23 noviembre 2024

La ‘feminización de la pobreza’, un concepto acuñado en los años 70 del siglo pasado, sigue vigente hoy. España no escapa a esta tendencia, agudizada durante los años de crisis económica y que no parece repuntar con la recuperación económica.

De todos los factores que pueden incidir en el hecho de que un ser humano sea pobre, ninguno influye tanto como el género. 

Las mujeres son, a lo largo y ancho del planeta, las que más sufren la desigualdad y la pobreza. Son múltiples los factores que influyen para crear esta realidad: la disparidad de ingresos, el menor acceso de las niñas a la educación, los estereotipos (que suponen un freno a estudiar determinadas carreras o acceder a trabajos más cualificados), el doble turno (el trabajo de cuidados y doméstico que en su mayoría afrontan tras su jornada laboral) o la brecha salarial, entre otros.

Según datos de Naciones Unidas, el 60% de las personas que pasan hambre en el mundo de forma crónica son mujeres y niñas. Ellas constituyen dos terceras partes de los casi 800 millones de analfabetos (cifra que no ha cambiado en las últimas dos décadas), ingresan de media un 60% menos que los hombres, poseen menos de un 20% de la tierra cultivable (a pesar de que más de 400 millones de agricultoras producen la mayoría de los alimentos que se consumen en el mundo) y sólo un 50% de las mujeres en edad de trabajar tienen un empleo, frente al 77% de los hombres.

La feminización de la pobreza, una expresión que se acuñó en los años 70 del siglo pasado, no ha perdido aún su significado, y a tenor de los moderados avances en la igualdad que se han producido a nivel mundial, seguirá teniendo valor durante bastante tiempo aún.

Segúnn datos del Foro Económico Mundial, de continuar con los avances al ritmo actual, la brecha entre hombres y al ritmo actual, la brecha entre hombres y mujeres no se cerrará hasta dentro de 170 años. Es decir, hasta el 2186.

En España la desigualdad entre hombres y mujeres, lejos de cerrarse, se ha incrementado en los últimos años de crisis económica. Para Elena Blasco, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras, es urgente incluir la dimensión de género en diagnósticos y propuestas. «Aunque en grado diferente, en todo el mundo mujeres y niñas están más expuestas a la pobreza, a la exclusión social y a la violencia. Encuentran más obstáculos en el acceso a recursos básicos como educación, sanidad, empleo de calidad o prestaciones”.

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Los datos de la desigualdad en España

Algunos datos, principalmente recogidos por el Instituto Nacional de Estadística, pueden servir para medir el nivel de pobreza de las mujeres en España.

Empleo

Las mujeres a día de hoy representaban el 58% de los desempleados, según los últimos datos del Servicio Publico de Empleo (SEPE). Esta brecha se ha ido ampliando durante los últimos años de crisis económica. En el mismo período de 2016 las mujeres registradas en el paro eran el 56% del total, en 2013 el 51% y en 2007 el 39%. Esto supone un incremento de 20 puntos porcentuales en los últimos diez años. Ellas, además, representan la mayoría de los desempleados de larga duración.

El empleo femenino es más estacional y se destruye con más rapidez, al tiempo que las mujeres tienen mayor dificultad para acceder al mismo. En septiembre de 2017, de cada tres personas que se registraron como paradas, dos fueron mujeres.

Según denuncia CCOO, en valores absolutos, el número de desempleadas registradas se ha multiplicado por 2,5 veces en diez años, pasando de 787.351 en 2007 a 1.970.717 en 2017.

Los subsidios por desempleo suponen, también, una fuente de desigualdad. Si el 60,4% de los hombres desempleados cobran una prestación, esta cifra baja hasta el 50,8% en el caso de las mujeres, es decir, hay una brecha de género de casi 10 puntos.

Disparidad de ingresos

A igual trabajo o trabajo equivalente que los hombres, las mujeres dejaron de percibir de media 5.941,18 euros en 2015. Es decir, el equivalente al 30% de su salario anual.

Casi 1 de cada 5 mujeres tuvo ingresos menores o iguales que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), duplicando el porcentaje de los hombres (18,2% mujeres, 7,4% hombres). Esto no sólo afecta a su presente, sino también a su futuro, puesto que esta disparidad supone un empobrecimiento en el momento en el que accedan a las pensiones.

Un somero vistazo a la situación actual puede dar una idea de lo que enfrentarán muchas trabajadoras cuando llegue la edad de jubilación. Las pensiones contributivas de las mujeres suponen un 37,6% frente al 62,4% de los hombres. En relación a las cuantías, ellas perciben de media un 57% menos que los hombres (la media de los varones es de 1.236,34€ y la de las mujeres 785,18€)

La dificultad de acceso al empleo, la temporalidad del mismo, la parcialidad y el enorme número de paradas, según datos recopilados por el sindicato Comisiones Obreras, tienen como consecuencia que las ellas representen el 66,7% de las personas que reciben pensiones no contributivas, cuya cuantía para este 2017 se sitúa por debajo del umbral de la pobreza: oscila entre 92,23€ -la cuantía mínima-, y 368,90€ -la máxima.

Hogares más pobres

Según los datos que publica el INE, el 42% de los hogares monoparentales  con hijos a su cargo están en riesgo de pobreza. De estos, el 81% tienen al frente a una mujer.

En vista de estos datos, la secretaria de mujer e igualdad de Comisiones Obreras Elena Blasco, afirma que es urgente que el Gobierno active «un plan de empleo que tenga en cuenta las barreras que afectan al derecho de las mujeres a acceder al empleo y a permanecer en él, en condiciones de igualdad y sin discriminación de ningún tipo».

“No hay salida de la crisis ni recuperación económica sin el conjunto de la clase trabajadora, empobrecida por la destrucción de empleo, la reducción de las prestaciones sociales y la devaluación salarial, factores todos ellos agravados en el caso de las mujeres”, añade

 

http://m.publico.es/sociedad/2017558/principal-causa-de-la-pobreza-ser-mujer/amp