Los profesores, sobre el MIR para docentes que propone el Gobierno: «La medicina no es lo mismo que la educación»

Un MIR de profesores y profesoras. Esa es  la propuesta que el ministro Íñigo Méndez de Vigo lanzó este sábado en la Convención Nacional de Educación del PP como medida a incluir en el Pacto Nacional por la Educación que se está debatiendo en el Congreso.

El Gobierno quiere un nuevo modelo de acceso a la docencia que incorpore una especie de fase de formación profesional como la de los residentes de Medicina, de dos años de duración y que tendría lugar tras la formación del Grado y del Máster para el profesorado (en el caso de los que pretendan ejercer en secundaria). Tras ella, habría «una segunda prueba práctica» que sería la oposición y que evaluaría la aptitud pedagógica.

Para Voro Benavent, miembro de la confederacion sindical de trabajadores y trabajadoras de la enseñanza STEs, la de Méndez de Vigo es una propuesta «poco estudiada» desde el punto de vista pedagógico. «No escondamos detrás de una pretendida mejora de la formación docente una precarización de la profesión que además podría perjudicar al personal interino actual al desplazarlos. La medicina no es lo mismo que la educación, es una propuesta que no es necesaria», sentencia.

«Ahora, si alguien se incorpora a la docencia, lo hace tras un periodo de prácticas, pero se remunera convenientemente. Esto nos parece un intento de abaratar esta etapa, y por tanto decimos automáticamente que no». Destaca que no se ha negociado hasta ahora con la comunidad educativa y académica, «y propuestas así no pueden salir solo de la clase política».

Carmen Romero, como presidenta de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de las Universidades Públicas (CREU), es muy crítica con la medida en nombre de su formación y de los estudiantes de Magisterio que forman parte de ella y a los que en principio también les afectaría la medida: «Ellos defienden que no necesitan un MIR después de 4 años de especialización».

«Los estudiantes sí buscan vías para que el sistema actual mejore, porque de hecho son muy críticos con él: unas oposiciones no son el mejor sistema pues depender de cómo un día te sale un examen no es la mejor forma de evaluar las capacidades de un profesional», indica. La propuesta que ellos han desarrollado consistiría en incorporar un método de evaluación constante que llamarían Periodo de Comprobación de Aptitudes de Educadores (PCAE), e incidir en la capacitación de aptitudes durante la carrera para esa labor, «pero no se considera que haga falta un MIR como el de los médicos: son cuestiones muy diferentes las que desarrollan unos y otros».

Desde CREU también critican que el ministro no haya dialogado ni haya tenido en cuenta su opinión para elaborar la proposición, pero recuerdan que es «es su tónica general». «Lo que vemos es que no hay voluntad de diálogo con estudiantes, que constantemente intentan legislar para conseguir solucionar problemas de la educación superior sin tenernos en cuenta: como ejemplo, él preside un órgano que es el Consejo de Estudiantes Universitarios del Estado, con representantes de todos los centros de estudios superiores, y nunca ha aparecido por ahí», apunta Romero.

El máster, «ni eficiente ni justo»

Para Lucas Gortazar, investigador en Educación en la Universidad del País Vasco, sería que continúe la obligatoriedad del Máster previo para poder impartir clase en secundaria lo más problemático del proceso: «No es ni eficiente ni justo». Gortazar considera que provoca que «la carrera no sea atractiva para un montón de gente a la que debería atraer», explica, «porque estás poniendo una barrera al Grado que además pospone la selección de profesorado uno o dos años». Algo que muchos estudiantes «no pueden permitirse» ni en tiempo ni en dinero. «El periodo universitario no debería ser el punto de salida sino de entrada».

El MIR en sí mismo, en opinión de Gortazar, sí es una buena idea, pero un sistema ideal sería una «prueba general» que evaluara aptitudes y conocimientos adquiridos nada más acabar el Grado, que desembocaran en un periodo de residencia formativo en centros especializados. E, incluso, un modelo en el que las prácticas comenzaran poco después del primer curso en el caso de Magisterio: de esta manera se lograría que las facultades no fuesen lo más importante en la formación sino que ese papel recayese en los centros educativos.

Más que críticas, riesgos

El profesor de la UAM y uno de los autores de El libro blanco de la enseñanza Jesús Manso no lo ve de manera tan negativa: «Todo lo que pueda suponer avances son buenas noticias. La comunidad educativa está pidiendo acuerdos y esto abre la puerta a uno, pero también teniendo en cuenta que es solo una pieza dentro del conjunto de todo a lo que hay que llegar a establecer en la profesión».

Entiende que más que críticas habría que hablar de riesgos: «Si existe una criba, siempre puede ser selectiva o incluso elitista, pero si el bien es que la educación de los niños y niñas sea mejor, se legitima ese riesgo». «Lo importante es que prime una propuesta que consiga que accedan los docentes con mejor posición para ejercer», continúa, «y a estas propuestas hay que darles vueltas pero también necesitamos avances. Porque lo contrario es seguir como estamos, y eso lleva costes asociados incluso a la imagen que la gente tiene de la profesión».

Lucas Gortazar puntualiza algo si la medida se lleva a cabo finalmente: «Que la concertada no se escape, que tenga también que contratar a gente con residencia».

 

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