LO QUE NO FUNCIONA EN LA EDUCACIÓN ACTUAL
“La educación no puede equiparar a cada estudiante con un conjunto completo de perspectivas; es más, estamos condenados al fracaso si intentamos hacer de cada joven un historiador, un biólogo o un compositor de música clásica.” Howard Gardner: La educación de la mente y el conocimiento de las disciplinas.
Hace ya algunos días se publicó en algunos periódicos la historia de Jack Cator, un joven emprendedor británico que ha creado una exitosa plataforma online. Este tipo de noticias son habituales, pero ya no lo son tanto los titulares que se utilizaron en algunos medios: El macarra que se hizo millonario por portarse mal en el colegio (El Confidencial), La historia del joven británico que se hizo millonario por no atender en clase (ABC), El joven que se hizo multimillonario por portarse mal en el colegio (BBC). Resulta cuanto menos curioso que “portarse mal en el colegio” y “no atender en clase” se insinúen como claves del éxito de Jack. Sin duda, corren malos tiempos para la escuela.
Pensando sobre ello, recordé lo que dicen sobre la educación algunos de los grandes pensadores de nuestros días: Robinson, Bauman, Gardner, Gerver, Wagner, Tough… todos ellos coinciden en que algo no funciona en la educación que ofrecemos en nuestras escuelas.
Esto me ha motivado a recopilar en este artículo algunas de las cosas que no funcionan en la educación escolar, algunos de los problemas que considero más significativos para entender qué es aquello que deberíamos cambiar para ofrecer una educación en nuestras escuelas que dé respuesta a las necesidades reales que tienen nuestros niños y jóvenes para sobrevivir en un mundo tan inestable como el actual y como el que se encontraran en un futuro incierto.
Un primer problema a comentar es el hecho de que los sistemas educativos dependen de los cambios políticos. En la mayoría de nuestros países, cada cambio de gobierno conlleva un cambio en el sistema educativo. Esto provoca que se encadenen reformas de las leyes educativas que tienen como principal consecuencia currículos inabarcables y cambios metodológicos sin sentido que, además, casi nunca van acompañados de la formación necesaria para los docentes.
Los gobernantes suelen sentirse mucho más cómodos con una educación que funciona como elemento conservador de lo establecido que con una educación que alimenta el espíritu crítico y el cambio. Por ello, la educación debe quedar al margen de los vaivenes políticos.
Otra de las problemáticas de la educación actual es la creencia fuertemente arraigada de que la excelencia educativa tiene que ver con la memorización de datos, fechas y conceptos más que con la capacidad de utilizar los conocimientos adquiridos para aplicarlos en la resolución de problemas reales. Todavía son muchos los que están convencidos de que la letra con sangre entra y, por ese motivo, relacionan el estudio con el esfuerzo y el sufrimiento y no con el esfuerzo y el gozo.
Los sistemas de evaluación de muchos de nuestros centros educativos premian a los alumnos que son capaces de recitar lo que el docente les ha enseñado, cuando lo que debería premiarse es la capacidad de aprender de manera autónoma, la capacidad de producir el propio aprendizaje. Así nuestras escuelas son lugares donde se va a aprobar y no a aprender. Todo esto se ve agravado por la importancia y el valor que se le otorga a las pruebas estandarizadas tipo PISA, que lleva a plantear la mejora de los resultados en esas pruebas como el principal objetivo de las políticas educativas.
También es un problema la creencia de que la escuela es solo un lugar de alfabetización. Puede que en siglos pasados esto fuera así, pero en la sociedad de la información no tiene ningún sentido. La escuela debe trabajar con datos, pero también con valores; debe enseñar a resolver ecuaciones, pero también conflictos de convivencia; debe enseñar a hacer, pero también debe enseñar a ser. Además, hay múltiple estudios que demuestran que para que el aprendizaje sea significativo debe estar relacionado con la emoción, con la capacidad de satisfacer la curiosidad de los alumnos, con la alegría de aprender.
Todo esto tiene que ver con la arquitectura de los centros escolares, que están diseñados para el control y la disciplina y no para el aprendizaje. Derribar paredes y abrir las puertas de nuestras aulas no es una necesidad, es una obligación para poder educar en los valores y las destrezas necesarios para sobrevivir en la sociedad de la incertidumbre.
Por último, la formación inicial y continua de los docentes y su valoración social como agente fundamentales para el buen funcionamiento de la sociedad son otras de las cosas que no funcionan en la educación actual. El valor de los docentes debe ser reconocido para que la escuela cumpla con su verdadera función.
A estas alturas de un artículo sobre lo que no funciona en la educación, algunos se estarán preguntando cómo es que no se ha dicho ni media palabra sobre la introducción de las TIC o el uso de Internet… pero creo que fue Steve Jobs quien dijo que lo que no funciona con la educación no se arregla con la tecnología. Las TIC deben estar al servicio del aprendizaje, no al revés.
En conclusión, en educación se dan por válidos demasiados supuestos que cuando se analizan con detenimiento se demuestran ineficaces. En Desmontando 5 tópicos educativos escribí que: “Las buenas prácticas educativas dejan huella, dejan la impronta necesaria para que las personas podamos desarrollarnos de manera autónoma a lo largo de nuestra vida. En cambio, las malas prácticas educativas dejan cicatrices que impiden que las personas alcancemos nuestra máxima plenitud, limitándonos e impidiéndonos la adaptación a situaciones cambiantes.” Cambiar lo que no funciona en la educación de nuestros días se ha convertido en una necesidad que no podemos seguir ignorando por más tiempo.