Pascual Serrano


Recientemente, a tenor de todo lo que está ocurriendo en Venezuela, hemos podido escucharle a Pablo Casado (PP) unas declaraciones absolutamente bochornosas, impropias de un político mínimamente decente. La verdad es que no es la primera vez que las pronunciaba, pues viene con esa retahíla desde que el Gobierno de Pedro Sánchez tomó la decisión de exhumar los restos del dictador Francisco Franco, para llevarlos a otro lugar. Básicamente, la idea del reclamo que realiza Pablo Casado a Pedro Sánchez es que “no se preocupe tanto de dictadores muertos, y que rechace a los dictadores vivos”. Evidentemente, con lo de dictador muerto se refiere a Franco, y con lo de “dictadores vivos” se está refiriendo a Nicolás Maduro, pero también, por ejemplo, a los cubanos Raúl Castro o Miguel Díaz-Canel. Como decimos, sólo el atisbo de comparación entre todos ellos, el mero intento de asociación mental entre unos y otros es ya un ejercicio de miseria política y mental sin límites. Supongo también que en su clasificación de “dictadores muertos” incluirá a Hugo Chávez y a Fidel Castro, siguiendo su perversa lógica. O sea, que para Pablo Casado (y supongo que para todo el PP, así como también C’s y Vox, es decir, para toda la derecha rancia, casposa y reaccionaria, burda, intolerante, ignorante y maliciosa que tenemos la desgracia de sufrir en este país) es igual Franco que Hugo Chávez antes, o que Nicolás Maduro ahora.

Sabemos que será un fallido intento, pero aún así, como nos podemos reprimir, vamos a intentar ilustrar a Pablo Casado, solamente un poquito, de forma muy resumida, la diferencia entre uno y otro. Verás Pablo: el franquismo en España tuvo un balance de 40 años de terror, muerte y represión, 30.000 niños robados, 80.000 opositores asesinados durante la Guerra Civil (provocada por un Golpe de Estado fascista), 125.000 asesinados entre 1939 y 1975 (cuando falleció el dictador), 480.000 republicanos perseguidos y encarcelados, 500.000 antifranquistas exiliados, y 2.200.000 depurados, despedidos e incautados durante el régimen. Y resulta que ese “dictador muerto” lleva 43 años enterrado en un mausoleo que ordenó construir para su mayor gloria, a base de mano de obra esclava, de los presos republicanos, todo un monumento patrimonio del Estado, y además, por si todo ello fuera poco, acompañando su cadáver, casi 35.000 cuerpos de excombatientes de la República y del bando rebelde. Muchos de esos cadáveres se llevaron allí sin consultarlo siquiera a sus familiares. Ese “dictador muerto” ha de ser sacado de allí, por dignidad democrática de un país que necesita Verdad, Justicia y Reparación para todas las víctimas y familiares de las torturas y el genocidio, del horror y de la barbarie franquista. Franco fue un militar criminal, fascista y fanático, que exterminó sistemáticamente a toda la disidencia del régimen, y que provocó una involución de España en todos los órdenes como hasta entonces no se había visto, revirtiendo todos los avances políticos, sociales y económicos que la II República nos había traído.

Y a este perverso militar, señor Casado, pretende usted compararlo, por ejemplo, con Hugo Chávez, otro militar, pero éste comprometido con su pueblo, un hombre valiente, íntegro, revolucionario, que supo llevar a su pueblo a cotas que nunca antes había alcanzado, en lo que se refiere a la reducción de la pobreza y el analfabetismo, la integración social y la reducción de las desigualdades, tareas que ha intentado continuar su sucesor, Nicolás Maduro. Hugo Chávez sí que tenía madera de líder natural, carismático, valiente, inteligente, patriota y salvador de Latinoamérica, que amó, luchó y murió por su pueblo, y por la integración de todo el Hemisferio Sur, para enfrentar no sólo al Imperialismo del norte, sino también a todos sus aliados europeos, y organismos internacionales que maltrataban a esta región latinoamericana, sobre todo Estados Unidos, que la había convertido desde la llamada Doctrina Monroe en su patio trasero, poniéndola a su servicio, saqueándola y expoliándola, como habían hecho todos los gobernantes venezolanos anteriores. Hugo Chávez, como también Fidel Castro, fueron personalidades gigantescas e inigualables, no son “dictadores muertos”, como usted los tilda.

Durante sus Gobiernos, según datos de la CEPAL, se redujo la pobreza en un 44%, subió el gasto social al 60% de todos los ingresos percibidos por el Estado, y disminuyó la desigualdad en un 18%, alcanzando el primer puesto de los países latinos con menor índice de desigualdad social. Mientras, hacía más accesibles para la población los derechos a la educación, a la sanidad, a la vivienda. Justo lo contrario de lo que ocurre en España y en toda Europa, donde gobiernan esos dirigentes que tanto han criticado y denostado a Chávez, y que son los mismos que siguen ahora criticando a Maduro. Porque Nicolás Maduro tampoco es un “tirano vivo”, como usted los llama, Nicolás Maduro, Raúl Castro o Miguel Díaz-Canel, sino verdaderos revolucionarios. Con sus virtudes y sus defectos, no son perfectos, pero están a años luz de los dirigentes políticos de otros países, sin ir más lejos de nuestros dirigentes políticos españoles, sobre todo de usted, o de Rivera, o de Abascal, que como decía el Gran Wyoming, “sólo ven Golpes de Estado en Cataluña”.

Eso lo dicen todos los que quieren acabar con la Venezuela chavista, con la Revolución Bolivariana, pero creo que se van a quedar con las ganas. Por muchos payasos de la derecha y golpistas ridículos que encumbren, por muchas mentiras que viertan, por muchos planes que pergueñen, por más agresivo que sea su inmoral discurso, no podrán acabar con la dignidad del chavismo, que resiste y resistirá hasta la victoria final. Venezuela es, hoy por hoy, como la aldea gala de Asterix y Obélix, que “resistía al invasor”, que en este caso, trasplantado al siglo XXI, es el invasor yanki, el invasor imperialista, que pretende seguir con sus fechorías, implantando a sangre y fuego sus perversas políticas, y saqueando los enormes recursos naturales de Venezuela (petróleo, oro, coltán…). El chavismo ha llevado a cabo más de 25 citas electorales durante los 20 años que lleva en Venezuela, y en la mayoría de ellas ha resultado vencedor, en elecciones limpias, transparentes, democráticas y libres. Jamás se ha podido demostrar fraude, entre otras cosas, porque los propios observadores internacionales (algunos tan poco sospechosos de chavistas como la Fundación Carter, del ex Presidente norteamericano) han declarado que los comicios venezolanos son de los más transparentes del mundo. Así que los Golpes de Estado los dio Franco en España, y ahora Juan Guaidó en Venezuela, aunque no haya sacado los tanques a la calle, señor Casado. Ellos son los golpistas, ellos son los tiranos.

Rafael Silva

Sobre Golpes de Estado, dictadores muertos y tiranos vivos