22 noviembre 2024

Emiliano Calle: «¿Cómo habéis llegado a callaros ante tantas familias desahuciadas?»

Carta abierta de un cura madrileño a los obispos españoles. «Necesitamos obispos creyentes y casi suicidas, dispuestos a soportar los golpes de los señores del dinero»

(Emiliano Calle Moreno, sacerdote).- Queridos hermanos Obispos: He leído y releído la Instrucción Pastoral «IGLESIA, SERVIDORA DE LOS POBRES» y me ha gustado, pero no mucho. Creo que en ese documento se mezclan muchas cosas: la crisis económica, el empobrecimiento espiritual y otras viejas cantinelas episcopales que reflejan una visión bastante negativa del mundo moderno. Me parece que a ratos el documento acierta con el contenido y con el tono, pero a ratos el contenido deriva hacia viejas discusiones y hace juegos retóricos con citas viejas.

A los curas con los que me relaciono les ha gustado mucho y estaban alegres, pero a mí no me ha gustado tanto. Y me imagino que a las víctimas y a los maltratados por la crisis económica tampoco les habéis dicho mucho que les refuerce la esperanza.

Repasad para qué les valen las «Propuestas esperanzadoras desde la fe». ¿Dónde encuentra ahí un parado o una víctima de la crisis económica una propuesta esperanzadora? No puedo decir que habéis malogrado un intento bienintencionado pero sí que creo que lo podríais haber mejorado mucho. Perdonadme por hablar tan claro.

Os hablo como a hermanos con los que estoy muy implicado en muchas cosas. No me toméis como un extraño que se mete en vuestra vida. Yo sólo pretendo ayudar.
He visto en el documento el afán de tratarlo todo, el deseo de acertar, las ganas de citar con profusión palabras de los papas, a veces, no muy bien elegidas.

Yo quiero deciros, hermanos Obispos, que soy un cura de 70 años que trabajo en la Parroquia de Santa Bibiana del Cruce de Villaverde en Madrid. He estado muy atento a «los signos de los tiempos» que nos están diciendo en su lenguaje muchas cosas que hay que saber interpretar.

A mí me parece que la mayoría de los políticos no entienden nada de eso, pero, perdonad, pienso que la mayoría de los obispos, tampoco. Por eso a la hora de valorar las cosas que ocurren, se os ve como perdidos, dando palos de ciego, a veces, derramando sospechas o condenas contra lo nuevo que no controláis. Recordad las palabras episcopales sobre los Indignados.

Tampoco sabéis bien por qué estáis perdiendo adhesiones a riadas. A veces decís que es que el mundo se ha ido haciendo cada vez más laicista, más ateo, más indiferente. Pero yo creo que no es eso sólo. Se nos va la gente y hemos hecho una iglesia tan poco valorada (como los políticos y los banqueros), porque seguimos con hábitos viejos.

Hemos empezado una época nueva, no sólo por los aires de novedad del Papa Francisco, sino también por sensaciones nuevas que recorren las sociedades modernas. La iglesia y la religión no pueden ser lo que han sido siempre. En el corazón de los seres humanos hay una aspiración que sintoniza con las preocupaciones de Jesús: hacer que todos los seres humanos, todos, puedan ser un poco más felices en este mundo. Todavía hay curas y obispos que no tienen claro todo esto.

Yo os pido perdón por si os parezco un listillo prepotente. Con toda humildad, por si os sirve, os quiero decir lo que honradamente he visto en esos movimientos subterráneos de la sociedad de hombres y mujeres de nuestro mundo.

Empiezo por deciros que «el enemigo a combatir» (lo estamos viendo cada vez más personas) es la omnipotencia del dinero, la tiranía de los Mercados, la desvergüenza de los fondos de inversión, las plataformas al servicio de los especuladores, las doctrinas que los sustentan, los agentes sociales que los predican, entre otros muchos, la Cope, 13-Tv, y gran parte de la Iglesia.

