23 noviembre 2024

¿Cuál es la situación actual en España? ¿Qué ventajas tendría su legalización? ¿Acabaría con el narcotráfico?

Canadá se convertirá el próximo octubre en el primer país del G20 en legalizar la marihuana con fines recreativos. Después de que la medida –una de las promesas electorales de Justin Trudeau– se aprobara en el senado canadiense, el sociólogo y miembro del Consejo Estatal de Podemos Jorge Moruno ha tuiteado sobre el potencial que podría tener España en la producción de cannabis. «Tiene un clima privilegiado que bien podría exportar marihuana con denominación de origen -como el vino- a Canadá; pero nada, será una locura…». Tras este mensaje, Pablo Iglesias también se ha sumado a la propuesta de la legalización.

En su tuit, Iglesias comenta que una industria estatal de producción de cannabis «generaría ingentes ingresos al Estado que podrían hacernos contar con la mejor sanidad pública del mundo». La regularización –medicinal, recreativa o ambas– es una propuesta que desde algunos partidos (Podemos, PSOE o Ciudadanos) se ha planteado en España, y también desde las decenas de plataformas de consumidores que existen en nuestro país. Pero, ¿de qué se habla cuando se habla de legalizar? ¿En qué consiste el uso medicinal? ¿Qué se está haciendo en otros países? Respondemos a estas y otras preguntas que surgen en el debate sobre la posible regularización de esta droga.

¿Cuál es la situación legal de la marihuana en España?

En España no se puede vender, consumir ni cultivar marihuana de forma legal, salvo contadas excepciones. «Según la Ley 17/1967 sobre estupefacientes, el consumo se considera ilícito, tanto en el ámbito público como en el privado, si no está prescrito por un médico», explica por teléfono a Verne Martí Cànaves, director de DMT Advocats y abogado penalista especializado en cuestiones legales relacionadas con el cannabis. «Sin embargo, el consumo y posesión no tiene ninguna sanción salvo que se realice en la vía pública, en cuyo caso el consumidor sería penado por la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana». La conocida como Ley Mordaza.

En el caso del cultivo, la Ley Mordaza «sanciona el cultivo para autoconsumo si la plantación está en espacio público o es visible desde el espacio público, independientemente del número de plantas», explica Cànaves. Al igual que ocurre con el consumo, el cultivo en un espacio privado para propio uso no es legal, pero no está penalizado. Sí lo está la plantación para la venta y tráfico, penada con de 1 a 6 años de cárcel según el tamaño de la plantación.

El único supuesto en el que es legal plantar marihuana en España es para su uso medicinal, pero solo para su consumo en el extranjero. Pero del uso medicinal y su estatus hablamos en la siguiente pregunta.

Entonces, ¿qué pasa con la marihuana medicinal?

Efectivamente, la ley española permite el consumo de marihuana con uso medicinal, pero eso no significa que, actualmente, se puedan fumar porros con fines terapéuticos. La planta de la marihuana, como tal, no está considerada como un medicamento y no puede recetarse, pero sí productos derivados del cannabis. «Los cannabinoides, las sustancias químicas que producen los efectos de la marihuana, pueden extraerse para hacer medicamentos, e incluso producirse de forma sintética», explica a Verne José Martínez Orgado, médico y miembro de la Sociedad Española de Investigación Sobre Cannabinoides (SEIC).

Los cannabinoides, explica Orgado, pueden utilizarse para paliar las dolencias y efectos de enfermedades crónicas relacionadas con daños cerebrales, tratamientos tumorales, rigidez muscular, epilepsia o tratamiento de la inflamación. Sin embargo, en España solo hay, por el momento, un medicamento basado en los cannabinoides, Sativex, utilizado para reducir la rigidez muscular de los enfermos de esclerosis. El próximo en llegar, cuenta Orgado, podría ser Epidiolex, indicado para paliar los efectos de las epilepsias intratables en niños.

La planta de marihuana, como tal, sí se receta como medicamento en otros países (en el siguiente punto profundidamos sobre la legislación internacional), pero no en España. «La marihuana es una forma fácil y asequible de acceder a los cannabinoides, pero también es muy difícil de controlar desde el punto de vista médico», explica Orgado. «Cada planta tiene unos niveles de cannabinoides diferentes y la gente desconoce esa cantidad y cuánto se debería tomar».

Aun así, en España se puede cultivar marihuana medicinal, pero para consumo en países donde la planta de la marihuana sí se receta como medicamento, como Canadá. «Se necesita una autorización por parte de la Agencia Española del Medicamento», explica Martí Cànaves, que fue coordinador del proyecto de Rasquera, Tarragona, de creación de una empresa pública de cannabis para la investigación. «Para conseguirla, tienes que tener un contrato con una empresa extranjera autorizada y en el que se refleje la cantidad de cannabis que solicitan, que es el límite que podrás plantar», cuenta el jurista.

