16 octubre 2024

La primera mujer embajadora del mundo fue la soviética Alexandra Kollontái (1872-1952), quien realizó su primera misión en Noruega y luego en Suecia y México.

De orígenes aristocráticos rusos, Kollontái fue una feminista y política bolchevique, que se integró en el movimiento revolucionario a partir de 1905, tras presenciar la matanza de obreros (conocido como Domingo Rojo) frente al Palacio de Invierno.

Al desatarse los sucesos que desembocaron en la Revolución de Octubre Kollontái fue elegida miembro del Comité Ejecutivo del Sóviet de Petrogrado.

Apoyó a Lenin en su visión de los sóviets como organismos para el ejercicio del poder y la necesidad de superar la revolución burguesa con la revolución proletaria.

Por su cercanía con el líder de la Revolución rusa y tras el triunfo de ésta, Kollontái fue designada comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública.

Aunque desde su puesto de comisaria no encontró mucho espacio para llevar a cabo todas sus ideas y renunció a este cargo en 1918.

Fue considera una de las personas que más trabajaron para conseguir los derechos y libertades de las mujeres, y fue una de las organizadoras del Primer Congreso Panruso de Mujeres Trabajadoras, donde se gestó un nuevo organismo soviético dedicado a promover la participación de las mujeres en la vida pública, y en proyectos sociales, y de manera muy especial la lucha contra el analfabetismo.

Aunque la Revolución consiguió poner las bases para igualdad real entre varones y mujeres: liberando las relaciones familiares y las relaciones sexuales, con la aprobación del divorcio y del aborto, y a las mujeres se les otorgaban beneficios sociales en forma de salarios de maternidad, guarderías y hogares para los niños.

Fue una mujer muy activa, y cofundadora de la corriente socialista en 1921 llamada «Oposición Obrera». Lo que planteaba esta agrupación política era que en el gobierno deberían estar incluidos los representantes de los sindicatos y así evitar la burocratización de las altas esferas del poder y del Partido.

En 1922, Alejandra Kollontái escribió a Stalin solicitando un nuevo destino laboral, y ese mismo otoño fue enviada a Noruega como la primera mujer embajadora y, brevemente a Suecia. Cuatro años más tarde, ocupa su puesto diplomático en México.

Por su labor a cargo de la misión diplomática rusa en México durante los años 1926-1927 recibió del gobierno mexicano la condecoración del Águila Azteca, la máxima que el país entrega a los extranjeros, como reconocimiento al acercamiento entre los pueblos de los dos países.

Desde su oficina diplomática mexicana promovió la primera exhibición de películas soviéticas en México. Pero duró poco su misión allí ya que tuvo muchos problemas de salud, y por ello regresó a Rusia.

Política y feminista

Kollontái trató el tema de la liberación sexual femenina en dos de sus obras: La Nueva Mujer y El Amor en la Sociedad Comunista.

Para ella la «mujer nueva» se caracterizaría por afirmar su personalidad, estar en contra de vivir un rol de servidumbre dentro de la familia y luchar por sus derechos dejando de ser el complemento del esposo.

El matrimonio que convertía a la esposa en una propiedad más del marido sería sustituido por la unión libre entre sexos, basada en el verdadero y puro amor y no en lazos contractuales.

En las relaciones sexuales la mujer nueva no renunciaría a su naturaleza femenina, ni al placer de la carne y elegiría libremente al hombre que quisiese como padre de su descendencia.

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