La historia que se esconde detrás de estas 7 calles
Desde prácticas macabras hasta leyendas que muestran el amor maternal han ocurrido entre las calles de la ciudad nazarí
Hoy nos adentramos un poco más en la historia de nuestra ciudad. Desde GranadaDigital te vamos a contar las historias que esconden estas siete calles del plano de Granada, y que muchos seguro no conocían.
Calle Arco de las Orejas
Esta calle se localiza en pleno centro de Granada, conectando calle Boteros y calle Salamanca, cerca de calle Mesones. Aquí se ubicaba en la antigüedad esta puerta que constituía el único acceso a la plaza de Bib-Rambla. La leyenda cuenta que en ella colgaban orejas y otros miembros cortados a los criminales que eran condenados a muerte, con la intención de dar muestra de la mano dura con la cual era capaz de ejercer la justicia, además de servir de escarmiento y conciencia para aquellos ciudadanos que veían esa cruda escena. Se trata de una puerta de la muralla, que se encontraba en la antigua ciudad, y que ahora descansa en los bosques de la Alhambra.
Cuesta Arremangadas
Se encuentra entre la cuesta de San Gregorio y la calle San Juan de los Reyes, haciendo de unión entre estas dos, en el famoso barrio del Albaicín. El nombre de arremangadas viene dado debido a que las mujeres tenían que “arremangarse” las largas faldas que llevaban antiguamente para subir esta calle, según cuenta Julio Belza y Ruiz de la Fuente en su ensayo Las calles de Granada.
Calle Beso
La calle Beso se emplaza de manera paralela a la calle San Juan de los Reyes, localizada también en el barrio del Albaicín. Allí se encuentra uno azulejos que difunden la leyenda de esta vía, la cual yace en una casa donde “vivía un matrimonio con su hermosa hija, que todos los vecinos adoraban. Un día cuando su madre la fue a despertar, encontró a la niña totalmente inerte, lo que transformó al barrio en un solo llanto. Al día siguiente tras el velatorio, cuando iban a cerrar el ataúd, y la madre acercó sus labios para dar a su querida hija un desesperado beso, los ojos de la muchacha se abrieron lentamente…”.
Y esto no es todo, pues hasta existe una canción dedicada a esta romántica calle. De eso se encargó el ya fallecido cantaor flamenco Manuel Molina en 1999 en lo que fue su único álbum en solitario, titulado ‘La calle del beso’ donde se encuentra ‘Por eso’, la canción que le hace honor a esta rúa.
Calle Hornillo de Vagos
Esta calle de tan solo 30 metros se ubica cerca de la plaza San Lázaro, y es supuestamente, la única calle del mundo que hace honor a aquellos que lo único que quieren hacer es nada. La historia se remonta a la época de los Reyes Católicos, cuando existió en el barrio de San Lázaro un hospital de leprosos. Al derribarse el barrio a finales de los años 90, la calle quedó sin portales ni comercios, solo escaleras, para servir como prolongación de la calle Minas de San Lázaro.
Calle Niños Luchando
Este pasaje con tan curioso nombre se posiciona paralela a la calle San Jerónimo, por encima de esta si miramos hacia Gran Vía. Julio Belza y Ruiz de la Fuente en su ensayo Las calles de Granada, recogen la leyenda que bautiza a esta calle, la cual dice “En fin, todo queda reducido a una habitación, donde dos niños juegan y en el calor de la ficticia pelea arremeten contra un tabique tan endeble y viejo que se viene abajo en parte, cayendo entre ladrillos y yesones, un chorro de onzas y doblones. El padre, cuya economía era pobre, se lleva tal alegría que manda hacer un bajorrelieve de mármol con la imagen de dos niños peleando y lo pone en la fachada de la casa”. No se sabe con certeza si realmente existió esta placa, bien pudo perderse durante las reformas que acabó sufriendo la calle en los siglos XIX y XX. Lo que sí es cierto es que la leyenda acabó acuñando el nombre de esta calle.
Callejón Niño del Royo
Se halla en el barrio del Realejo y conduce hasta Torre Bermejas. El extraño nombre de esta callejuela procede de cierto hito o poste de piedra, denominado como el “royo”, que aquí se ubicó entre 1560 y 1620. En el siglo XVI, las autoridades municipales colgaban del poste los miembros amputados de los criminales condenados a descuartizamiento, una macabra práctica que servia de escarmiento para los ciudadanos. La gente afirmaba que los miembros humanos allí expuestos parecían, de lejos, un niño en pañales con los brazos en cruz.
Paseo del Padre Manjón
El Paseo del Padre Manjón, no es ni más ni menos que el transitado paseo de los Tristes, aunque el nombre que hace referencia al sacerdote burgalés es el oficial. Se le conoce como Paseo de los Tristes desde 1805 aproximadamente, debido a que, para llegar al actual cementerio de San José, el cortejo fúnebre debía pasar por esta calle donde se despedían a los difuntos entre lagrimas y tristeza.