Ese es el enemigo que tenemos que identificar y combatir. No os confundáis de enemigo. Pensadlo despacio y veréis que no estoy diciendo ningún disparate. Vosotros mismos lo decís en la Instrucción Pastoral. Los señores del dinero son nuestros verdaderos enemigos a los que los gobiernos más de derechas les han ido dando el poder de dictar, en favor suyo, todas las políticas económicas, las leyes ciudadanas, el nuevo artículo de la Constitución diciendo que es más importante pagar las deudas que ayudar a sobrevivir a los ciudadanos en apuros.

Los señores del dinero han metido en la cabeza de montones de ciudadanos, (incluidas las de muchos obispos) que se puede desahuciar a un pobre que no paga; que el Banco de Europa puede prestar dinero a los bancos para que hagan negocio pero no puede prestar dinero a los gobiernos para que saquen de apuros a sus gentes. Esas leyes sacrosantas e intocables que se han dado esos señores en favor suyo, ensucian todo el entramado de la política y de las instituciones. Hay que limpiar ese mundo. Vosotros lo decís con otras palabras.

Queridos Obispos: si queréis sintonizar con los seres humanos que sufren la plaga de la crisis, poneos de su parte y en contra de las pretensiones de los Mercados. Los ciudadanos de a pie necesitamos levantar la cabeza para ver a quién tenemos a nuestro lado. Si todavía no habéis descubierto quién es el enemigo de la vida digna de los pobres, estáis trabajando por una iglesia que se aleja de los preferidos de Dios y se marcharán abandonándoos en vuestra burbuja.

La sociedad de hombres y mujeres indignados con sus políticos, vuelve con frecuencia su mirada a la iglesia para ver si les ofrece alguna «propuesta esperanzadora desde la fe». Y si lo que le ofrece no le sirve, votará a quien los defienda de la garra todopoderosa de los señores del dinero.

¿A quién apoya la Iglesia española y la Europea? ¿A quién apoya el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Troika, el Parlamento Europeo y todas las instituciones de la Unión Europea bajo la égida de la Derecha Europea? ¿A quién apoyan? Han convertido a la Unión Europea en una porquería que a millones de pobres les produce nauseas.

Menos mal que el Papa Francisco dijo una frase sencilla y sublime que tenía que llenar las sacristías como llena «las marchas por la dignidad»: «el dinero debe servir. No mandar». Predicad eso, por favor. Predicadlo. No lo dijo el Papa por sus residuos peronistas. Es lo que tiene que decir cualquier persona que tenga los ojos bien abiertos a los pobres: que el dinero es para servir a las personas y no para mandar.

Queridos Obispos: si queréis servir a los pobres, como decís en la Instrucción, tendréis que luchar desde vuestras cátedras, cuerpo a cuerpo, por pararles los pies a los «enemigos de la vida digna para los pobres.»Ahora pienso ¿cómo habéis llegado a callaros ante tantas familias desahuciadas? ¿Cómo no habéis gritado que están antes las personas con sus necesidades que la avaricia de los prestamistas? ¿Cómo no os habéis desgañitado desde la Cope o desde 13-Televisión contra la reforma de la Constitución que pone por delante de las personas el pagar las deudas?

¿En qué evangelio cabe eso? ¿Cómo no habéis defendido a los enfermos de hepatitis C frente a la rapiña de una empresa comercializadora que juega con la vida de las personas para forrarse? Defender a los pobres no es meterse en política. Es evangelio puro. ¿No queréis colaborar en pararles los pies a esas gentes del poder económico? Pues decidme entonces para qué quieren los pobres nuestra iglesia.

