6 octubre 2024

Mother and pupil and kids holding hands going to school in first class with schoolbag or satchel walking to school bus, Parent and son,sister preschool

El aprendizaje de valores medioambientales tiene que ir acompañado de un estilo de vida acorde con ellos.

Sin darnos cuenta septiembre ya ha llegado, decimos adiós a la ‘anarquía’ del verano y damos la bienvenida, no sin pesar, a la rutina diaria escolar.

Es precisamente durante estas primeras semanas cuando los padres debemos aprovechamos para introducir, poco a poco, nuevas rutinas y costumbres. De alimentación, de sueño de higiene… ¿Y si este año, añadimos también nuevos hábitos ecológicos?

Hace ya unos meses que en El HuffPost ahondamos en el defícit de cultura medioambiental de los niños y en cómo, cuándo y quiénes son responsables de este necesario acercamiento —o alejamiento— de los más pequeños a la naturaleza. El ámbito escolar es fundamental pero, como recordaba en ese artículo María Pérez, profesora titular de ecología de la Universidad San Pablo Olavide, «los niños adquieren en los colegios y en actividades de carácter social la importancia y necesidad de reciclar, no contaminar, no incendiar un bosque, o simplemente no matar un insecto porque desconocemos su valor, y ellos son quienes están actuando de maestros de sus mayores. La esperanza reside en los más pequeños, que crecerán con estos valores integrados en sus vidas y volverán a ser los mentores de sus descendientes, como nunca debió dejar de ser».

Las buenas prácticas ecológicas en el hogar son fundamentales para apoyar a los niños en la adquisición de esos valores y en la puesta en marcha de un estilo de vida acorde con ellos.

Por eso, es el momento hacer entrar en vigor algunas normas y rutinas para tener una vuelta al cole sostenible:

1. Pensemos en los bancos de libros

Este sistema funciona muy bien en algunos colegios. Terminado el año escolar, los alumnos entregan los libros para que puedan ser aprovechados por los que vienen después.

Getty Images

Es el momento ahora de inculcar a los niños el buen trato de esos manuales, el que no sean escritos ni dibujados —si no es necesario—, en lo importante que es forrarlos para conservar las tapas en buen estado, en no doblar las páginas ni arrancarlas…

Además de ser una medida medioambiental, pues conlleva un ahorro de recursos y es toda una práctica de economía circular, los bancos de libros suponen un considerable respiro económico para las familias que lo aprovechan.

2. No todo tiene por qué ser nuevo

Los pequeños viven los primeros días de cole con mucha ilusión: el reencuentro con los amigos, la puesta al día de todo lo que les ha pasado en verano, las tardes de juego en el parque hasta que llegue el mal tiempo… y todo lo que estrenan.

El olor a nuevo de los libros, de las gomas de borrar, de los cuadernos… marca nuestro recuerdo de los primeros días de curso. Pero si queremos poner en marcha un estilo escolar sostenible, tenemos que ser conscientes de lo útil que es aprovechar todo lo que nos quedó del año pasado.

Cuadernos a medias, pinturas usadas pero aún útiles, tijeras y pegamento, mochilas y estuches… son merecedores de una nueva oportunidad. Los niños querrán estrenar, forma parte de la ilusión de esos primeros días de cole, y es tarea nuestra hacer de esto una norma.

De nuevo, además ahorrar en recursos y favorecer a la naturaleza, es un beneficio para nuestra economía doméstica. Con ese dinero luego, quizá, podamos plantear una excursión al campo.

3. Al cole vamos andando

O en bici… El caso es dejar a un lado el coche para ir al colegio. Ya sabemos que es más rápido y que nos tocará levantarnos antes. Pero piensa que ya no tendrás que dejar el coche de cualquier manera y la puerta del colegio ya no parecerá la M-30 en hora punta.

Pero las mayores de las ventajas serán: reduciremos la contaminación y eso revertirá en nuestra salud, además de que caminar o montar en bici son dos hábitos muy saludables para niños y adultos.

Ayto. Torrelodones

En algunas localidades de España, desde los ayuntamientos se han puesto en marcha iniciativas que animan a los niños a ir caminando al cole y en las que se ven implicados muchos vecinos para que lo puedan hacer ellos solos.

4. Todos los días, con la tartera

Esta es una de las cosas que pueden estrenar, y además les hará ilusión que sea de sus dibujos preferidos: una pequeña tartera en la que van a llevar el desayuno de media mañana.

Se trata de abandonar el hábito de envolverlo en papel de aluminio o utilizar una bolsita cada día para llevar el almuerzo.

Esa tartera es perfecta para meter la fruta pelada, unos trocitos de zanahoria, un pequeño bocadillo… y prescindir de los bollos industriales y los bocaditos procesados. Además de invertir en naturaleza, invertimos en su salud.

5. La separación de residuos, bien aprendida

En muchos colegios hace tiempo que separan los residuos que generan. Y en los que aún no lo hacen, debería ser una petición expresa de los alumnos.

En casa, también lo tienen que hacer y tienen que llevar bien aprendida la lección de lo que va en el contenedor amarillo, en el azul y en el verde.

Getty Images/Cultura RF

Si tú aún tienes dudas de cómo separar determinadas cosas, puedes consultar en la web Ecoembes dudas de reciclaje.

Y el más uno…

Haced la promesa de programar una salida al campo al menos una vez al mes.

Bosques y jornadas micológicas en otoño, rutas senderistas en el invierno, itinerarios ornitológicos en primavera y excursiones al monte en verano son algunas de las opciones que podéis planear todos juntos.

 

Mila Fernández

Redactora y editora de ‘branded content

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