Trucos para enseñar normas y límites a los niños

La mejor forma de hacerlo es empezar desde que son pequeños. Hablamos con una psicóloga que nos da unas pautas para aprender a poner límites a nuestros hijos.

Los límites o normas deben ser consensuados con la pareja, es decir, ambos progenitores deben estar de acuerdo, y se debe informar de ellos al resto de personas que convivan con el niño o cuiden de él, para que todos los hagan cumplir. Para poner límites y normas se debe tener en cuenta el niño, es decir, sus capacidades según la edad y la situación familiar.

Trucos para poner límites

Deben ser mensajes concretos. No vale con decir “pórtate bien”, sino explicar qué conductas son esas que queremos que tenga (los pies fuera del sofá, hablar sin gritar, mantener la habitación ordenada…). Lo mismo sirve para el “siéntate bien” o “habla bien” y parecidos. Necesitamos explicar primero qué significa eso de “bien”.

Mejor en frases positivas. Los niños responden mejor a normas y límites que se expresan de forma afirmativa en lugar de negativa. En vez de decirles que ‘no chillen’, podemos pedirles que hablen en voz más baja o más tranquila, en lugar de explicarles únicamente que no se debe pegar, podemos hablarles de que hay que tratar con respeto y cariño al resto de niños.

De forma firme y tranquila. Se debe elegir el momento adecuado para explicarles las normas por las que no están actuando conforme a lo que queremos. Es mejor hacerlo de forma tranquila, pero estableciendo un tono algo serio y no negociable.

¡Un buen truco! Podemos dibujar las normas o poner fotos (si el niño es demasiado pequeño para saber leer) o escribirlas (mejor dejar siempre que las escriban o dibujen ellos, para que se involucren en la importancia de las normas de la casa). La parte difícil es recordarles las normas de forma tranquila cuando las están incumpliendo, pero si nos alteramos es muy posible que ellos se contagien y terminen actuando peor.

No ceder. Este el otro momento complicado, porque se trata de mantenerse firme en el NO ante sus peticiones, ruegos, llantos o incluso agresiones. Si hemos establecido una regla que creemos esencial y que consideramos que el niño puede cumplir, lo mantenemos pase lo que pase.  Si cedemos lo acostumbramos a que puede cambiar lo que no le gusta mediante agresiones o llantos y lo que pretendemos es que se acostumbre a la frustración de no conseguir lo que quiere y ser capaz de controlar el enfado que siente y manifestarlo adecuadamente.

Dar alternativas. A pesar de que no debemos ceder, sí podemos proponer alternativas a lo que pide, o incluso negociar dentro de lo que consideremos que nos parece bien o estamos dispuestos a ser flexibles, aunque siempre que lo pida bien y no haya un mal comportamiento por medio.

Higinia Fernández Peña, psicóloga especializada en terapia con niños www.psicologiacreciendo.com

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