¿Cómo está regulado el cannabis en los países en los que es legal?

Uruguay, Canadá, Holanda, Estados Unidos (solo algunos estados) o Israel son algunos de los países que han regulado el uso del cannabis, pero no todos lo han hecho de la misma forma. Estos son algunos de los modelos más representativos:

  • Solo para uso terapéutico: es el modelo de países como Israel o algunos estados en Estados Unidos, donde es legal la producción de marihuana –previa adquisición de una licencia gubernamental– y la venta, bajo prescripción médica, en puntos de venta especializados. «En Israel, incluso algunas empresas productoras con licencia pueden enviar la marihuana a domicilio a sus pacientes», apunta Cànaves.
  • Uso terapéutico y recreativo: es el modelo que han seguido países como Uruguay y que, a partir del próximo octubre, seguirá Canadá. Funciona de forma similar al tabaco en España, que es legal pero está regulado: la venta está prohibida a menores de edad, solo puede realizarse en establecimientos con licencia y, en el caso de Uruguay, está restringida a 40 gramos por persona y mes. La producción, al igual que en los países donde es legal la marihuana medicinal, debe realizarse con autorización gubernamental.
  • Compra y consumo en lugares determinados: es el caso de los Países Bajos, donde se permite la compra y venta a mayores de edad solo en lugares especializados (los coffee shops) y con un límite de compra de cinco gramos por persona. «Sin embargo, la producción es ilegal», aclara Cànaves, «de modo que el Estado hace la vista gorda sobre cómo consiguen la marihuana los coffee shops».

¿Es la marihuana una droga «blanda»? ¿Qué diferencia hay con el alcohol y el tabaco?

«Me parece absurdo poder comprar tequila o ginebra en un supermercado y que la marihuana sea ilegal», escribía Pablo Iglesias en Twitter. La comparación con otras drogas consideradas «blandas», como el alcohol o el tabaco, es uno de los argumentos esgrimidos a favor de la legalización. «Para la Organización Mundial de la Salud, la nicotina es mucho más adictiva que el cannabis», explica el médico del SEIC. Cànaves añade que «si miramos el nivel de muertes o consecuencias negativas (violencia, accidentes…) vinculados al alcohol o al tabaco son mucho más altos que los del cannabis».

La marihuana, sin embargo, no es inocua. «No hay ninguna duda de que el cannabis es una sustancia de riesgo, y su comparación con otras drogas reguladas contribuye a su banalización y al aumento de su consumo, que es muy preocupante en los jóvenes», cuenta a Verne Ignacio Calderón, vicepresidente de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Según el Informe 2017 del Plan Nacional sobre Drogas, «el 94% de todos los menores de 18 años que se han tratado por consumo de drogas ilegales en 2015 en nuestro país, lo han hecho por problemas asociados al consumo de cannabis».

Entre los efectos negativos que el cannabis produce, Orgado, médico e investigador del SEIC, enumera «esquizofrenia, brotes psicóticos, problemas de memoria, de concentración, disminución de la motivación…». Entonces, ¿se trata de una droga «dura» o «blanda»? Seguro que has escuchado esta terminología cientos de veces, aunque no convence a los expertos. Cànaves aclara que «esta diferencia solo existe a nivel penal, para castigar de forma más dura al tráfico y producción de las sustancias que tienen mayor repercusión en la salud de las personas, como la cocaína y la heroína». La «dureza» no está relacionada con sus efectos, sino con las penas.

Desde la FAD también insisten en lo negativo de tratar a la marihuana como una droga «blanda». «Hace que la visión del riesgo que entraña su consumo disminuya, lo que puede provocar que disminuya la edad de inicio del consumo», cuenta su vicepresidente. Actualmente, según el Informe 2017 del Plan Nacional Sobre Drogas, el cannabis es la sustancia ilegal que prueban primero los españoles.

¿Qué argumentos hay en contra de su regulación?

