Ingenieros de Sevilla crean agua en el desierto
“Nuestra misión en un principio fue investigar cómo podíamos rescatar la humedad del aire para transformarla en agua y mira lo que hemos creado”. Enrique Veiga es el inventor de este proyecto, un generador de agua potable que puede abastecer a pequeñas aldeas en medio de climas tan extremos como el desértico. ¿Invento del siglo? Juan Veiga, hijo del inventor y gerente de la empresa sevillana relata que “con el agua potable creada puede almacenarse en depósitos para que las personas tengan su propio suministro”.
El invento ya ha tenido sus primeras experiencias, aunque no “gracias al apoyo de las administraciones”, apunta Juan. Sin embargo ya tienen cerrados proyectos en localidades de Namibia y futuros clientes en América Latina y países como Omán o Argelia.
Enrique llegó a Sevilla para trabajar como ingeniero en una empresa con técnicas de frío industrial durante los años 80. Sin pensar el grado de magnitud de su invento, fundaría su propia compañía bajo el nombre de Aquaer, agua y aire en griego, con sede en el Viso del Alcor (Sevilla). “Después de varios años de estudios, mi padre logró patentar en el año 96 este generador a través del INTA (Instituto de Técnica Aeroespacial) en las condiciones climatológicas más duras”.
Durante largos años, Juan y Enrique han investigado los países donde se produce una fuerte sequía, centrando su estudio en el África central y Subsahariana, donde 314 millones de personas no tienen acceso a una fuente de agua adecuada. “Aquí en España no tenemos ni idea de lo que es una sequía, solo cuando no podemos regar los campos de golf”. Juan recuerda que ha aprendido mucho desde que su padre lo puso al frente de esta empresa. “Cada vez que hemos hablado con representantes de países como Namibia o Argelia no pueden entender nuestro método. Se echan las manos en la cabeza cuando se enteran que gastamos la misma agua para beber en la cisterna”.
Veiga apunta que tiene muy en cuenta los informes de la OMS que resultan muy preocupantes en sus zonas de trabajo potenciales. Esta organización calcula que “cada año 1,8 millones de niños de todo el mundo mueren a consecuencia de enfermedades ocasionadas por aguas contaminadas”.
SIN INTERÉS PARA LAS ADMINISTRACIONES
“Ni desde el gobierno ni de la Junta nos han dicho que no había dinero para financiarnos”. Al tratarse de un proyecto que tiene una clara vocación de ayuda humanitaria, desde Aquaer también han llamado a la puerta de la Agencia Española de Cooperación, sin recibir aún ningún tipo de repuesta.
Ante la falta de comercialización del producto, Juan comenzó con un equipo de ingenieros a ponerse en contacto con gobiernos de países africanos que pudieran estar interesados en este tema. “Estamos realizando ya un primer proyecto en el desierto de Namib, el más antiguo del mundo. Hemos hecho también pruebas de viabilidad en el desierto de Kalahari”.
Juan hace una pausa cuando se le viene a la cabeza la imagen de las mujeres africanas que tienen que recorrer quince kilómetros desde su aldea para un bien tan básico como es el agua. “En la mayoría de los casos muchos pozos se encuentran contaminados, lo que provoca una alta mortalidad infantil y graves diarreas”.
¿CÓMO FUNCIONA EL GENERADOR DE AGUA?
El generador de agua potable tiene un sistema sencillo. Al bajar la temperatura del aire, el agua que está en forma de aire se condensa, la humedad relativa va subiendo y el agua empieza a precipitarse. Gracias a unos filtros se puede potabilizar para posteriormente almacenarla en un depósito, que contempla varios capacidades según la necesidad. Juan explica que se han creado “desde generadores de quince litros al día para un hogar hasta 250 libros para una población de diez personas”.
“Con este invento podemos paliar la dureza tanto de situaciones límites como de campamentos de refugiados, en situaciones de grandes catástrofes naturales, donde el agua libre de contaminación es una prioridad. También podemos generar el suministro seguro en las campañas militares, así como pequeños consumos domésticos. Somos los únicos en el mercado capaces de hacer algo como esto”.
Al tener un proceso automático, no es casi necesario saber mucho sobre su funcionamiento para poner la máquina en macha. Juan apunta que “solo hay que estar pendiente de limpiar sus filtros”.
Para terminar la entrevista Juan habla de un futuro muy próspero para el invento de agua potable de Aquaer. “Ahora nos encontramos algo desbordados en medio de todo lo que nos viene”. Para la familia Veiga es un reto luchar para que culmine este proceso en muchas aldeas y zonas alejadas del desierto. “Lo más importante será traer a la poblaciones un bien necesario y vital para la supervivencia humana como es el agua a cada rincón que nos pidan”.