Desde que era una estudiante de Derecho en los años 70, Maria Durán tuvo claro que dedicaría su carrera a defender los derechos de las mujeres.
Durante estos más de 30 años, esta abogada mallorquina ha llevado miles de casos de violencia de género y es miembro de los consejos asesores de Políticas Igualdad del Gobierno y del Ministerio de Justicia para la Incorporación de la Perspectiva de Género en la Ley de Enjuiciamiento Criminal . Con ella hablamos de jueces machistas, chiringuitos feministas y de las consecuencias que tendría la derogación de la Ley Integral de Violencia de Género.
Usted es miembro de dos consejos asesores que podríamos considerar feministas. ¿Para qué sirven?
Es importante porque nuestro trabajo incluye el procedimiento para todo lo que afecta a la violencia de género: las medidas de protección, las órdenes de alejamiento, la protección de los menores, la declaración de la víctima… Es importantísimo incorporar ahí la perspectiva de género.
¿En las salas de juicios de este país se dictan sentencias machistas?
Claro, por eso necesitamos incorporar la perspectiva de género en todas las áreas del derecho. Hay que tener en cuenta que si cambiamos las leyes, pero la interpretación aún sigue con prejuicios, con la idea de que hombres y mujeres no somos iguales, entonces las sentencias nunca serán justas.
La Ley de Violencia de Género se aprobó en 2006, ¿por qué en todos estos años no se ha conseguido incorporar la perspectiva de género en los juzgados?
Aún queda trabajo por hacer, aunque se han conseguido muchos avances gracias a esa ley. Hemos tomado conciencia de la injusticia hacia las mujeres, del daño que se nos hace en todo el mundo. Estamos viviendo una explosión, un cambio. Las mujeres hemos salido a la calle y las que tienen poder también se han posicionado. Ahora hay una resistencia frente a sentencias machistas, tanto por parte de las mujeres como por parte de muchos hombres. Eso es un avance muy importante.
Sin embargo, en la carrera judicial hay muchas mujeres jueces.
Hay muchas juezas sí, pero no en los primeros niveles. Ahí pasa igual que en la universidad, todo el primer nivel está ocupado por hombres. En el Tribunal Supremo, de 89 jueces sólo 14 son mujeres.
Hay quien sostiene que la Ley de Violencia de Género es anticonstitucional y discrimina al hombre.
No voy a referirme a ese partido en concreto, pero hay que aclarar que el Tribunal Constitucional revisó más cuestiones de inconstitucionalidad sobre esta ley que todas las que se presentaron durante toda la democracia. Es la ley más revisada.
¿Los hombres maltratados por sus mujeres están desamparados?
En absoluto, el Código Penal castiga a las mujeres que maltratan a sus parejas. Si un hombre reúne los requisitos para solicitar las ayudas, tendrán el mismo acceso que las mujeres. La diferencia es que ellas suelen tener dependencia económica y ellos no, por eso no suelen encontrarse en la situación de pedir ayuda a los servicios sociales.
¿La Ley de Violencia de Género discrimina a los hombres?
Eso es falso. Por ejemplo, imaginemos que ese mismo crimen (por ejemplo, coger un cuchillo y matar) lo comete un yihadista. En ese caso, todo el mundo entiende que hay una circunstancia agravante intrínseca en ese acto de terrorismo y por eso tiene una pena mayor. Es lo mismo. El hombre agrede a la mujer por su posicionamiento de poder. El maltrato a la mujer nos ha llevado al terrorismo de género.
¿Por qué utiliza la palabra terrorismo?
Porque generan terror. Las cifras de violencia contra las mujeres son escalofriantes y pueden ser comparadas con cualquier terrorismo de estado. Las consecuencias letales son mayores en las mujeres asesinadas que en esos otros terrorismos. El terrorismo yihadista es comparable al terrorismo de género, hay muchas similitudes. Tenemos que asumirlo con toda la gravedad que supone, entender que tanto en un tipo de terrorismo como en el otro, todo el mundo piensa que no le va a pasar a él. Todos podemos ser víctimas de un atentado yihadista. Ni para unos ni para otros tenemos categoría de ser humano.
Últimamente hay mucha confusión entre violencia doméstica y violencia de género.
España ratificó en 2014 el convenio de Estambul, que está exclusivamente destinado a combatir la violencia de género en Europa. Según ese convenio, aprobado por el Consejo Europeo y por tanto aplicable a España, dice que la violencia de género es aquella que se ejerce sobre la mujer por el simple hecho de ser mujer. Esa violencia es una herramienta útil para seguir manteniendo a las mujeres en una posición de subordinación al hombre, a su pareja. Luego tenemos la violencia doméstica, la que se ejerce contra los otros miembros de la familia y está protegida penalmente. La diferencia es que esa violencia, la que se da en el entorno de la familia, no ocurre por una relación de poder, sino por otros motivos diferentes. La violencia de género va más allá de la pareja.
¿Qué ocurriría si la violencia de género volviera a englobarse dentro del concepto de doméstica?
Si volvemos a ocultar el concepto de violencia de género y lo englobamos en el de doméstica, retrocederemos a ese espacio que desapareció hace poco años de no injerencia del derecho en el entorno de la familia. Eso quiere decir que la ley debe inmiscuirse lo menos posible en lo que ocurre dentro del hogar, aunque en ese hogar haya violencia del hombre contra la mujer.
¿Cree de verdad que podemos perder todos los derechos adquiridos durante estos años?