Yo comprendo que para vosotros esa lucha es muy difícil. Es un cambio muy grande en vuestra trayectoria vital y en vuestros planes. Supondrá un riesgo muy grande, incluso, de muerte. Pensadlo bien antes de meteros. Os van a triturar desde vuestra Cope y desde vuestra 13-Televisión y desde todas la emisoras y periódicos amigos hasta ese momento. Los señores del dinero se han ido haciendo cada vez más poderosos y ahora controlan los gobiernos, las instituciones, los viejos partidos políticos, las televisiones, los periódicos, las tertulias y, por activa o por pasiva, casi todas las parcelas de la Iglesia. Una parte de la Iglesia os excomulgará de su teología y de su lado.

Hermanos Obispos: no estaría mal que fuerais catequizando a los españoles predicándoles que no es más importante pagar deudas que procurar la vida digna de los pobres; diciéndoles a los políticos que hay que a parar radicalmente los desahucios, sólo por razones de pura humanidad; que la deuda hay que pagarla, si se puede; que los pobres son sagrados: que no vais a permitir de buena gana que a un pobre le falten alimentos, medicinas, luz, agua, calefacción, etc.

Entonces os apoyarán los pobres y todos los ciudadanos de a pie. Pensad a ver con quién queréis estar y con quién estaría Jesús. Los señores obedientes al dinero y hasta ahora amigos vuestros, armarán una escandalera contra vosotros. Os acusarán de haberos convertido a la teología de la liberación, de haberos vuelto comunistas, bolivarianos, antisistema y otras lindezas parecidas, pero entonces los sufridos ciudadanos estaremos contentos porque hemos encontrado por fin a unos obispos que valen la pena. Dignificareis la Iglesia de los pobres, esos a los que Jesús puso en el primer lugar de sus preferencias y a los que vosotros decís que queréis servir.

Yo, para abrazaros feliz, sólo necesito veros alineados con los pobres que sueñan con destronar al dios dinero. Desde hace bastante tiempo tengo unos presentimientos que os cuento. Pienso que los próximos 40 ó 50 años los dedicará el mundo a recuperar la centralidad del ser humano y a espantar a los mercados asesinos. Espantarlos. Echarlos lejos. En los próximos tiempos, la Religión de Jesús será gastar nuestro tiempo, nuestras luchas y nuestras energías para hacer un mundo nuevo donde puedan ser algo más felices los pobres, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia…..

No habrá otra tarea más noble ni más bonita. Y poco a poco, a esa tarea tan noble y tan bonita (vosotros la llamáis Caridad cristiana pero el evangelio la llama Reino de Dios) a esa tarea tan noble y tan bonita se irán sumando más personas, más gobiernos, más instituciones y más grupos de Iglesia que han abierto los ojos a la realidad más real. Estamos en los albores de una nueva revolución, parecida a la que se produjo en el mundo con el descubrimiento de los derechos humanos.

Desde el sermón de Montesinos en La Española hasta la Revolución Francesa hubo un caminar del mundo hacia el reconocimiento de los derechos humanos. Para vergüenza nuestra, muchos eclesiásticos de altura se opusieron, pero el mundo continuó caminando. Ahora estamos empezando otro nuevo caminar: vamos a poner a los seres humanos por encima de los mercados y del dinero. Nuestro mundo está empezando esa andadura.

La política de antes, esa que la llevaban de la mano los dueños del dinero, esa no nos vale ya. El mundo, en los próximos cincuenta años, caminará hacia poner en el centro de todas las preocupaciones al ser humano. Y ¿por qué lo sé? Porque el horizonte del mundo lo puso Dios en el Reino. Hacia él caminamos, se oponga quien se oponga. Es Dios quien nos ha marcado el camino. Para ese caminar necesitamos obispos lúcidos, creyentes y casi suicidas, dispuestos a soportar los golpes de los señores del dinero y de sus aliados.

Hermanos obispos: perdonad si en algo os he ofendido. Juro que no era esa mi intención. Sólo os digo las cosas que siento, con todo el cariño del mundo y con toda la claridad con que sé explicarme. Si os sirven, bien. Si no os sirven, las tiráis s a la papelera. Sólo os digo que están escritas con muy buena voluntad. Nada más. Un saludo hermano y solidario.