En Andalucía llamamos «esnortaos» a aquellos que han perdido el control de su vida por seguir un rumbo errático que no se ha corregido. La educación en la familia y las instituciones es básica para reorientar esos rumbos equivocados.

De ello va la carta que hoy me publica Ideal y que os inserto seguidamente:
PERDER EL NORTE
Sr. Director de Ideal: dentro de unos días empezará un nuevo curso académico. Comentaba, hace unos días, con otro compañero jubilado, los graves problemas de disciplina que diariamente se presentan en nuestros colegios e institutos.
Le decía a mi amigo que estos no son exclusivos de las escuelas, sino que también abruman a otros sectores de la sociedad. Al fin y al cabo, la escuela es un reflejo de ella. Los insultos, faltas de respeto y agresiones están a la orden del día. La violencia está presente en todos los estamentos. Demasiados jóvenes pierden el Norte, se extravían al seguir un rumbo errático ¿Cuál es la razón de que ello sea así?
En mi opinión, a los niños, desde pequeños, no se les ponen límites, normas o patrones de conducta. Crecen creyendo que todo les pertenece y se convierten en tiranos de sus padres. Carecen de la orientación y, en su caso, corrección que deben tener por parte de sus progenitores. Han aprendido que las cosas se pueden conseguir sin poner nada de su parte, sin esfuerzo ninguno.
Y la educación, tanto familiar como escolar, se ha prestado a tal dislate. Los sistemas educativos han favorecido erróneamente la igualdad de resultados. Y las notas se convierten en un engaño cuando están sustentadas por un aprendizaje insuficiente. También en este apartado hemos perdido el Norte.
¿Y cómo recuperarlo? Pues está claro, cambiando la forma de educar a nuestros niños y jóvenes.
Hay un aserto popular que dice “El que algo quiere, algo le cuesta”. Este principio es el que tenemos que aplicar a la educación. Y parece que ya han empezado a aplicarlo los dueños de grandes fortunas, hartos de convertir en pequeños dictadores a sus hijos. Algunos han comenzado a desheredarlos, por ejemplo, el multimillonario estadounidense Bill Gates, que destinará gran parte de su fortuna a su fundación. El fundador de Microsoft afirma: “Mis hijos necesitan valorar la importancia de su trabajo y lograr sus metas por sí mismos” ¡Cuánta razón tiene! No se le puede dar todo mascado a los niños.
Debemos recuperar el valor educativo del esfuerzo, del trabajo bien hecho. Porque, lo de menos es una nota, lo de más es conseguir, mediante la educación, la libertad y autonomía del educando.
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