AHORA YA SÍ Por Juan Alfredo Bellón
AHORA YA SÍ Por Juan Alfredo Bellón DESDE EL MIRADOR Nº58 del domingo 14-06-2015
Cómo será nuestra memoria histórica, y eso que la carcundia pro franquista casi no nos ha dejado ejercitarla, que la gente anda escondida estos días por las esquinas temiendo que en cualquier parte donde haya ganado las elecciones del pasado 24 de mayo una significativa mayoría de progreso se produzca o se haya producido ayer, trece de junio, un tamayazo contra la auténtica naturaleza del resultado electoral.
Anteayer mismo, viendo la tertulia televisiva mañanera de una cadena tan poco sospechosa de izquierdismo como La Tres, oí a Rafael Simancas decir que los riesgos de tamayazos están donde sean la izquierda o las coaliciones populares las que tienen expectativas de gobernar, porque nadie concibe una, rebelión interesada e inducida contra la gobernación de la derecha o en el seno de las filas del PP.
Por eso y por los traumas que en su día causó la involución derechista contra la voluntad popular mayoritaria en la Comunidad de Madrid, no es concebible que en esta ocasión se vayan a producir estos episodios de forma general o en lugares tan significativos que luego han terminado tan corrompidos y que esos mismos hechos han acabado por evidenciar el sentido y las intenciones de quienes en su día violentaron la orientación democrática y progresista de los resultados electorales y donde además no cabe hablar de fragmentación y debilidad sino de que, en España, la derecha ha sido tradicionalmente fiel al modelo monolítico y la izquierda (o las izquierdas) son mucho más plurales tanto organizativa como electoralmente, aunque sepa que la ley electoral vigente la penaliza y beneficia no poco a sus oponentes.
Qué le vamos a hacer, si somos un país de pijoapartes donde todos conocemos las reglas del juego y no obstante persistimos en nuestra fragmentación individualista y no conseguimos la correlación de fuerzas necesaria para instalar el sistema corrector de segunda vuelta o algún otro mecanismo que ayudara a superar nuestro empecinamiento.
En eso, el comportamiento piramidal autoritario de los conservadores permitió a Aznar unificar el comportamiento electoral de las huestes de la derecha dejando reducidos sus satélites más extremistas a puras organizaciones testimoniales de escasísimo o nulo peso electoral. Y esto quiere decir que la tan cacareada inoperancia de los pactos de coalición multipartidista no es tal per se y no tiene por qué ocurrir siempre como tampoco ha de ser mejor la gobernancia monolítica monopartidista si acabamos aprendiendo a pactar, practicar la multilateralidad política y nos acostumbramos a extraer lo positivo de estos escenarios plurales frente a lo negativo del estilo centralista y autoritario que era lo que antaño caracterizaba a la izquierda autoritaria y curiosamente criticaban las organizaciones de derecha.
Con estas mudanzas y contrastes se demuestra que no hay modelo mejor o peor a priori para encargarse del buen funcionamiento del gobierno de la cosa pública, lo que sí ocurre es que el cambio de las circunstancias y de estilos en el gobernar produce efectos refrescantes en las instituciones renovadas y ahora ya sí nuestras y eso repercute positivamente en su operatividad y en la adhesión que les muestra la ciudadanía.
Ojalá sea esto lo que ocurra para lograr una mayor participación popular en las consultas electorales y así fortalecer su entronque con la base humana a la que representan.
El desatasco de las instituciones andaluzas, empezando por la Presidencia y el nombramiento de su Gobierno tiene también que contribuir a normalizar nuestras vida cotidiana y ponernos a todos a trabajar por la buena marcha de nuestro negocio, ahora ya sí, libre de trabas, zancadillas y palos en las ruedas en una Andalucía por sí pero no para sí sino para España, Europa y el resto de la Humanidad.