11 noviembre 2024

EL CALENDARIO Y LAS CALORES por Juan Alfredo Bellón para EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 15-07-2018

Dígase como se diga y piénsese como se piense, si no hay estaciones, no hay jamones y el ahora estemos ya hartitos de calor es bueno y natural, pues no hay nada más conveniente y provechoso, tanto para nuestra salud como para nuestra economía, que las oscilaciones térmicas, sobre todo en punto a los ciclos anuales. Y el caso es que, aunque nuestros huesos y demás partes adendas de nuestro cuerpo serrano protesten por estos ciclos caloríficos, es cierto y verdad que buena parte de los seres terrestres deben sus características precisamente a esas oscilaciones térmicas dependientes de la época del año en la que se desarrollan y que, a su vez, también depende de las entidades con las que viven en contacto, de su morfología y del entorno en que se desenvuelven.

Por eso, cada año empezamos el invierno temiéndoles a los fríos y el verano quejándonos de las calores, olvidándonos de que las unas y los otros existen para equilibrar la acción de sus contrarios y de esa misma sucesión de efectos se derivan las leyes de la vida y el ritmo sucesorio de los estados y circunstancias que son en realidad las formas en que necesariamente se nos presentan para ordenarse y sucederse en modos y apariencias. Por eso decíamos que si no hay estaciones, no hay jamones. Y lo de los chorizos es ya otro cantar… porque chorizo y de los buenos está hecho Donald Trump, que en cada viaje o comparecencia pública pierde la ocasión de callarse para que todo marche medianamente bien hasta el punto de lo ocurrido con motivo de su actual visita a Gran Bretaña cuando, mientras efectuaba una comida oficial con la primera ministra, apareció en la página-web del gobierno norteamericano una profunda crítica de la señora May ingiriéndose en su forma de llevar el Brexit y dedicándole indiscretísimas lindezas a ella y al resto de los aliados europeos de quienes exigió aumentar el gasto en compras bélicas a USA un 2% más y luego un 4%.

Siendo así que el flamante presidente americano ladra y muge cuando relincha en público y se gana con justicia la poca consideración pública que unánimemente despierta, contrastando en esto con el respeto que siempre obtuvo Obama, hasta cuando tomaba decisiones en favor unilateral de su país.

Coinciden estos apretones de la opinión pública internacional con las crisis veraniegas cíclicas que vienen a estallar tradicionalmente en los idus de julio y agosto, cuando aprieta la calor, / están los trigos en caña / y suspende el profesor. Es la misma época de las calores que asfixiaban a los granadinos y a los españoles en aquellos julio y agosto del 36, cuando se declaró la Guerra Civil que tantas vidas costó al país y tanto sufrimiento a sus habitantes, conducidos autoritaria y criminalmente por un dictador de la misma calaña que Hitler, que no dudó en prolongar nuestro sufrimiento como nación y nuestro atraso como sociedad moderna y civilizada, atraso que aún perdura en la memoria represiva de nuestro pasado y de nuestra historia que ahora intenta renovar un gobierno socialista a quien le sobran razones y le falta fuerza parlamentaria para doblar a una oposición presumiblemente desconcertada que lo intentará todo antes que abdicar de lo que cree que es su derecho de pernada sobre la historia.

Bienvenidos sean los calores, el sudor de los jamones y los enésimos intentos de agiornamento definitivo de un país donde se venera impunemente la memoria de los verdugos y cuesta tanto trabajo restablecer el camino de la legitimidad democrática y la vuelta a lo que nunca debió ser vulnerado por la mentira y la traición.

Ah, y viva también Corina y su defensa, en lo que cabe, de la (poca) dignidad real; la familia de Lola Flores y la de Miguel Bosé y los últimos esfuerzos por dignificar la TVE con algún que otro pinito democrático que contrasta con la bazofia de la última etapa, digna de sus presentadores. amigos de Federico Jiménez Los Santos, Carlos Herrera, el ministro Wert, José María Aznar y Ana Botella de entre los que el más listo ha sido el flamante Registrador de la sacrosanta Propiedad de Santa Pola.

¡Vaya reingreso!