la revolución tecnológica tenga consecuencias positivas a largo plazo en la demanda laboral».

Algunas voces, como la propia comisaría Thyssen, destacan que la creación de este instrumento eliminaría tramites burocráticos y evitaría fallos en la cobertura, al poder unificar todos los beneficios sociales en un solo instrumento. Pero Terry Gregory y Ulrich Zierahn, investigadores del ZEW, recuerdan que la creación de la renta básica universal «necesitaría de más recursos que los sistemas de seguridad social actuales en los estados miembros». Y en muchas capitales no tienen apetito para tirar de las arcas nacionales en tiempos de estrechez e incertidumbre para embarcarse experimentos sociale