Silvia tiene 58 años y lleva desde los 50 en paro, con el breve paréntesis de seis meses que le ofreció un programa de ocupación municipal. Sus ingresos se basan en una prestación de 430 euros para desempleados mayores de 55 años. De alquiler paga 660 euros, equivalente al 150% de su renta. Para llegar a fin de mes, sus padres y sus hijos le pasan dinero. «Los ahorros hace tiempo que los agoté. Ropa ya no me acuerdo la última vez que me compré, lo remiendo todo, y como hice hace años un curso de peluquería, el pelo me lo cortó yo misma», explica Silvia.
Esta madre divorciada con dos hijos ya en la trentena explica que fue despedida de su último empleo en Biosí, una tienda de productos ecológicos ubicada en el barrio de Gràcia de Barcelona, después de reincorporarse tras una prolongada baja por una enfermedad inmunológica que todavía arrastra. «Cobre la indemnización correspondiente, pero a mi edad y en plena crisis, encontrar empleo es misión imposible», se lamenta. «Trabajo desde los 14 años, y si alguien hace un tiempo me hubiera dicho que me vería en la situación en la que estoy no le hubiera creído».
Silvia lleva varias semanas buscando pisos para un nuevo alquiler. Le cuesta encontrar algo se adapte a sus ingresos y las pocas oportunidades que se desmarcan un poco, esconden detrás de las fotos un estado «lamentable que a las inmobiliarias les debería dar vergüenza enseñar», dice.
No puede marcharse lejos para hallar alquileres más bajos de los que ofrece la periferia barcelonesa porque sus padres están muy mayores y por el sobrecoste del transporte. Podría apretarse con ellos en el piso, también de alquiler, en el que viven… «Pero yo quiero tener mi propio espacio, la vivienda es un derecho», reivindica.
Como ganado
«Para alquilar un piso hoy los arrendadores te piden todo tipo de documentación sobre tu vida personal y financiera y luego eligen entre las muchas opciones que siempre tienen como si fuéramos ganado», se queja Silvia, que junto a la prestación que cobra tiene que presentar el aval de sus padres. «He llegado a un momento de mi vida que siento que el mundo me dice: ‘Tú ya no nos interesas», reflexiona.
Gabriel Ubieto
https://www.elperiodico.com/es/economia/20180422/alquiler-abusivo-ya-no-les-intereso-6775675
FOTO: Silvia González, en su piso de Esplugues de Llobregat. / JOAN CORTADELLAS