Leyendas de mi ciudad. El fantasma del Hospital de San Juan de Dios en Granada
La historia.
Sobre un antiguo cementerio musulmán los Reyes Católicos, recién conquistada Granada, ordenan construir el que se llamó Hospital Real, a fin de poder dar atención a los enfermos pobres, heridos de las batallas y perturbados, que quedaron vagando por esas tierras.
Pasados los años, uno de los perturbados a quien se recluye en el hospital es Juan Ciudad Duarte, un portugués que pasó por varios oficios, incluyendo soldado a las ordenes de Carlos V, y en ese momento vendedor de libros en esa ciudad, en la que un día escucha un sermón del San Juan de Ávila, y siente la llamada de dios, allí mismo se quita la ropa que reparte entre los pobres a los cuales también regala sus pertenencias, dedicándose a partir de entonces a pedir limosna, tomado por loco, es encerrado en el Hospital Real.
Al fin, de vuelta a la ciudad, San Juan de Ávila, logra sacarlo del manicomio, y le ofrece para vivir una humilde casa donde atiende a los necesitados…
En julio de 1549, el hospital arde por los cuatro costados, y Juan, logra sacar a muchos enfermos del mismo arriesgando su vida. Es entonces cuando ve más la necesidad de construir un nuevo hospital para poder atender a todos los necesitados y ahí surge su protector.
El capitán Antón Martín, militar de los Tercios de Flandes, en esos momentos, ubicados en la ciudad, se convierte en su protector, dotándole del dinero necesario para ello y construye un hospital, (es el primero de los que la orden funda a lo largo de la historia)
Este primer hospital, situado en la calle Lucena, tenía 46 camas, después se traslada a la cuesta Gomérez cerca del Arco de las Granadas y allí ya cuenta con 200 camas, finalmente, se construye el hospital en su ubicación actual tras la demolición del Monasterio de San Jerónimo que se encontraba en ese emplazamiento conocido como la Almorava.
Se trata de un edificio de construcción sobria, formado por dos cuerpos, con columnas dóricas y pilastras, con una portada, que data de 1609. Sobre ella, un frontón partido, en cuyo centro hay una escultura de San Juan de Dios. En su interior, destaca el zaguán con techo de artesonado renacentista, un patio con arquerías, también renacentistas, y una escalera con techo de madera decorado. La portada fue realizada por Cristóbal de Vilches con mármol de Sierra Elvira y Macael.
La escalera, construida con posterioridad, incluye una gran variedad de mármoles, fue elaborada por José de Bada en 1749.
La iglesia contigua, también llamada de San Juan de Dios, se edificó posteriormente, en el siglo XVIII y es obra también de José Bada.
Al mismo tiempo, Juan, escribe una carta al rey, relatándole en las condiciones que se encontraban los enfermos recluidos en el antiguo Hospital Real, a partir de ahí, no se sabe si por vergüenza o porque, empiezan a llegar fondos procedente de la corte, lo que permite que no se vuelvan a dar situaciones como las que él mismo sufrió durante su encierro, pulgas y miles de insectos poblaban el antiguo hospital, agravando las infecciones y provocando más enfermedades, en el nuevo hospital logra unas condiciones higiénicas bastante decentes para la época. Por primera vez se empiezan a separar las distintas patologías, separando los enfermos con fiebres de los que sólo tienen fracturas, y tratando a los pacientes en salas separadas. Así logra evitar que alguien que se fracturaba una pierna, por ejemplo, falleciese por una tuberculosis contagiada por otro paciente.
Pero el tiempo pasa, y con cinco siglos de historia, el hospital ha tenido varios usos, entre ellos hospital provincial y clínico universitario y al parecer, alguno más si bien no está suficientemente documentado.
Durante la invasión francesa, el hospital se transformó en hospital militar, una curiosidad al respecto, aquí se ingresaba a los que habían sido fusilados, para oficializar su muerte como por «causas naturales».
Y llegamos al fantasma.
El capitán Antón Martín, amigo y protector de Juan, tenía un criado morisco llamado Frasquito al que apreciaba mucho, llegada la expulsión de los moriscos, Frasquito, que consideraba el hospital como su casa, se negó a irse, y para evitarlo decidió esconderse en el aljibe del propio hospital y así no ser descubierto, pero debido a la falta de alimentos y al aire viciado que tuvo que respirar, poco tiempo después lo encontraron muerto allí mismo.
Desde entonces, su espíritu que no ha abandonado el hospital se dedica a vagar por el hospital, aunque eso sí, no asusta a nadie, se dedica a velar por el buen funcionamiento del centro y tan sólo advierte al personal cuando algún enfermo va a morir (y eso desde mucho antes que el gato que se ha hecho famoso en EEUU por lo mismo) aunque claro, como buen ser del mas allá, no puede evitar gastar alguna broma al personal, activando timbres, abriendo y cerrando puertas o tirándole de las batas al personal, sus sitios preferidos para pasear, por tanto donde más se le suele ver, es el comedor y el patio.
Casi todo el personal médico del hospital ha tenido algún tipo de experiencia con Frasquito. Lo describen como bajito, de unos cuarenta y cinco años, con barba y siempre cubierto por una especie de capa o túnica.
Se comenta que durante la invasión francesa, un soldado francés, enfadado, arrancó los ojos de unos dibujos de ángeles que se encontraban en la escalera principal, esa misma noche el soldado apareció muerto sobre su cama de un bayonetazo. Se dice que fue la venganza de Frasquito, protector del hospital, por haber destruido un bien del mismo.
Hace un par de décadas, la Diputación de Granada proyectó cerrar el centro y decidió venderlo. Un acaudalado empresario pensó en comprar los terrenos para transformar el recinto sanitario en un lujoso hotel. Una tarde en la que el millonario paseaba por el patio del edificio, salió corriendo y nada más se supo de él.
Algo extraño debió ver, porque nunca más quiso acercarse al edificio.
En esa misma época una comisión encabezada por el delegado de Salud visitó el centro, cuando subían todos en el ascensor, alguien mencionó el tema de la clausura del centro, de pronto, el ascensor se paró, ante la sorpresa general. ¿De nuevo Frasquito defendiendo los intereses del Hospital?
El edificio ha sido codiciado por muchas instituciones, hasta que al final fue devuelto a la Orden de San Juan de Dios, esperemos que Frasquito, esté tranquilo ahora.
(Gracias amigo Midomar por la foto)