No hace tanto que las mujeres ganamos esos derechos. Hasta 1999 no desapareció totalmente de nuestro ordenamiento jurídico el deber de obediencia al marido. Eso significaba que si la mujer le debía obediencia al esposo, él podía corregirla. ¿Y cómo lo hacía? Pues con violencia, y estaba amparado por la ley. Hasta ese año aún había un artículo en la ley de enjuiciamiento criminal que lo recogía de forma residual. De esta forma, si se juzgaba a un hombre por maltratos a su mujer, antes de empezar el juicio había que preguntar a la mujer si lo perdonaba.
¿Por qué cree que ha surgido una corriente contra esa ola de feminismo a la que hacía referencia?
Ellos nunca han querido tocar la desigualdad horizontal entre hombres y mujeres, han hecho todo lo posible para mantener sus privilegios, también a la hora de legislar temas que afectan a las mujeres. También creo que nosotras no hemos sido capaces de convencerlos ni de establecer complicidades generalizadas con los hombres.
Lleva más de 30 años como abogada dedicada a la defensa de mujeres maltratadas, ¿qué diferencias ha visto respecto al antes y el después de la aprobación de la Ley de Violencia de Género?
La diferencia es enorme. Por ejemplo, antes de esa ley teníamos delitos y faltas, en 1989 se tipificó por primera vez el delito de malos tratos habituales. Desde ese año hasta 1995 se juzgaron sólo 33 casos en toda España, de los que 14 fueron por conformidad para rebajar la pena. En aquel momento, casi todo se reconducía a las faltas, que no suponían cárcel ni te dejaban antecedentes. Para que se haga una idea, un caso que llevé en 1988 de un hombre que dio una paliza a su mujer y la dejó tetrapléjica. El médico forense dictaminó para un juicio de faltas porque consideró que quedarse tetrapléjica no tenía nada que ver con la paliza. Demostramos que sí era consecuencia de los golpes y al final hubo una condena por lesiones graves. Pero si nos hubiéramos conformado con el informe forense, aquello se habría quedado en una falta que no tenía ni sanción ni nada.
Si ese partido que no quiere nombrar consiguiera derogar la Ley de Violencia de género, ¿podríamos volver a esas situaciones?
No lo conseguirán. Pero sí, si retrocediéramos también volveríamos a los crímenes pasionales. Antes todos los asesinatos de mujeres eran crímenes pasionales. Volveríamos a la aplicación como eximente incompleta de las celopatías; los celos se consideraban una enfermedad psíquica y eso podía suponer hasta una rebaja del 50% de la pena. De eso hace dos días. Pero hay algo que olvidan, esta ley no es fruto de un acto de generosidad del poder legislativo, no es una gracia, es el reconocimiento de unos derechos. Conseguir esa ley ha costado muchas vidas de mujeres.
¿Conseguir esos derechos de las mujeres ha restado derechos a los hombres?
La Ley de Violencia de Género no les resta derechos, les quita privilegios.
¿Y presunción de inocencia?
Eso es una mentira enorme. Basta ver la cantidad de pruebas que tiene que presentar una mujer que denuncia para llegar a tener una sentencia condenatoria. Todo se mira con lupa.
¿Y las denuncias falsas?
Son el 0,001%.
Hay quien cuestiona esas cifras y asegura que no son reales.
No las digo yo, las dice la Fiscalía General del Estado, con estudios desde 2006. Esa gente plantea que cuando la mujer retira la denuncia es porque es falsa, y eso no es cierto. Muchas veces la retiran por presión, por miedo…
Tampoco tenemos cifras de las mujeres maltratadas que no se atreven a denunciar .
Esa cifra es infinitamente superior a las denuncias falsas. Pero hablando de los datos que sí tenemos, sabemos que hay muchas más denuncias falsas por accidentes de tráfico, contra compañías de seguro, por robo… Hay muchas más en esos tipos penales que en las de violencia de género.
¿En este país el feminismo se ha profesionalizado? ¿Se han montado chiringuitos y las ayudas no llegan a las maltratadas?
Esos chiringuitos no existen, existen centros de información donde profesionales del derecho o la psicología atienden a las víctimas. Esas profesionales que trabajan con esas mujeres maltratadas ganan mucho menos que si se dedicaran a otros temas.
¿La Ley de Violencia de Género ha fracasado porque no ha conseguido erradicar el maltrato a las mujeres?
En 10 años no se pueden erradicar 20 siglos de dominación. Es imposible. No es un fracaso, esta ley ha hecho un gran bien a todas las mujeres que han denunciado violencia habitual u ocasional, porque les ha permitido cortar con esa convivencia violenta y empezar de nuevo.
¿La educación es la asignatura pendiente?
Tiene que ser prioridad absoluta. Los niños tienen que aprender lo importante que es la igualdad, como un valor para ellos.
¿Eso no se aprende actualmente en los colegios?
Había una asignatura, Educación para la Ciudadanía, que nos permitía abrir la entrada a todas esas ideas y conceptos. Se suprimió, así que estos momentos no hay ninguna materia que permita plantear toda una pedagogía dirigida a concienciar a los niños de la importancia de la igualdad.
¿Los jueces deben otorgar por defecto la custodia compartida?
La custodia compartida tiene que haber sido acordada por los padres. Si se impone, es nefasta. Si la crianza en muy distinta en cada casa, puede ser muy perjudicial para los niños.
¿Un maltratador puede ser un buen padre? ¿Tiene derecho a la custodia de los niños?
No, nunca. Un hombre que es capaz de hacer sufrir a sus hijos al hacerles testigos de la violencia contra su madre no puede ser un buen padre. Un maltratador no puede tener nunca la guarda y custodia de los hijos. Y si tiene régimen de visitas, debe ser restringido.
LOLA SAMPEDRO
foto: JORDI AVELLÀ
Me gusta esto: Me gusta Cargando...