LO VEO DOBLE Por Juan Alfredo Bellón
LO VEO DOBLE Por Juan Alfredo Bellón DESDE EL MIRADOR Nº61 para el domingo 05-07-2015 LOS DOS ALCALDES DE GRANADA
Mire usted por dónde, el jueves voy y compro los periódicos granadinos y me sobresalta el titular, bajo una foto de la alcaldía imperial bicéfala de Torres Hurtado y Luis Salvador, sorprendidos mientras salían del despacho del Regidor granadino; que si hubieran sido Mariano Rajoy y Núñez Feijoo, no se habría sabido si entraban o salían, pero estos dos era patente que salían de acordar las 50 medidas de regeneración municipal puestas por Albert Rivera como condición para la investidura del piñero: LOS DOS ALCALDES DE GRANADA rezaba (y nunca mejor dicho) el titular. Y claro, ustedes comprenderán que al contemplar a esta extraña pareja no he podido por menos de darme un pellizco tremebundo en cada sobremuslo y acordarme de César Girón, el pregonero del Corpus este año, y de los Reyes Católicos, que tanto montaban una como el otro y tan requetebién que lo hacían, y así mismo lo cronicaba mi amigo César, el abogado de la Junta, que hay que ver lo que le gusta un perifollo histórico y un relato «de las fazañas e de las hechurías que ovieron lugar por estos pagos».
Bueno, yo no sé si Torres y Salvador se lo han montado ya a la limón o acabarán montándoselo alguna vez, pero sí sé que entrambos nos van a joder la marrana a los granadinos esgrimiendo cada uno una excusa cada vez diferente: que si la LAC necesita un dictamen técnico para ampliar su líneas, que si el Albaycín es muy complicado para poner de acuerdo a su habitantes, que si patatín, que si patatán. Si con esas cincuenta medidas acordadas por entrambos sastres es como se va a arreglar el traje a nuestra capital, apañados estamos porque a ambos ciruelos los conocemos en nuestras carnes como aquel del chiste que reconoció en la talla del crucificado la misma madera que lo baldó a palos. No somos nadie.
El caso es que me dio por pensar que son uno solo y que yo había bebido unos tintos de verano y por eso los veía dobles, dos en uno o uno en dos, como se quiera, como cuando aquel bizco empezó a correr delante de un toro desbocado que se escapó al desecajonarlo (y por su defecto le parecían dos) y vislumbró las que le semejaban dos ventanas a las que subirse. Y tuvo malísima suerte porque lo alcanzó el toro que era mientras él se empeñaba en vano de agarrarse a la ventana que no era, mientras el morlaco acabó empitonándolo desgraciadamente. Cosas de la vida.
¿Y aquí cuál es el peor, Luis o José? Recuerdo que en mi pueblo había una familia cuyos tres hermanos pasaban por ser brutísimos y, si alguien preguntaba cuál era el más bruto de los tres, la respuesta era obvia: el primero que te encuentres. Así que, en este caso, la marca blanca solo es superada por la original en contundencia, mientras la original se ve superada por la otra en las maneras y, a la postre, lo que resulta del pacto es una contundencia manierista o un manierismo contundente, que de ambas manieras puede o debe decirse.
En fin, que el tiempo dirá quién le coge a quién el pan bajo el brazo aunque hará que recordar que esto no es un ménage á deux sino á trois y no se entenderá nada de lo que ocurre en la Plaza del Carmen si no se sabe que el tercero en discordia, o sea el Espíritu Santo, es el bueno de Sebastián Pérez, por llamarlo así sin saber por qué, pero de quien sí podemos estar seguros de que es el auténtico delfín de la derechona granadina y que, aunque apenas coincide en nada con su compañero de partido, sí se iguala a él en devoción sacra y mariana y en el gusto a rabiar por la defensa de los valores más ancestrales de la supuesta granadinidad. Por esto mismo, creo que será difícil para Luis salir incólume del laicismo tibio que aún puede quedarle de su anterior reencarnación política, emparedado como va a estar entre dos beaturrones furibundos. Lo veremos en los festejos ciudadanos y en los de la Semana Santa, Corpus y Virgen de las Angustias de 2016 donde le va a costar sudor y lágrimas mantener el tipo de los valores del laicismo que intentará defender y representar. Como también tendrá que retratarse en lo referente al gasto social y en igaualdad; en descentralización, educación, sanidad y dependencia; transperencia y movilidad ciudadana.
Por sus hechos los conoceremos y estamos seguros de que, a la postre, acabarán por contradecirse o asomarán la patita por debajo de la puerta. Entonces sabremos si verlos doble es una ilusión óptica o si ver solo uno (y cuál) también lo es. Y, sobre todo, sabremos qué hacer para evitar que nos engañen de nuevo, que ya empezamos a estar hartos del mito de la impotencia capitalina para hacer frente a la derechona que nos ha tocado en suerte. O en desgracia.