Para los seguidores más jóvenes de esta gacetilla, les será difícil entender que hasta bien entrados los años ochenta del siglo pasado la leche se adquiría en las vaquerías que se encontraban dispersas por casi todo el casco urbano del pueblo.

Podemos decir que para cada barrio había una vaquería que suministraba al vecindario. Con Manolo Vílchez pudimos el otro día enumerar algunas: Manuel Vílchez (Fondales), Pepe Alejo, Eloy, Antonio Luzón, Quino, Antonio Boega, Miguel Díaz, Frasquito de la Moleona, Serafín, Carmen Zurita, Antonio López, «Fatigas», Nievas, «Cartucheras, Pepico Segovia, Antonio Zurita, Pepe «El Pichelas», Cecilio Bullejos, Juanito «Guerrita», Bosch en la plaza del Amparo…

Aunque gran parte de la producción local de leche era llevada a la central lechera, germen de la actual PULEVA, constituida en Granada a mediados de los años cincuenta del siglo pasado dado que por aquellas fechas se legisló en España sobre la necesidad de garantizar el suministro de leche higienizada, gran parte de la misma se expendía a granel a la población local. La leche que iba a ser llevada a la central la depositaban los ganaderos en unas cántaras grandes que se encontraban normalmente a la entrada de la vaquería. Otra parte de la producción era depositada en unos calderos de aluminio pulcros y relucientes de donde se iba extrayendo con unos cacillos el líquido cada vez que un cliente lo solicitaba.

Una de las ocupaciones de los niños era ir a la vaquería con la lechera en la mano. Las había de varias capacidades, pero lo normal es que fueran de litro y medio o dos litros. Una vez en la casa, lo primero que se hacía era hervir la leche para “pasteurizarla” y poderla consumir sin riesgos.

Hábitos de vida que han cambiado en estos años de manera radical. En la fotografía vaca propiedad de Manuel Vílchez Segovia famosa por producir 30 litros de leche diarios.

Curiosidades elvirenses.

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