Ha llegado el verano y, con él, los viajes de vacaciones (afortunadamente). Los navegadores GPS cada vez se venden menos por culpa de la bendita competencia de los móviles. Ahora, para guiarnos, todos utilizamos aplicaciones de mapas, que se valen del localizador GPS que todos los teléfonos incorporan ya.

 

Pero en el extranjero la cosa se complica porque el uso de los datos que alimenta la información de esas aplicaciones se paga aparte o el paquete se agota rápido, porque a nuestra compañía le sale caro el acuerdo con el proveedor del otro país (o en eso se escudan).

Es cierto que ahora algunas compañías han comenzado a eliminar las tarifas de roaming (el uso de datos y voz en el extranjero), aunque tampoco para cualquier país, sino solo para la Unión Europea. Así que hay que ingeniárselas para usar el móvil como un navegador GPS pero sin gastar datos.

Hay dos modos de hacerlo con Google Maps, que es uno de los servicios más fáciles y populares.

Descargar los mapas previamente

El pasado mes de noviembre Google anunció que permitía descargar los mapas de todo el mundo, por zonas (en dispositivos Android). En realidad, esa función ya estaba disponible pero no era posible que el mapa guardado y el localizador se comunicasen entre sí; así que la aplicación no era capaz de darte indicaciones sobre la marcha.

A partir de esa actualización, la app ya es capaz de detectar a qué punto del mapa se referían las señales del GPS, y ya podía ofrecerte indicaciones sobre dónde estás y cómo llegar.

Los inconvenientes de este método son dos: uno, que los mapas que descargas son de zonas concretas; si te sales de esa zona porque improvisas, ya no puedes gozar de estas funciones. La otra pega es que, al no estar conectados a internet, Google Maps no puede recibir las actualizaciones sobre el estado del tráfico que puedan surgir sobre la marcha.

Otro problema que es variable, dependiendo de la capacidad del móvil, es que, si metes demasiadas rutas, la memoria se te llena.

El método que pocos saben

En TLife hemos probado un método mejor y que elimina el problema de “salirnos del mapa” (literalmente). Se trata de iniciar la navegación antes de salir de casa o de separarnos del wifi.

Si estamos en casa, a punto de salir de viaje, o en un hotel con wifi para clientes, y vamos a salir a pasear o a continuar el viaje, lo mejor es que busquemos ya el itinerario que queremos hacer ese día. Cuando lo hayamos encontrado, debemos Iniciar la Navegación. 

En ese momento, Google Maps carga todos los datos que necesita sobre esa ruta y los guarda en la caché (es como una memoria temporal, aunque también puede llenarse, ojo). Entonces, sin salir de la aplicación (y, claro, sin quitar el GPS), ya podemos desactivar la conexión de datos y lanzarnos a la calle o a la carretera.

El navegador sigue funcionando perfectamente y es capaz de darnos  indicaciones sin problemas. Lo único que ocurre (igual que en el caso anterior) es que no nos ofrecerá datos sobre las incidencias de la carretera. Pero merece la pena.

En las varias pruebas que realizamos en tres estados de EE UU, solo pudimos observar dos inconvenientes de este método. Uno, que, algunas veces, si cerrábamos la aplicación y volvíamos a pedirle la misma ruta, no siempre era capaz de retomarla. Y dos, que a veces la app se colgaba si  el trayecto era demasiado largo (o cuando la pantalla pasaba a reposo).

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