Uno de cada cuatro medicamentos afecta al crecimiento de las bacterias intestinales
Un estudio explora los efectos secundarios de fármacos de uso habitual
Cada persona lleva dentro de su estómago más de un kilo de microbios que son esenciales para su salud. En los últimos años, el estudio del microbioma está encontrando cada vez más conexiones entre determinados ecosistemas bacterianos y muchas enfermedades, incluidas las mentales, aunque establecer una relación causa-efecto entre ambos no es siempre fácil.
Un estudio publicado esta semana ha explorado cómo afectan al microbioma fármacos muy usados. El trabajo ha analizado el efecto de casi 1.000 medicamentos en el crecimiento de 40 variedades de bacterias que se encuentran habitualmente en el microbioma humano. Los resultados apuntan a que el 24% de los fármacos no antibióticos diseñados para tener un efecto sobre células humanas también reduce o detiene el crecimiento de una o más variedades de bacterias intestinales, en concreto 203 de los 835 analizados.
“Hemos analizado la mayoría de los fármacos más usados”, explica Lisa Maier, coautora del estudio, publicado en Nature. Los resultados muestran que entre los medicamentos que inhiben el crecimiento de las bacterias intestinales hay antipsicóticos, antihistamínicos contra la alergia, inmunosupresores, antieméticos, inhibidores de la bomba de protones como el Omeprazol, medicamentos contra el colesterol, como las estatinas, píldoras anticonceptivas y también fármacos contra la disfunción eréctil, añade la investigadora.
Estudios anteriores habían desvelado que ciertos medicamentos contra la diabetes, antiinflamatorios y antipsicóticos atípicos, cambian la composición del microbioma. El nuevo estudio es el primero que estudia las interacciones directas entre fármacos y microbioma de forma sistemática y con una mayor muestra de medicamentos, según ha explicado el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), en Heidelberg (Alemania), donde se ha realizado el trabajo.
En algunos casos los fármacos parecen interferir solo con una variante bacteriana y en otros con decenas de ellas. Las bacterias que son más abundantes en el intestino de personas sanas son las más afectadas por los fármacos, entre ellas especies esenciales para producir nutrientes, explica el trabajo.
Los efectos secundarios más habituales asociados a esta interacción son similares a los de los antibióticos, por ejemplo problemas gastrointestinales, señalan los autores del trabajo, aunque serán necesarios más estudios para conocerlos en detalle. El efecto de los fármacos no antibióticos en el microbioma podría explicar parte de la creciente resistencia a antibióticos, pues las bacterias parecen usar mecanismos similares para protegerse tanto de los antibióticos como de los otros fármacos, añaden los responsables del trabajo. El estudio abre la posibilidad de usar algunos de esos fármacos no antibióticos como si lo fueran, especialmente porque algunos son muy específicos contra una especie de bacteria determinada.
Los investigadores del EMBL quieren estudiar ahora cómo afectan los fármacos a comunidades enteras de bacterias intestinales. “Aún nos queda una larga investigación por delante. Es posible que en algunos casos haya un beneficio adicional porque ciertas bacterias potencian el efecto de los fármacos y que en otros disminuya la efectividad del mismo. En cualquier caso estamos tocando solo la punta del iceberg, así que es muy importante que nadie malinterprete los resultados y deje de tomar los medicamentos que le hayan prescrito”, advierte Maier. La investigadora cita un ejemplo reciente. El año pasado, un equipo internacional de científicos, entre ellos de la Universidad de Girona, demostró que la metformina, el fármaco más utilizado contra la diabetes tipo 2, hace que aumente la aparición de bacterias intestinales que reducen la intolerancia a la glucosa que caracteriza a esta enfermedad.
Rafael Cantón, jefe de microbiología del Hospital Ramón y Cajal (Madrid) y experto en resistencia microbiana, señala que “este estudio es valioso porque destapa unos efectos no desdeñables de fármacos muy usados, con lo que habrá que hacer seguimiento para conocerlos mejor”. El experto resalta que analizar estas interacciones puede ayudar a aprovecharlas en nuevos tratamientos, por ejemplo usando fármacos como coadyuvantes de los antibióticos y mejorar así su efectividad.
El nuevo estudio es el primero que ha estudiado las interacciones directas entre fármacos y microbioma de forma sistemática y con una mayor muestra de medicamentos