En contra:

  • Tendría los mismos problemas que el resto de drogas reguladas: para Ignacio Calderón, de la FAD, la regularización del alcohol y el tabaco no se cumple en España y, si la marihuana se legalizara, podría acarrear los mismos problemas. «Alcohol y tabaco son unas de las drogas que más problemas producen, y también las que más consumen los menores», cuenta. Las dos drogas regularizadas en España son las que primero prueban los jóvenes españoles: según el Informe del Plan Nacional Sobre Drogas, la media de edad de inicio del consumo del alcohol y el tabaco es de 16´6 y 16´4 años, respectivamente. En el año 2015, más de 5.000 menores de edad fueron atendidos por intoxicación etílica en España.
  • Problemas de adicción. La marihuana, según el informe 2017 del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, es la segunda droga con más admisiones a tratamiento para su desintoxicación en España, a muy poca distancia de la cocaína. José Martínez Orgado, del SEIC, explica que la marihuana no genera dependencia física (como la cocaína y la heroína), pero sí psicológica. «La sensación de paz, de euforia, es lo que engancha», cuenta. Según el experto, es precisamente la relativa facilidad para desintoxicarse (comparada con otras drogas) lo que hace que las cifras de personas en que intentan desengancharse sean tan altas. «Hay mucha gente que intenta dejarlo porque saben que es sencillo», defiende. «La nicotina genera más dependencia que la marihuana».
  • Perdería (todavía más) la percepción de sustancia peligrosa. Para Ignacio Calderón, de FAD, la legalización de la marihuana acarrería que hubiera menor percepción de sus riesgos, por que aumenta la permisividad. «Los jóvenes ya la incluyen en el mismo paquete que el alcohol y el tabaco, y la regularización solo podría empeorarlo», defiende. De este riesgo también alerta el informe 2017 de la Junta Internacional de la Fiscalización de Estupefacientes (el órgano de la ONU encargado del cumplimiento de los tratados sobre drogas) en relación con la legalización en diferentes países de Sudamérica.

A favor:

  • Mejoraría la salud de los consumidores. Si la marihuana se legalizara, explica el abogado Martí Cànaves, podrían establecerse controles sobre su calidad, de la misma manera que se hacen de los alimentos. «En un mercado no regulado, los traficantes tratan de maximizar el beneficio y no gastan nada en asegurar la calidad del producto. Si fuera legal se garantizarían unos mínimos con controles de calidad para evitar metales pesados y toxicidas», cuenta el jurista.
  • Supondría una importante fuente de ingresos. Es uno de los motivos por los que Pablo Iglesias aboga por la regularización. La marihuana es la tercera droga más consumida de España, y las dos primeras pagan impuestos: son el alcohol y el tabaco. De gravarla con IVA y con un impuesto especial como el alcohol y el tabaco, «el Estado podría ingresar millones de euros anuales», defiende Cànaves. Sin embargo, el tabaco también genera millones de euros para el estado… y el casi el doble de gasto en Sanidad. Joseba Zabala Galán, miembro del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, explicaba en una tribuna en Materia que, en 2017, el estado recaudó 9 millones de euros con el tabaco, mientras que los costes sanitarios directos e indirectos del mismo ascieron a 15 millones de euros.
  • La prohibición no hace que el consumo disminuya. En España el consumo de cannabis no es legal y, sin embargo, es una de las drogas más utilizadas. «La prohibición no limita el consumo», defiende Cànaves. «Todo lo prohibido tiene algo de atractivo, especialmente para los jóvenes y adolescentes». Holanda, uno de los países que más tiempo tiene legalizada la compra y consumo, tiene un menor porcentaje de habitantes que hayan consumido marihuana en el último año que España: un 15,7 % frente a un 17,1%, según el Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías.

Una legalización, ¿acabaría con el narcotráfico?

Uno de los argumentos que Trudeau ha esgrimido para aprobar el uso recreativo de la marihuana en Canadá es que el narcotráfico disminuirá. También lo ha hecho Pablo Iglesias: «El mayor problema que genera el cannabis no es de salud pública, sino la delincuencia y la explotación asociadas al tráfico ilegal», defendía.

«Ha sido muy fácil para nuestros niños hacerse con marihuana y para los criminales cosechar beneficios. Hoy cambiamos eso. Nuestro plan de legalizar y regular la marihuana acaba de aprobarse en el Senado».

Sin embargo, pensar que la legalización acabaría de un plumazo con el narcotráfico es pecar de optimista: «El tráfico ilegal nace con la prohibición, pero la legalización no tiene por qué acabar con él», reconoce Cànaves. El tabaco es legal en España y sin embargo, según Altadis (principal tabacalera en nuestro país), su tráfico ilegal representa más de un 10% del mercado nacional.

Según Monitor Cannabis, el observatorio uruguayo que analiza la evolución de la marihuana en el país tras su legalización, actualmente el 50% del consumo se hace por vía legal. La otra mitad sigue en manos del narcotráfico.

Pablo Cantó

https://verne.elpais.com/verne/2018/06/26/articulo/1530024344_369449.html

FOTO: Marihuana de un cultivo legal en Markham (Canadá) . WARREN TODA EFE