La historiadora y feminista Emilia Barrio Rodríguez firma este artículo de opinión en el que aborda la encrucijada en la que se encuentra la lucha por la igualdad real, que se enfrenta a políticas ultraconservadoras que, como señala, quieren «frenar los avances conseguidos», y que debe reaccionar con políticas que conduzcan hacia «un mundo despatriarcalizado».

Los avances en Igualdad entre los sexos sólo han sido posibles en el seno de las sociedades democráticas. Los sistemas políticos dictatoriales, teocráticos, fundamentalistas…son incompatibles con la Igualdad, porque las mujeres vivimos sometidas a sistemas y tradiciones patriarcales, imposibles de erradicar sin marcos constitucionales igualitarios y políticas públicas encaminadas a eliminar las discriminaciones y desigualdades por razón de sexo.

El largo camino hacia la Igualdad en el Mundo Contemporáneo parte de la Ilustración. El Movimiento Sufragista, que se prolonga durante gran parte de los siglos XIX y XX, unido a las demandas de acceso a la educación, serán la génesis de los movimientos sociales feministas, que han tenido momentos de avances y retrocesos, como ocurrió en  Europa con el auge de los fascismos y nazismos.

En España, esa vuelta atrás duró toda la Dictadura Franquista, donde las mujeres volvimos a ser seres naturalizados, sin apenas derechos como ciudadanas, educadas para ser buenas esposas y madres; esa era nuestra principal función social.

‘Las mujeres hemos sobrevivido en una sociedad con muchos déficits democráticos: no rompimos los techos de cristal ni nos incorporarmos al mundo laboral sin brecha salarial, por ejemplo’

Con el final de la Dictadura, los avances democráticos producidos durante la Transición y las luchas por reformas del Feminismo, conseguimos algunos derechos acordes con las sociedades democráticas, pero el peso patriarcal, asentado en la fuerza de muchas leyes y  tradiciones, ha impedido los avances en Igualdad Real. Las mujeres hemos sobrevivido en una sociedad con muchos déficits democráticos: no rompimos los techos de cristal ni nos incorporamos al mundo laboral sin brecha salarial, p.ej. Tampoco el tan demandado reparto de los cuidados se ha producido -recae mayoritariamente sobre las mujeres- y es uno de los más importantes impedimentos para conseguir la paridad en todos los ámbitos de la sociedad.

Con estas realidades, y en el seno del espacio político europeo, se instó a los Estados a aplicar políticas para remover las desigualdades desde la base social, como la necesidad de una ética de los cuidados -que deberían ser compartidos por hombres y mujeres- y unas políticas sociales capaces de asumir gran parte de esos cuidados.

Acorde con esas demandas, en España se hicieron dos leyes cuyo desarrollo se frenó por falta de voluntad política: La Ley de Igualdad y la Ley de la Dependencia.

Los avances demandados desde el feminismo e impulsados con esas políticas públicas, produjeron un incipiente cambio que llevó a muchas mujeres a participar en el diseño y la ejecución transversal  de esas políticas, abriendo el camino para conseguir la paridad en todos los ámbitos.

En estos momentos, como consecuencia de las masivas manifestaciones a favor de la Igualdad, las palabras «feminismo» y “paridad” cada vez se utilizan más en la esfera pública. También se han producido avances en la visibilización de las desigualdades de género pero, simultáneamente, observamos un efecto reactivo por parte de potentes grupos políticos, sociales y religiosos muy conservadores y tradicionalistas, que quieren frenar esos avances con la vuelta de los discursos de la naturalización, es decir, de la  sumisión y dependencia hacia los varones, acompañados de una trampa que tiene ya bastante eco social: una nueva “mística de la maternidad”

Además, la Violencia de Género nos sigue golpeando sin tregua; es la lacra más grande que tenemos que combatir en  la mayoría de países del mundo, también en España, y uno de los retos que aún no hemos podido solucionar, en parte porque no ha habido la suficiente concienciación acerca del funcionamiento de la violencia del sistema patriarcal -un sistema de poder perfectamente ensamblado- ni voluntad política para erradicarla. La Ley contra la Violencia de Género y su aplicación, aprobada recientemente en el Parlamento Español, es la muestra evidente de la reacción de las políticas ultraconservadoras contra los avances en Igualdad.

‘En estos momentos, están en la agenda de algunas formaciones políticas los usos y la mercantilización de nuestros cuerpos, con proyectos de legalización de la prostitución y los vientres de alquiler. Si se legalizasen estas propuestas, serían lesivas para nuestros derechos y nuestras vidas como mujeres’

A estas preocupaciones, tenemos que añadir otras, derivadas de la conceptualización de algunas temáticas -unas más antiguas y otras sobrevenidas- relativas al Género. En estos momentos, están en la agenda de algunas formaciones políticas los usos y la mercantilización de nuestros cuerpos, con proyectos de legalización de la prostitución y los vientres de alquiler. Si se legalizasen estas propuestas, serían lesivas para nuestros derechos y nuestras vidas como mujeres, porque reforzarían los esquemas patriarcales presentes en nuestras sociedades: la mercantilización total ya no deja márgenes y, tanto en lo real como en lo simbólico, las mujeres seremos pura mercancía con el terreno abonado para la Violencia.

No existe ningún país del mundo donde haya igualdad total entre hombres y mujeres, tampoco en España. Estamos en momentos de acción y reacción donde la encrucijada tiene dos vías:

Una es la de las políticas ultraconservadoras, que defienden a los mercaderes del capital. Quieren frenar los avances conseguidos -incluso una vuelta atrás, como el relativo a la Ley del Aborto- e incorporan las temáticas anteriormente señaladas. A éstos, hay que enfrentarlos y oponerse.

La otra vía, la de los avances, necesita de unas políticas que rechacen la mercantilización e inviertan en Igualdad y prevención del Sexismo. En cuanto a la prevención, destaco la urgente necesidad de aplicar una Coeducación que abarque a toda la sociedad y a todos los agentes socializadores para vivir en un mundo despatriarcalizado, es decir, justo, igualitario y democrático.

Emilia Barrio Rodríguez es historiadora y feminista.

FOTO: P.V.M. Imagen de la histórica manifestación del 8M.
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