LA CALLE ELVIRA DE GRANADA
Se trata de uno de los puntos más antiguos habitados de la ciudad. El origen del nombre viene de las monedas acuñadas en esta zona hacia el siglo VII A.C., que recibían el nombre de ‘Ihnverir’.
Con el paso de las diferentes civilizaciones Elvira es el resultado final de las transcripciones Elybige (ibérica), Eliberri o Illiberis (romana), para dar finalmente el árabe Libira o Ilbira, que corresponde al nombre de la ciudad (Madinat Ilbira), que se hallaba al pie de Sierra Elvira, anterior a la propia Granada.
La calle Elvira (Zanacat Ilbira), fue la principal y más larga vía de la Granada islámica desde su configuración urbanística en el siglo XI y recibe el nombre de la puerta con que termina (Bab-Ilbira). Su gran longitud y situación estratégica la convirtieron desde el principio en una arteria vital para el tránsito de personas y mercancías en la ciudad y, en consecuencia, para el establecimiento a lo largo de ella de una intensa actividad comercial. Se cruzaba con el Zacatín, la otra gran arteria comercial (El Zacatín llegaba hasta Plaza Nueva, pero la apertura de la Gran Vía supuso la mutilación de cerca de la mitad de su trazado). A lo largo de la calle Elvira se insertan diversos hitos monumentales que dan testimonio de la importancia urbana que tuvo esta vía en el pasado.
En el primer tramo de la calle habitaban los escultores y entalladores en los siglos XVI y XVII, y allí existían dos hospitales: el Hospital del Corpus Christi, Ánimas y Misericordia y el Hospital de la Caridad y Refugio. El pueblo conocía a estos hospitales como “los Hospitalicos”, debido a su reducido tamaño.
El Hospital del Corpus Christi fue fundado en Santa Fe, cuando la reconquista, por una hermandad para ejercitar obras de caridad entre los soldados; constaba de dos edificios, la iglesia, construida a fines del siglo XVII, y el hospital, que contaba con diferentes dependencias y salas para los enfermos. Se utilizó como hospital hasta la primera mitad del siglo XIX. Actualmente da nombre a una calle anexa. Frente a este hospital se levantaba el Hospital de la Caridad y Refugio, fundado a principios del siglo XVI por algunos “piadosos caballeros para asistir a mujeres enfermas de calenturas e incurables”, y se derribó en 1915, trasladándose a su nuevo edificio en el Callejón del Pretorio, donde aún existe como residencia de ancianas.
Algo más allá se encontraba el Pilar del Toro, considerado una de las últimas obras de Diego de Siloé y labrado hacia la mitad del siglo XVI. Era conocido como el Pilar de los Almizcleros y se surtía con agua de Valparaíso. Antes de su traslado a la Plaza de Santa Ana en 1941, se hallaba junto a la entrada de la Calderería Nueva.
Luego estaban las casas de los Inquisidores, del primer tercio del siglo XVI, que eran la del inquisidor mayor, la de los inquisidores y las cárceles, situadas frente a la parroquia de Santiago, con fachadas a la calle Elvira. Según Gómez Moreno, se derribaron antes de 1897, cuando se puso la primera piedra del nuevo templo del Sagrado Corazón de Jesús, primer edificio levantado en la Gran Vía.
La iglesia de San Andrés fue construida en torno a 1530-40 por Bartolomé de Villegas con portada renacentista que recuerda a los modelos popularizados por la escuela de Diego de Siloé. Un friso con cornisa sirve de base para un pequeño nicho con la efigie del santo titular, el Apóstol Andrés, realizada por el francés Nicolás de León. La iglesia sufrió un aparatoso incendio en 1819 y hubo necesidad de remodelarla.
Junto a la iglesia está la llamada Casa de las Tumbas. Se refiere a un baño árabe del siglo XIV que se conserva entre la calle Elvira y la calle de los Naranjos, y que se conocía como Baño de la Puerta de Elvira o Baño de Hernando de Zafra, por estar dentro de unas propiedades del secretario de los RR.CC. Por desgracia este edificio permanece en el abandono y suciedad más absoluta, habiendo sufrido considerables destrozos. Su nombre vulgar le viene de las bóvedas que, vistas por encima, parecen tumbas.
La Puerta de Elvira (Bab Ilbira), probablemente del siglo XI,era la más notable y grande de la ciudad, pero de ella solamente queda el gigantesco arco de herradura exterior. Lo restante fue derribado por los franceses, pero ya antes había sufrido muchos reparos y mutilaciones. Después de dicho arco había otros dos, en cuyo frente se abría otro pequeño arco de herradura que lo mandó demoler el Ayuntamiento en 1879; algo más afuera hubo otro, y ambos constituían la entrada de la Alhacaba, y desde aquí la muralla subía por la Cuesta de Abarqueros para enlazar con la Alcazaba junto a la Puerta Monaita.
Junto al arco nos encontramos con la capillita dedicada a San Juan de Dios, que se alza en el mismo lugar donde se ubicó la tienda en que el santo, antes de comenzar su obra hospitalaria, vendía libros piadosos a los jornaleros que esperaban ser contratados. Este pequeño local fue convertido en capilla bajo la advocación del santo, siendo demolida en 1879. En su lugar se levantó la actual capilla neogótica de 1880, obra del arquitecto Juan Monserrat.
En la confluencia de la Calle Elvira con la Cuesta de Abarqueros encontramos el Pilar del Triunfo o de las Angustias. Su nombre se debe a que, en la reconstrucción que se hizo en 1671, se instaló sobre el pilar una pintura con título “El Triunfo de las Angustias”. El lienzo original está en la actualidad en la sede de la Cofradía de la Borriquilla. Su lugar lo ocupa una imagen en lienzo de La Virgen de las Angustias, en una hornacina protegida por un cristal y una barandilla. El pilar se usaba para abrevadero de animales y era el lugar donde los aguadores recogían el agua para venderla en la ciudad. Fue uno de los lugares de abastecimiento de agua más importantes de la ciudad.
Lo que fuera barrio de Bab-Ilbira – parte de la actual parroquia de San Andrés – ha quedado hoy reducido nominalmente a esta famosa calle, cada vez más maltratada en su sabor, en su pintoresquismo y en su reputación.
PUBLICADO EN FACEBOOK POR FRAN FEVE