Por el mar corre la liebre
“Trump es el cambio real” (Bill Masterton. Estadounidense afincado en Córdoba)
El cambio real de EEUU es nieto de un sin papeles que desembarcó con 16 años en Seattle para explotar un burdel. Prosperó como prosperan todos los ilegales: trabajando a destajo a cambio de un sueldo miserable. Su familia, por tanto, desde su abuelo a su padre pasando por su esposa, pertenece a ese grupo de indeseables que él mismo se empeña en tirar por la borda de la historia.
El ataque inmisericorde de Trump contra sí mismo y contra su propia estirpe constituye una de esas paradojas del universo que quizás nunca estaremos preparados para descifrar. De alguna manera, la historia de EE.UU., tal vez la del mundo, es la guerra de inmigrantes contra inmigrantes en un bucle delirante que parece no tener fin.
El presidente electo de la mayor potencia del planeta desprecia a los latinos al tiempo que los contrata por salarios basura como materia combustible para que sus empresas sigan produciendo a toda máquina. Sus empleados (inmigrantes) ganan 11,35 dólares la hora en jornadas que nunca saben cuando empiezan ni, por supuesto, cuando terminan. Muchos de ellos deben de acudir a programas de ayuda social porque trabajar, según el modelo americano de Trump, ya no garantiza la propia supervivencia.
Así, en este plan, es capaz de defender el proteccionismo a ultranza por las tardes mientras por las mañanas administra las decenas de compañías de su propiedad que tiene deslocalizadas por medio mundo. Eso sin contar las sociedades vinculadas con paraísos fiscales para evadir sus obligaciones tributarias con el país que tanto dice amar cuando se atusa el flequillo.
Trump ha venido para subvertir el establishmet, recuperar el orgullo americano, establecer sueldos decentes, restituir una educación de calidad, garantizar la cobertura médica y propiciar oportunidades de trabajo dignas para todos. Por el mar corre la libre y por el monte las sardinas. Tralará.