6 diciembre 2024

El ataque a Iceta obliga a una pausa moral urgente en el escenario de descalificaciones que crece ante el 21-D

Afortunadamente la homosexualidad ya no es noticia en España, pero la homofobia sí. El ataque grosero, insultante y homófobo contra el candidato socialista, Miquel Iceta, por parte de un profesor de la Universidad de Barcelona no puede minimizarse como parte del ruido espontáneo que crece en las redes sociales sin demasiado autocrontrol. El director del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología de la Universidad, Jordi Hernández Borrell (que ayer seguía figurando como tal en la web de este organismo), llamó a Iceta “impostor, ignorante, demagogo, repugnante” y le atribuyó tener “los esfínteres dilatados”, en un lenguaje soez no solamente impropio de un educador y de un alto cargo universitario en nuestro país, sino que viola los preceptos de respeto e igualdad que rigen nuestra Constitución y convivencia.

La Universidad aceptó su renuncia al cargo y la Fiscalía de Barcelona anunció una investigación por delito de odio contra Hernández, que también pidió disculpas y retiró el tuit insultante. Pero lo sucedido obliga a una pausa moral urgente en el escenario de descalificaciones que encrespan creciente y vertiginosamente la atmósfera electoral ante la cita del 21-D, y también a un consenso en la necesidad de adoptar la tolerancia cero ante actitudes inaceptables y discriminatorias.

Hernández se había significado por intercalar sus tuits sobre avances científicos con insultos al Estado español, al PSC y llegó a celebrar la muerte del fiscal general Maza como un acto de “justicia de Dios”. Su deriva hasta llegar a la expresión de homofobia refleja bien la escalada del gatillo fácil en un ambiente crispado por el enfrentamiento de dos universos que hoy parecen irreconciliables. Pero solo desde el respeto máximo al diferente se podrá construir un futuro en el que, desde los púlpitos universitarios, de las redes o cualesquiera otros no tenga cabida el odio, sino la convivencia en paz