Cataluña es cosa de todos, también de la oposición. Supongo que es clamar en el desierto pedirles que no incendien

Si ayer nos sorprendía y criticábamos la ligereza y la confusión con la que el Gobierno anunciaba que aceptaba un relator para las conversaciones entre partidos sobre el futuro de Cataluña, qué decir hoy de la reacción de la derecha desplegada desde el centro hasta el infinito y más allá,

No sé si es que tenemos verdadera mala suerte en este momento de nuestra historia o es el signo de los tiempos, pero no se puede concebir mayor colección de peligrosas frivolidades. El gobierno no parece consciente de que la audacia poltiica que, probablemente, necesita la crisis catalana es inversamente proporcional a sus 84 diputados. Tienen razán algunos barones en quejarse porque se enteran por la prensa de asuntos como éste, pero no dejan de sorprender algunos otros socialistas cuyo atrativo mediatico consiste exactamente en cuestionar a su gobierno cuando con aciertos y errores se enfrenta a un gravisiino problema.

¿Y la oposición? PP y Cs acusan al Gobierno de ignorar las instituciones. Y ellos, ¿qué hacen para revalorizarlas? ¿Van al Congreso o al Parlament a presentar iniciativas? ¿Alguna idea, además de la mano dura? No, ellos convocan con urgencia una concentración en la calle, entre acusaciones al Gobierno cada vez más irracionales y provocadoras. Tanto, que la extrema derecha se ha sentido convocada también. Vox estará con ellos en esta especie de aquelarre del domingo para denunciar las cesiones al separatismo.

Y todo esto, 48 horas antes de que los dirigentes del separatismo sean sometidos a juicio y con peticiones de cárcel elevadísimas. Cataluña es cosa de todos, también de la oposición. Supongo que es clamar en el desierto pedirles que no incendien, sino que ayuden a resolver.

 

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